Brilla como las estrellas

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Sus plumas se erizaron al sentir la manera en como Blitz mordía su cuello y luego lamía las zonas más erógenas de su extensión. Stolas se debilitó y sintió sus rodillas temblar ante la forma en como lograba hacer exactamente lo que más lo excitaba. No obstante, debía pensar y no dejarse llevar como todas las veces en las que ellos empezaban a besarse y perdían el control.

Lo abrazó tan fuerte que lo empujó hacia adelante y logró voltear su cuerpo contra el colchón, quedando él arriba y pasando a recostar su rostro sobre el pecho de Blitz, quien parpadeó extrañado ante el repentino bombardeo de cariño.

—Recuerda ir un poco más lento —comentó el principe suspirando aún sintiendo sus mejillas arder de la pena—. Si siempre me besas así, no voy a poder controlarme en ninguna ocasión.

Blitz formó una media sonrisa y acarició su espalda con lentitud. Tampoco tenía un límite porque Stolas jamás se lo estableció. Probablemente, si fuera por él, eso hubiera terminado en una maratón de sexo como siempre sucedía. Un sexo sucio y repleto de libertinaje. Y no era la ocasión para que eso sucediera.

—Sabes... —quiso cambiar un poco ese ambiente tan caliente que se respiraba en la habitación—. Estoy viendo a Fizzarolli otra vez. Él es-

—Sé que es la pareja del rey Asmodeus actualmente —Stolas lo recordaba y también toda la situación que atravesó con el rey de lujuria la última vez que lo vio—. El payasito de Ozzie's. Ellos se aman... se aman mucho —dijo en voz baja al recordar la forma en como se abrazaban y se necesitaban. Envidió un poco esa clase de amor que se tenían, era tan fuerte... tan puro.

Un imp y un sangre azul... Él quería ser como ellos alguna vez.

—Oh, entonces lo sabes —asumió Blitz, ya que, después de todo, ese secreto no era difícil de descubrir—. Él era un amigo de la infancia. Creo que ahora nos llevamos bien y...

El imp quiso transmitir un poco de la experiencia que Fizzarolli marcó en su vida. Tal vez así, Stolas no encontraba sus acciones tan irracionales o egoístas. Tampoco sus cambios.

—Él me odió por mucho tiempo. Pero ahora las cosas están mejor —acarició un poco las plumas de la nuca de Stolas entrecerrando sus ojos al recordar cada situación de su historia—. El punto es que cuando lo ví con ese tipo grandote en el recital de Iron, creo que recuperé algo de esperanza. Si lo suyo funciona, puede que nosotros funcionemos. No es una locura, ¿no crees? —planteó con una sonrisa un poco insegura—. Jamás hubiera pensado así antes. Pude verlo de otra forma gracias a Fizz.

—Blitz... —pronunció Stolas al momento de levantarse de su pecho y sentarse a su lado, dirigiendo una mirada preocupada hacia el pequeño— ¿Qué le hiciste para que te odiara tanto?

Blitz se quedó callado por largos segundos. Titubeó al llegar a ese lado de sus recuerdos, a lo que más le dolía. Tomó asiento en su lugar y no pudo medir la cantidad de angustia que golpeó su pecho de la nada misma. El trauma aún habitaba en su ser, no era resiliente como Fizzarolli, no tenía esa fuerza... Él vivía con el trauma todos los días. Y jamás decía en voz alta que todavía cargaba con esa cruz la mayoría del tiempo.

—Yo estaba en ese circo. Ese horrible circo que mi padre dirigía —comenzó a hablar con una voz más ansiosa de lo que había medido, casi sin pensar en lo que estaba diciendo debido a la terrible alteración que le causaba el asunto—. Todo el lugar se prendió fuego por accidente, un accidente que fue mi culpa. Mi mamá no sobrevivió y...

Se frenó en seco cuando Stolas colocó su mano sobre la de él. Blitz apenas notó que su propia respiración se había agitado con miedo de seguir. Sin embargo, el principe lo sostuvo fuerte y lo miró a los ojos con comprensión. No fue con lástima, fue con una intensa determinación, con la intención de querer acompañarlo incluso al rememorar algo tan terrible.

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