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TORNEO DE LOS TRES MAGOS
Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.
Los estudiantes deberán llevar sus libros y mochilas a los dormitorios y reunirse a la salida del castillo para recibir a nuestros huéspedes antes del banquete de bienvenida.

La mañana de aquel 30 de octubre, Xavier había recibido una carta de Sirius traída por la blanca lechuza de Harry Potter, y sabía que era de él, pues, luego de haber dejado caer la carta frente a él durante el desayuno, había atravesado el comedor hasta la mesa de Gryffindor.

Cuando leyó el arrugado pergamino impregnado de las palabras de su hermano mayor, no tardó en alzar la mirada en dirección al Gryffindor, quien se encogió en su lugar ante ella.

Black creía que Potter era bastante inteligente para saber que era arriesgado traer a Sirius cerca de los terrenos del castillo por lo ocurrido a finales del curso pasado, y al mismo tiempo, Xavier se dio cuenta que su hermano mayor actuaba como un imbécil al creer en las palabras de Potter.

—¿Quién envía esa carta, Xavier?—La femenina voz de Lea le sacó de sus pensamientos, dirigiéndole la mirada antes de negar con su cabeza.

Apuntó el trozo de pergamino y lo alzó en el aire, quemándolo con un hechizo no verbal hasta fundirlo en cenizas.

—Nadie importante—Respondió el chico, continuando con su desayuno bastante desganado.

El resto del día no fue tan relajado como querría él, porque los profesores habían adoptado una neurótica posición ante la inminente llegada de los extranjeros a Hogwarts esa misma tarde, aunque había logrado escabullirse antes de las seis a la lechucería, donde le había enviado una agradable carta a su hermano mayor:

"Orión,

Sé que los años de encierro afectaron tu juicio, pero no creí que sería demasiado al punto de confiar en un chiquillo como Potter, quien parece tener su mente bastante nublada. La mejor idea es que vuelvas a esconderte, lejos de Hogwarts, donde nadie pueda encontrarte.

Eridanus."

A las seis de la tarde, todos los estudiantes, tanto como los profesores, se encontraban a las afueras del castillo, en espera de ver llegar a los estudiantes de Beauxbatons y de Durmstrang. En ese momento, Xavier cuestionó la estabilidad mental de los profesores de Hogwarts, porque, ¿Quién había tenido la excelente idea de sacar a todo el colegio fuera, casi llegado el invierno? A ese punto, la mayoría temblaba del frío y se abrazaba a sí misma en busca de calor.

—Si tardarían en llegar—Comenzó Ben, con sus dientes castañeantes del frío—, mejor esperaba sentado en el Gran Comedor.

—Tienes razón—Habló Cho, moviendo sus piernas en un vago intento de entrar en calor—, o podrían habernos dejado traer abrigos. El profesor Flitwick me quitó mi gorra de lana y ahora no siento las orejas. Iré por Cedric, necesito robar calor.

Xavier perdió de vista a Cho segundos después, dejando a los dos Slytherins y al Ravenclaw entre el tumulto. Los ruidos de asombro en dirección al bosque prohibido le hicieron mirar, viendo surgir una carroza de tamaño desmedido.

Las tres filas delanteras de estudiantes se echaron para atrás cuando el carruaje descendió precipitadamente y aterrizó a tremenda velocidad, en un ruido estridente que hizo sobresaltar a varios, logrando ahogar un gran "¡Mierda!" que salió de los labios del chico Black cuando el distraído Gryffindor, Neville Longbottom, pisó uno de sus pies al asustarse, acción que hizo reír a Lea, quien permanecía junto al Slytherin.

—La mujer gigante es Madame Maxime—Comenzó a hablar Lea, cuando el grupo de amigos reconoció que se trataba de los estudiantes de Beauxbatons—, es la Directora. Una mujer bastante inteligente, pero que reniega sus obvias raíces.

—Bueno, es algo comprensible considerando los estigmas en la comunidad mágica—Murmuró Ben, complementando las palabras de la chica Rosier.

Luego de que los recién llegados de Beauxbatons entraran al castillo, todavía no era tiempo de que todo Hogwarts ingresara también, porque aún debían esperar por los estudiantes de Durmstrang, y Xavier agradeció que esa espera no se extendiera mucho, porque, de un momento a otro, un barco había comenzado a surgir del lago negro, hasta instalarse a orillas de este. Del barco, descendieron corpulentos chicos cubiertos de gruesos abrigos, caminando hacia la entrada del castillo, encabezado por un hombre algo viejo, pero no en demasía como Dumbledore.

Las expresiones de asombro no tardaron en oírse cuando Viktor Krum fue el primero en ingresar al castillo detrás del director de Durmstrang, el profesor Karkarov. Nadie podría creer que una estrella de Quidditch estuviera en Hogwarts, y en cierta parte, Xavier tampoco lo creía.

Cuando todos estuvieron en el Gran Comedor para la cena, vio como Draco atosigaba a Krum en un extremo de la mesa de Slytherin, mientras que, en la mesa de Ravenclaw, Ben parecía tener corazones en los ojos mientras miraba a todas las chicas de Beauxbatons, mientras Cho parecía mirar con asco al chico. Parecía una de esas películas de comedia muggles.

Cuando la cena terminó, los platos desaparecieron de las mesas, y fue turno de prestar atención al discurso de Dumbledore con respecto al Torneo de los Tres Magos. El señor Filch entró al lugar trayendo consigo un gran cofre, que fue colocado frente al director de Hogwarts.

—Como todos saben, en el Torneo compiten tres campeones —continuó Dumbledore con tranquilidad—, uno por cada colegio participante. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta se alzará con la Copa de los tres magos. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego.

Con un movimiento de varita, un gran cáliz, con llamas de color blanco y azul, se alzó ante la vista de todos, quedando instalada sobre el gran cofre donde había estado.

—Para asegurarme de que ningún estudiante menor de edad sucumba a la tentación —Prosiguió Dumbledore—, trazaré una raya de edad alrededor del cáliz de fuego una vez que lo hayamos colocado en el vestíbulo. No podrá cruzar la línea nadie que no haya cumplido los diecisiete años. Por último, quiero recalcar a todos los que estén pensando en competir que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego haya seleccionado a un campeón, él o ella estarán obligados a continuar en el Torneo hasta el final, nadie puede arrepentirse. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios.

Y con eso, todos se levantaron de sus lugares para ir a dormir.

UNDER CONTROL  ━━ hermione grangerTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon