LEO

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Después de hacer una incursión en un museo lleno de fantasmas confederados, no pensaba que el día pudiera ir peor. Estaba equivocado.

No habíamos encontrado nada en el submarino de la guerra de Secesión ni en ninguna otra parte del museo; solo unos cuantos turistas viejos, un guarda de seguridad dormitando y —al intentar inspeccionar los artefactos— un batallón entero de zombis relucientes con uniformes grises. ¿Y la idea de que Frank controlara a los espíritus? Sí..., no había dado resultado.
Cuando Piper envió un mensaje de Iris avisándonos del ataque de los romanos, ya estábamos a mitad de camino del barco, después de haber sido perseguidos por el centro de Charleston por una panda de muertos furiosos de la Confederación. Entonces tuve la ocasión de volar en primera clase con Frank el Águila Amistosa. Y como había sido yo (bajo el control de un fantasma) quien había disparado, los romanos me tenían como diana.
¡Pero la cosa no acababa ahí! El entrenador Hedge nos abatió a tiros y aterrizamos forzosamente en el fuerte Sumter. Por suerte, tras una entrada al Argo II brutal por parte de Annabeth, Olivia consiguió alejarnos lo suficiente del lugar. Claro que no pudo controlar sola el timón debido a que Percy y Jason habían invocado una buena tormenta, por lo que ambos habíamos tomado el control del Argo II.

En un momento dado, Annabeth se nos acercó a ambos y gritó contra el rugido del viento:
—Tengo unas coordenadas. ¿Puedes introducir latitudes y longitudes en este trasto?

—Puedo introducir mapas astrales y pedirte un batido, si quieres. ¡Pues claro que puedo introducir latitudes y longitudes!

Annabeth recitó de un tirón los números. Con suerte, Olivia consiguió mantener el timón mientras yo tecleaba dichos números. Un punto rojo apareció en el monitor de bronce.

—Ese sitio está en medio del Atlántico —dijo Olivia frunciendo el ceño—. ¿Tienen un yate los Ponis Juerguistas?

Annabeth se encogió de hombros con gesto de impotencia.
—¡Conservad el barco entero hasta que nos alejemos de Charleston! ¡Jason y Percy mantendrán los vientos!

—¡Qué divertido! —chillé con ironía.

Conseguimos alejarnos de Charleston. Aquel había sido el mayor tiempo que más había pasado cerca con Olivia desde lo ocurrido en el Salt Lake City; trabajando como el equipo que éramos. Pero al fin el mar se calmó y los vientos remitieron.

—Valdez, Taylor—dijo el entrenador Hedge con sorprendente delicadeza—. Déjame ponerme al timón.

Tal vez Olivia estaba más acostumbrada que yo, después de todo tenía más años de experiencia y entrenamiento, pero yo sentí que mis rodillas parecían de goma. Incluso el entrenador Hedge tuvo que separarme del timón. O tal vez era que no quería separarme de Olivia.
La observé apartar sus rizos de su rostro, empapados y pegados a su rostro por culpa de la tormenta. Tenía el cabello revuelto y hecho un asco, pero se veía preciosa.
Desvié mi atención de ella cuando Festo me transitió un informe de estado mediante rechinos y zumbidos. Por algún motivo, tenía la sensación de que me estaba olvidando de algo.

—Busque monstruos —le dije al entrenador—. Y tenga cuidado con el estabilizador dañado. Y...

—Lo tengo controlado —prometió el entrenador Hedge tomando el timón—. ¡Lárgate!

Asentí fatigado, cruzando la cubierta tambaleándome en dirección a mis amigos.
Percy y Jason estaban sentados con la espalda apoyada contra el mástil y la cabeza caída del agotamiento. Annabeth y Piper intentaban hacerles beber agua. Olivia, se había apoyado en la barandilla, alejada, y con el ceño fruncido mientras observaba en dirección a dónde estaba el puerto de Charleston. Hazel y Frank estaban discutiendo fuera del alcance del oído, moviendo mucho los brazos y sacudiendo mucho la cabeza. La discusión se interrumpió bruscamente cuando Hazel me vio.

χαρμολύπη [Charmolipi]Where stories live. Discover now