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Los pasos de Xavier fueron apresurados cuando tuvo que correr hacia el vestíbulo por los desgarradores gritos del cuadro de su madre, porque era bastante sabido que el último hijo de Walburga Black era el único que podía controlar al cuadro mágico de su madre.

Aquel cuadro mágico era bastante especial, porque, a diferencia de otros, poseía la capacidad de mostrar dos facetas, dos caras completamente contrarias e independientes de la mujer, y Xavier realmente detestaba ver al cuadro de su madre en su peor forma: La mujer vieja dentro del retrato estaba babeando, sus ojos giraban hasta quedarse en blanco como si estuviera poseía, y la piel amarillenta de su cara se estiraba hasta tensarse cuando ella gritaba de manera desgarradora, ahuyentado a todo aquel que se acercara.

—¡Suciedad! ¡Escoria! ¡Productos de la suciedad y repugnantes! ¡Medio desarrollados, mutantes, subnormales, largo de esta casa!

Xavier fulminó con su mirada a la señora Weasley al notar que comenzaba a lanzar hechizos en dirección al cuadro de su madre, quien seguía resistiendo a que las cortinas que ocultaban el cuadro se cerraran, deteniéndose frente a este, con la respiración agitada, y al mismo tiempo en que veía por el rabillo del ojo que Sirius aparecía por la puerta de la cocina, apresurándose en hacerle una seña para evitar que se acercara más.

El cambio en el cuadro fue drástico cuando Walburga Black se percató de la presencia de su último hijo. La vieja mujer de piel amarillenta desapareció en un parpadeo, siendo reemplazada por una joven mujer de pálida piel y grises ojos, que poseía un peinado recogido en su cabello azabache y ropas del mismo color, sonriendo casi con ternura.

—¡Xavier, cariño!—Los gritos desgarradores no se oían, siendo ahora una melodiosa voz la que provenía del cuadro—. ¿Cómo has estado? No te vi bajar para el almuerzo, no debes saltarte tus comidas.

—No te preocupes, mamá—Habló el chico, dedicándole una pequeña sonrisa, tomando las cortinas del cuadro—. Kreacher me preparó comida, pero tu ya debes dormir. Descansa.

El cuadro de la mujer cerró los ojos, y fue lo último que vio el chico antes de ocultarlo tras las pesadas cortinas, girándose y percatándose de todas las miradas sobre él, aunque fue momentáneo, ya que Sirius decidió hablar en ese momento.

—Hola, Harry—Habló Sirius, y gracias a eso, Xavier se percató de que el mencionado estaba allí, mirando—. Veo que has conocido a mi madre. Mi vieja y querida Madre... Hemos intentado sacarla durante un mes pero pensamos que puso un Encantamiento de Adhesivo Permanente al dorso del cuadro.

Xavier alzó sus cejas con sorpresa al oír la confesión de Sirius, mirándole con molestia ahora, aunque este estuviera ignorándole de manera olímpica.

—Pero, ¿Qué hace el retrato de tu madre aquí?—Cuestionó Potter.

Xavier comenzó a bajar las escaleras que daban hacia la cocina frente al par, escuchando con total descaro la conversación que tenían.

—¿Nadie te dijo? Esta era la casa de mis padres—Siguió Sirius—. Xavier y yo somos los últimos Blacks vivos. Es de Xavier porque mi madre me desheredó, pero ha permitido que me esconda aquí, y se lo ofrecí a Dumbledore como cuartel general luego de hablar con él, es prácticamente la única cosa útil que he podido hacer.

—Oh, sí...—Murmuró Harry—. Xavier mencionó algo así antes. Ahora entiendo por qué dijo que era suya...

La cocina rápidamente se llenó de cabezas pelirrojas y alguno que otro participante de la Orden para la cena. Xavier se limitó a sentarse en el lugar que había ocupado desde que tenía memoria, viendo como una bola de pelos anaranjada se movía ágilmente por el piso hasta dar un salto y sentarse en su regazo; el chico se limitó a acariciar el lomo de Crookshanks con tranquilidad, evadiendo, como siempre, que aquel gato pertenecía a Hermione.

La señora Weasley les sirvió a todos los presentes, excepto a Xavier, la cena que ella había preparado, porque sabía que el elfo doméstico, Kreacher, se encargaba de la alimentación del joven Black, y ya había tenido un altercado con el elfo días atrás cuando olvidó aquel silencioso término, por lo que no fue de extrañarse para nadie, a excepción de Harry que, de la nada, apareciera un plato rebosante de comida, y totalmente distinto al resto, frente a Xavier.

El chico Black comenzó a cenar con aparente tranquilidad, aunque sentía miradas de vez en cuando sobre él, y sabiendo de quien se trataba, no tardó en corresponde su mirada. Una burlona sonrisita se dibujó en su rostro cuando se percató del color rojo que habían tomado las mejillas de Hermione cuando sus miradas se encontraron.

La cena terminó luego de una breve discusión sobre la voluntad de Potter de unirse a la Orden y el sobreprotector comportamiento de la señora Weasley cuando se trataba de el chico, por lo que cada uno se dirigió a su habitación luego de ello.

Las luces se apagaron y la gran casa Black se sumió en un silencio que indicó que todos dormían, aunque Xavier oyó unos pasos resonantes en el pasillo fuera de su habitación, y cuando se asomó para investigar de quién se trataba, no se sorprendió mucho al notar que era Hermione, quien dio un pequeño respingo cuando fue capturada en escena.

—¿Qué te trae por aquí, Hermione?—Murmuró Xavier, con total tranquilidad—. Creí que dormías con Ginny en una de las habitaciones en el segundo piso.

—Solo yo... Hm...—Murmuró un poco, sin apartar su mirada del rostro de chico—. No podía dormir. Creí que... Podríamos hablar un poco.

Xavier alzó una ceja ante su vaga respuesta, y más al percatarse que Hermione no dejaría de insistir nunca en tener una conversación con él.

El chico de movió a un costado y le dejó entrar a su habitación, cerrando la puerta a sus espaldas.

Y, antes de que pudiera decir algo, los labios de la pelicastaña se habían pegado a los suyos en un inocente beso, el cual Xavier no tardó en tomar ventaja con ello.

Necesitaba algo de diversión.

UNDER CONTROL  ━━ hermione grangerWhere stories live. Discover now