Mirando las estrellas

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Fizzarolli salió de la ducha y se colocó las holgadas ropas de Blitz luego de secarse. Se miró al espejo y estiró sus brazos hacia su gorro de arlequín, cubrió sus cuernos rotos con prisa y no tardó en abrir la puerta. Quería caminar hacia la cama, dónde Blitz ya estaba recostado y revisaba su celular. Pero se detuvo y observó las paredes de la habitación con tonalidades azules debido al reflejo de la luz de la luna que provenía desde fuera del ventanal.

—Hay tantos caballos en todas partes. Eso no ha cambiado —pensó en voz alta al reconocer los dibujos, figuras y artículos con aquellas formas.

Se acercó hacia los dibujos de la pared con ingenua curiosidad. Entonces, se encontró con fotografías. Eran fotos familiares, todas tenían una peculiaridad extraña. En cada foto, el rostro de Blitz había sido tachado violentamente con un marcador oscuro, casi tan duro como para rajar los papeles. No solo sintió un escalofrío al ver esas marcas, sino que abrió mucho sus ojos al reconocer algunas fotos de su infancia.

Él estaba allí... No solo él, sino Barbs, la madre de Blitz, personal del circo, tantas cosas que comenzaron a llegar a su memoria como una descomunal ráfaga de recuerdos.

—No puede ser... Esto es-

—¡NO! ¡NO VEAS ESO! —Blitz llegó a él y quiso cubrir las fotos torpemente, pero terminó gruñendo frustrado y tapándose el rostro entre sus manos con total pena—. Mierda, que vergüenza. Conservo esas fotos, si, pero no es por ti. Bueno, no solamente —le explicó en un aprieto—. Es por mi hermana y... mi madre.

Blitz enfocó su oscura mirada triste en las fotos. No se dio cuenta de lo que esos recuerdos removían dentro de la mente de Fizz, quien se había esforzado mucho para reprimir sus emociones y que el dolor del pasado no lo rompiera por tantos años. Fizzarolli posó una mano en una foto donde estaban ellos tres, él, Blitz y Barbs de niños.

—¿Por qué borras tu rostro de todas las fotos? —se angustió al preguntarle, porque él quería recordarlo, necesitaba recordar como era en ese entonces ya que había sido su más grande héroe y modelo a seguir— ¿por qué borras tu rostro incluso en fotos actuales?

Blitz permaneció en silencio. Le dio la espalda y marchó hacia la cama sin responder. Se cerró sin darse cuenta. Había muchas cosas con las que no podía lidiar aún aunque hubieran pasado muchos años.

—No quería que vieras todo esto —dijo al momento de sentarse sobre la cama y desviar su mirada hacia él ventanal azulado—. Debí esconderlo o algo.

Fizzarolli también observó la preciosa luz del exterior. Pausó los sentimientos que se revolvían dentro de su pecho sin parar. Estar ahí era raro... Era extraño pasar una noche con Blitz luego de tanto tiempo. Pero no era la primera vez. Se sentía familiar. Como cuando eran jóvenes y pasaban las noches de verano juntos.

—Eres afortunado —le marcó al momento de dirigirse a la cama y sentarse en el lado contrario a él—. Yo nunca pude rescatar nada de allí, no tengo ni el más mínimo recuerdo en mi habitación, nada de los momentos buenos.

Quiso decirle también que trató de olvidar todo a la fuerza como método de supervivencia apenas sucedió el incidente. Pero no sé atrevió a decirlo. Sentía que era un momento sensible y no quería arruinarlo. Debió ser igual de doloroso para Blitz el simple hecho de separarse de un momento a otro, sin explicaciones y despedidas. Dejando solo odio y dolor por tantos años.

—No quiero que tu rostro este borrado —reconoció Fizz al verlo directamente—. Aunque te odies a tí mismo y no quieras verte y aunque sientas que arruinas cada uno de estos recuerdos, no quiero que borres nada otra vez. Existes y siempre existirás en la memoria de todas esas personas.

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