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El receso de navidad y año nuevo no tardó en llegar, y Xavier, cuando más esperaba volver a casa, en Grimmauld Place, junto a su hermano mayor y celebrar las fiestas con él, la para nada agradable noticia de que también estarían los Weasley, Potter y Granger, además de algunos miembros de la Orden, pisotearon sus deseos de pasar su primera navidad con su hermano se fueron a la basura. Aunque, luego de escuchar del ataque en el ministerio al padre de los Weasley, decidió ahorrarse todos sus deseos de mostrar su molestia, por respeto. 

La mañana de navidad era fría, y el chico solo despertó temprano cuando su estómago comenzó a rugir de hambre de un momento a otro, porque había decidido saltarse la cena de la noche anterior cuando se di cuenta que el incómodo silencio, que rondaba entre la gente que se encontraba en aquella casa, era su culpa, prefiriendo obligarse a dormir mientras leía un libro cualquiera, el cual terminó tirado en el suelo. 

Apenas se sentó en su cama, logró ver el cúmulo de regalos a los pies de su cama, sin tardar en acercarse a ellos para abrirlos poco a poco. Se sorprendió al notar regalos de parte de Theodore Nott, Blaise Zabini y Pansy Parkinson, dejando que una sonrisa decorara su rostro, y agradeciendo haberles enviado algo también. La amistad que había surgido hace unos meses se había afianzado ahora que pasaban más tiempo juntos por el tema de la Brigada Inquisitorial, también con Draco y Lea, los cuales tampoco olvidaron en enviar regalos. 

Vio un regalo de parte de Cho y otro de Ben, también otro de su prima Narcissa y de Lucius, aunque fue más llamativo el regalo de Sirius: Una nueva escoba, siendo más específico, una Saeta de Fuego de último modelo, junto un equipo de mantenimiento para ella. 

Dejó la escoba apoyada junto a su librero, limpiando los papeles de regalo, para percatarse de dos que quedaban al final, siendo un de Kreacher, y otro sin remitente. El de Kreacher no tardó en colocárselo al ser una gorra de lana negra, mientras que el último resultó ser un anillo de plata, con forma de serpiente, junto con una pequeña nota, en una caligrafía perfecta que no tardó en identificar a la propietaria de ella.

"Nunca podrás creerme cuando te muestre todo lo que significas para mi"

El chico soltó un suspiro antes de pasar una de sus manos por su rostro, soltando una risa desganada. 

El también había hecho lo mismo, y a la misma persona que le había enviado ese regalo.

Terminó colocándose aquel anillo, para luego levantarse del suelo y salir de su habitación en dirección a la cocina para poder desayunar algo. El lugar estaba silencioso cuando llegó, pero, de un chasquido, no tardó en ver a Kreacher aparecer frente a él.

—El joven amo Black se ha colocado el gorro que Kreacher a tejido para él—El elfo doméstico habló, casi al borde de las lágrimas.

—Claro que sí, Kreacher—Sonrió el chico, agachándose a la altura del elfo—. Me ha encantado, y te agradezco por ello. Espero que te haya gustado la nueva "habitación" que organicé para ti. 

Luego de que Sirius llegara a Grimmauld Place y comenzara a rondar más gente por el lugar, Kreacher había comenzado a dormir en la habitación de la caldera, rodeado de basura y restos de comida, algo que a Xavier no le había agradado demasiado, considerando que el elfo antes ocupaba una de las habitaciones libres en la casa, por lo que no había tardado en despejar uno de los armarios contiguos a su habitación para dejar que Kreacher durmiera allí, junto a mantas y almohadas limpias. 

—Kreacher estará siempre agradecido del joven amo Black—El elfo a ese punto ya estaba llorando, secando sus lágrimas con los harapos que traía puestos—, le prepararé desayuno al joven amo Black. 

Xavier se sentó en el comedor a esperar, tomando el diario El Profeta que parecía haber llegado esa mañana, leyendo con desinterés las noticias y cotilleos que salían allí. Su mirada se alzó al oír pasos, viendo que Sirius venía entrando al lugar. 

—Feliz navidad, Xavier—Fue lo primero que dijo su hermano mayor, sonriendo ampliamente.

—Feliz navidad, Sirius—El chico soltó de la misma manera.

El abrazo que compartieron fue reconfortante para el menor, porque sentía que no había pasado el tiempo suficiente con su hermano mayor desde que llegó de Hogwarts, porque su atención parecía radicar completamente en Harry Potter y las extrañas pesadillas que parecía tener, y que de alguna u otra forma, habían estado relacionadas con el ataque que había sufrido el señor Weasley.

—¿Te ha gustado tu regalo?—Preguntó el mayor, sentándose junto a él. 

—¡Claro que sí! Mi escoba ya estaba algo desgastada, la tengo desde mi segundo año—Respondió el chico—, te lo agradezco mucho, y espero que también te haya gustado mi regalo. 

Durante el verano, había escuchado incontables historias de Sirius en su época escolar, y siempre se repetía su gusto por la música Muggle. Y, luego de varios días investigando, había logrado comprar un tocadiscos junto vinilos de los grupos favoritos de su hermano mayor en el mundo muggle hace dos días. 

—Es el mejor regalo que podrían haberme dado, Xavier—Sirius habló con sinceridad, y el chico notó cierta triste y melancolía en el rostro de su hermano—. Me ha traído muy buenos recuerdos, y te lo agradezco. 

Desayunaron juntos esa mañana, hablando de cualquier cosa y riendo entre ellos, siendo suficiente para llenar el vacío que se había formado en el pecho de Xavier desde que había llegado a ese lugar. El chico decidió volver a su habitación cuando comenzó a haber más movimiento en la casa, encontrándose con los Weasley de frente cuando iba saliendo de la cocina, sin olvidar desearles una feliz navidad antes de seguir con su camino. 

Terminó encontrándose ahora de frente a Hermione, quien parecía ser la última en bajar a la cocina por el desayuno, sin poder evitarla.

—Feliz navidad, Hermione—Xavier habló primero, sintiendo como los ojos de la chica iban desde su rostro hasta el anillo en su dedo anular de la mano derecha—. Y te agradezco por el anillo. 

El chico pasó junto a ella para seguir su camino, oyendo los pasos a su espalda, pero volvió a verle cuando se cruzó nuevamente, dejando apenas unos centímetros de separación entre sus cuerpos.

—Feliz navidad igualmente, Xavier—dijo Hermione en un susurro audible solo para ellos. La mirada de Xavier fue al cuello de la chica cuando ella llevó su mano a la zona, viendo que allí colgaba un collar de oro, con un dije de libro—. Me ha encantado tu regalo. 

Ninguno supo quién había sido el primero en tomar la iniciativa, pero solo supieron que caerían por el otro todas las veces que fueran posibles cuando sus labios se encontraron en un deseoso beso, que no parecía ser el último de esa mañana. 

UNDER CONTROL  ━━ hermione grangerWhere stories live. Discover now