Limbo

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Cuando Fizzarolli gritó su renuncia, Mammon se quedó en blanco, totalmente pálido ante su desesperada exclamación. Estaban en un tribunal y todo su contrato se podría joder en ese mismo instante. ¿Como era posible que conociera el gris del final de las páginas si los ignorantes de los imps no podían siquiera leer algo tan antiguo?

—Ndiyayilahla intando yakho. Ndiyasilahla isivumelwano sakho. Ndinobuchule bomzimba nengqondo bokuthatha uxanduva kwisigqibo sam.

Con esas palabras clavadas en su memoria, Fizzarolli invocó, sin tener la precisión o certeza de que podría ser efectivo, la revocación y el vacío legal que era protocolar en el exclusivo contrato del imp. Cuando sus palabras fueron pronunciadas, fue como si la mismísima magia de Lucifer se manifestara dentro de ese destartalado tribunal.

Las hojas se materializaron frente a Mammon, hojas doradas que empezaron a conformar una especie de libro sagrado que desprendía fuegos amarillos y verdosos de forma extravagante. Hoja por hoja... Las páginas se prendieron fuego y empezaron a calcinarse hasta quedarse en la nada misma.

Mammon estaba congelado, anonadado ante lo que sus grandes ojos de monstruo estaba presenciando. Pero el más afectado fue Satán, quien relinchó como una cabra enfurecida y apretó los dientes con un sentimiento de confusión y odio tremendo.

Fizzarolli se armó de valor para detener esa locura. Era tarde, pero no lo suficientemente tarde para salvar a Asmodeus y a sus seres queridos. El contrato estaba desecho y mientras se prendía fuego, se plantó contra Mammon a metros de distancia y empezó a declarle cada uno de sus pensamientos más sinceros y crueles.

—¡RENUNCIO PORQUE TE ODIO Y ME ARREPIENTO DE HABERTE CONOCIDO! —lo señaló con su extensión robótica y con los ojos llenos de lágrimas y furia— ¡TE ABORREZCO, ODIO TU CIRCO Y TUS ACTOS, NO ERES NADA DE LO QUE CREÍ QUE SERÍAS! ¡NO ERES TALENTOSO, NO ERES AGRADABLE Y NO ERES GRACIOSO, ESTÁS JODIDAMENTE SOBREVALORADO! —gritó con todas sus fuerzas como si quisiera matarlo ahí mismo— ¡ME ESTAFASTE, ME ENGAÑASTE, ME MANIPULASTE Y ME VIOLASTE! ¡RENUNCIO PORQUE YA NO QUIERO TENER NADA QUE VER CONTIGO Y NO QUIERO VOLVER A SENTIRME UN PRISIONERO, NUNCA MÁS!

Asmodeus se levantó del suelo, retrocedió lo suficiente para llegar a Fizzarolli y abrazarlo con la sola intención de protegerlo con su cuerpo. Mientras tanto, un jadeante Stolas se mantenía temblando en su lugar observando a Blitz, quien aún no podía controlar su respiración y adrenalina y veía todo desde las alturas. El tribunal destrozado estaba en llamas y todo era un desastre, no obstante, el silencio era sepulcral.

El contrato terminó de consumirse y Fizzarolli ya no estaba atado al rey de la Codicia.

—Mammon... —empezó a decir Satán temblando de la rabia, aún con su apariencia de bestia y sosteniendo su rostro herido luego de haber perdido casi la mitad de su cara— ¿Por qué mierda... redactaste este escape para el imp?

Silencio.

Mammon observó a su alrededor. Los sujetos de la realeza miraban desde debajo de sus asientos, al igual que el juez. Todos presenciaron lo que sucedió y el absurdo desenlace de ese juicio. Ni siquiera podía retroceder, el imp que le disparó le había arrancado cuatro patas y Asmodeus lo había herido bastante.

—¿ERES ESTÚPIDO?! —le exclamó el rey de la Ira haciendo honor a su pecado, se prendió fuego por todas partes y gruñó como un animal encabronado— ¡ACABAS DE PONERME EN VERGÜENZA FRENTE A TODO EL INFIERNO, ARAÑA PUTREFACTA Y DESCEREBRADA!

Galopó hacia Mammon con una voz iracunda y su ojo sano encendido en el rojo más potente y profundo existente. Todo su fuego anaranjado se torno negro, estaba a punto de reventar de la furia.

—¡OYE! ¡SE SUPONE QUE TÚ LEERÍAS MI JODIDO CONTRATO Y ME DEFENDERÍAS! —le reclamó Mammon como si tuviera alguna manera de defenderse ante su semejante estupidez.

—¿TE PIENSAS QUE VOY A LEER QUINIENTAS PÁGINAS DE LA MIERDA QUE TÚ ESCRIBISTE?! —volvió a cuestionarle Satán aumentando su tamaño corporal y haciendo que sus garras y pezuñas se volvieran más filosas y mortíferas.

En ese punto del desenlace, todos estaban mirando la discusión entre los pecados sin decir una palabra. Al parecer, la cosa iba en serio.

—¡FUERON MIS PUTOS ABOGADOS! ¡POR SUPUESTO QUE YO NO ESCRIBO MIS CONTRATOS! ¡DAH! —se burló Mammon al saber que Satán, a pesar de que era poderoso, no era el sujeto más listo del mundo— ¿TODO ESE MÚSCULO Y ESA TESTOSTERONA DE CAMPESINO TE ESTÁ DAÑANDO EL CEREBRO O QUÉ?!

—¿CÓMO CARAJO TE ATREVES?! —la frenética cabra aumentó el poder de su aura, lo embistió con su gran cuerpo y lo hizo retroceder con toda la intención de empezar una batalla campal ahí mismo— ¡ERES MÁS IMBÉCIL DE LO QUE CREÍ! ¡AHORA TE QUEDASTE SIN ESE BUFÓN DE MIERDA Y ME DEJASTE EN VERGÜENZA FRENTE A TODA LA REALEZA! ¡TODOS HABLARÁN DE ESTO! ¡POR TU CULPA, MI RACHA DE JUICIOS GANADOS SE FUE A LA MIERDA! —señaló a todos los desgraciados de sangre azul que estaban ocultos pero que estaban escuchando cada palabra como si se tratara del entretenimiento del año.

Incluso muchos estaban grabando la situación con celulares, gesto que Satán notó de inmediato con una ira que lo hizo salirse de su eje.

—¡DEJEN DE GRABAR O LOS MATO A TODOS! —gritó rompiéndose la garganta debido a su furia iracunda, causando que su exclamación hiciera retumbar las paredes ya hechas añicos del tribunal— ¡ÉL ME OBLIGÓ A SER SU ABOGADO! ¡ME SOBORNÓ CON DROGAS, MILLONES DE DOLARES Y SEXO! —señaló a Mammon como si de verdad fuera el culpable de todo lo que estaba pasando.

La realidad era que ambos eran culpables por ser unos grandísimos narcisistas descuidados y estúpidos, los cuales se confiaron demasiado y subestimaron a sus rivales.

—¡NI SIQUIERA ERES TAN BUENO COGIENDO! —le respondió Mammon con una sonrisa maquiavélica, ya que no pensaba quedarse callado de ninguna manera— ¡TODOS COGEN CONTIGO SOLO PORQUE ERES SATÁN Y ERES POPULAR, PERO LA VERDAD ES QUE TIENES LA VERGA MÁS CORTA QUE HE CONOCIDO!

Un jadeó general se escuchó en la sala. Todos seguían grabando con sus celulares. Incluso el juez, Steve, quien lanzó un chiflido de gracia al escuchar tremendo golpe bajo.

Eso fue suficiente para Satanás. Se le arrojó encima a Mammon y le clavó sus garras de una forma sanguinaria y desquiciada, ambos empezaron a luchar entre si y a causar incluso más destrucción que antes. El fuego y la electricidad se mezclaron, se dejaron llevar por sus impulsos y emociones. La ira por haber perdido el contrato y la rabia por haber realizado un pésimo trabajo en equipo.

—Uh... eso tuvo que doler —murmuró Blitz luego de escuchar que Satán tenía una verga corta.

De repente, Stolas se volvió una bola de fuego solo para llegar al balcón donde estaba Blitz y lo sujetó de los hombros una vez que volvió a su forma normal. Ambos se miraron a los ojos, las heridas de Stolas eran graves pero era tiempo de accionar y no había ni un segundo que perder.

—¡Abre un portal con el cristal! ¡Tenemos que salir de aquí, AHORA MISMO! —le exigió el búho al saber que tenían la oportunidad perfecta para huir provisoriamente del problema mientras Mammon y Satán se estaban matando entre sí.

Blitz asintió con un rostro determinado y serio. Sacó el cristal de su bolsillo, el que tenía una energía potente debido a los poderes de Ozzie, y abrió el portal en medio de ese balcón que estaba a punto de derrumbarse. Entonces, Stolas le dirigió una mirada brillante y rojiza a Asmodeus desde arriba y llamó su atención con sus ojos carmesí. Desde abajo, Asmodeus cargó a Fizzarolli entre sus brazos y cruzó una mirada decidida con el príncipe.

—¡Asmodeus! ¡Ahora!

El rey de la lujuria se volvió fuego azul, se elevó hasta el balcón y los cuatro atravesaron el portal lo más rápido posible. Se cerró y dejaron ese tribunal antes de que la guerra de bestias se volviera aún peor.

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