El último respiro

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Para ser honesto, Blitz aún no tenía las agallas de dar la cara ante Fizzarolli y Asmodeus luego de lo del tribunal. Se mostraba bastante seguro ante Stolas y su posición, pero dentro de su mente no había otras sensaciones que no fueran inseguridades o fantasmas del pasado. Aquel día se coló a la mansión de Asmodeus mientras trataba de organizar unas disculpas dentro de su cabeza, lo estaba planeando de forma momentánea y ensayaba varias veces lo que diría al mismo tiempo que trepaba la pared de la habitación de Fizzarolli y llegaba hacia la ventana.

Al menos debió decirle al rey de la lujuria que entraría como un lunático a disparar en la corte si las cosas salían mal. Fizzarolli era caso aparte. Probablemente, cuando lo viera, su amigo le rompería la cara porque puso en riesgo la vida de medio mundo y su propia vida.

—Oh, miren a quién tenemos aquí.

Apenas Blitz se asomó por la ventana, se encontró con Fizzarolli sentado en la punta de la cama con su celular en la mano y observándolo con un rostro repleto de desprecio. Esa clara demostración de enfado causó que Blitz se aturdiera, perdiera el equilibrio y cayera de cara al piso contra la alfombra de la habitación.

—Al francotirador anónimo de las noticias. Llamaré a la policía para denunciarte —Fizz ignoró que Blitz ya estaba dentro, desbloqueó su celular y marcó el número—, ¿Blitzo Buckzo? ¿Así te llamabas?

El contrario se puso de pie y, cuando estuvo frente a Fizzarolli, tomó el celular que tenía en su mano, cortó la llamada y bloqueó el teléfono con una cara disgustada y retadora.

—Lo peor es que sé que estabas llamando de verdad.

—No puedes entrar a una corte y empezar a dispararle con balas sagradas a tipos de la realeza —Fizz se levantó y lo enfrentó con el ceño fruncido—, te iban a aplastar en treinta segundos apenas subieran al palco, ¿estás desquiciado o simplemente eres estúpido?

—Gracias a este desquiciado estás vivo y tu daddy también —le respondió Blitz con argumentos sólidos y su mismo tono de enojo—. Provoqué una gran pelea entre Godzilla y King Kong y esos vídeos aún siguen siendo virales luego de dos meses. La gente no debería querer arrestarme, deberían pagarme por darles cine.

Ambos se miraron de mala forma. Fizzarolli sabía que no estaba mintiendo... Y visto de esa forma, incluso le debía todo. ¿Qué hubiera sucedido si Blitz no llegaba para interrumpir esa batalla en el tribunal?

Al final, Blitz tomó asiento sobre el otro costado de la cama. Fizz se mantuvo unos segundos de pie, pensativo y molesto, pero terminó llegando a su lado y tomando asiento también.

—Yo no estaba ahí por tí.

Confesó Blitz en un tono grave y hablando bastante en serio. Sabía que Fizzarolli no quería escuchar eso, pero era necesario que se lo dijera. Estuvo mucho tiempo pensando en los pasos que daría ese día, fue premeditado y mucho más planificado de lo que todos hubieran podido imaginar. Por eso había decidido entregar su vida entera hacia el príncipe, había jurado protegerlo y estar allí para él en sus peores momentos. Y así lo hizo. Fue un momento decisivo dónde necesitaba cuidarlo ya que no tenía el poder suficiente para defenderse a sí mismo.

—Estaba ahí para proteger a Stolas —observó de reojo a Fizz y torció una mueca de preocupación al comunicarle algo que tal vez sonaría egoísta para él— Lamento decírtelo así. No quiero que te hagas otra idea.

Fizzarolli lo tomó como vino. Se quedó unos momentos callado, solo contemplando el rostro de Blitz y esa casi culpa que lo invadía al reconocer que él nunca fue su prioridad dentro de ese tribunal. Por supuesto que dolió, pero era algo que podía esperar tranquilamente del contrario.

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