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El ambiente otoñal, brindaba una experiencia verdaderamente encantadora y evocadora... La temperatura era fresca pero agradable alrededor de los 15 grados, la suave brisa soplaba las hojas doradas y rojas hasta desprenderlas de los árboles, llevando su aroma de hojas secas, madera y un toque de tierra húmeda hacia los jóvenes estudiantes, vestidos con sus uniformes escolares y cubiertos por livianas chaquetas para mantenerse abrigados.

Los árboles de arce japonés estaban en su esplendor con sus brillantes hojas, creando una alfombra de tonos rojos y naranjas en el suelo, que podían escucharse crujir bajo los pies de los acelerados jóvenes que se dirigían a sus lecciones.

Los alumnos involucrados en la desaparición en altamar finalmente habían logrado disfrutar de su bien merecido descanso, preparados para un nuevo día de clase teórica para dejar reposar sus atrofiados cuerpos, que terminó en múltiples cabeceos por parte de los estudiantes.

Un uniforme golpeteo en la puerta solicitó entrada al profesor, que fue otorgado apenas terminó con una breve explicación en la pizarra.

La ligera puerta se deslizó, dando la bienvenida a la asistente del director que avanzaba con ambos ojos cerrados y frente en alto, manejando el mismo delicado porte que mantenía el día que le conocieron.

—Espero disculpe la interrupción Profesor, poseo un comunicado del director hacia sus alumnos. —La asistente expresó de manera educada, reverenciando cortésmente con su mano posicionada sobre su corazón.

Quien iba a pensarlo... Se sabe comportar. —Pensó viendo a la peliblanca con una media sonrisa y algo nuevo en su rostro dejándole intrigado, mas no queriendo incomodarla con preguntas. —Eh... Adelante.

La mujer acató el permiso del profesor, posando de frente a los atentos estudiantes que se percataron de un pronunciado golpe en uno de sus ojos, enmarcando sus largas pestañas blancas con el oscuro morado del hematoma.

El silencio tras verla, fue interrumpido por la curiosidad del irreverente joven eléctrico.

—¿Qué te pasó?

—¡Que directo!

—¡No dejaste ni pasar un minuto antes de preguntar!

—¿No habias ido a un funeral? —Cuestionó Sato

—Se salió de control... —Expresó restandole importancia, hojeando una serie de documentos por repartir.

—¿Cómo se puede salir de control?

—Me preguntaron que era del difunto y lo primero me que se me vino a la mente, fue decir amante...

—¡Idiota! —Reaccionaron sin pensar, Sero, Denki, Mineta y Bakugo.

—¡¡Silencio!! —La voz del profesor, apaciguó las voces y rigió los jóvenes que permanecieron como estatuas ante su orden.

La mujer aprovechó la quietud de los chicos para repartir una serie de hojas entre los asientos.

—El documento que les hago entrega es para sus padres, necesitamos que en esta ocasión regresen los talones con la firma de autorización de sus tutores para su próximo entrenamiento fuera de territorio escolar... Solo cuando tengamos el permiso de todos, asignaremos una fecha. —Expuso el mensaje caminando entre las filas de asientos.

—¿Desde cuándo nos piden sus permisos por escrito? —Denki expresó con indignación

—Me parece adecuado... La última vez que estuvimos fuera de la escuela terminamos una semana sin reportarnos. —Aclaró el representante.

—Pero eso se considera una misión... No una actividad. —Abogó el joven cabeza de cuervo.

—Nos dieron por muertos Tokoyami-kun... No es algo que se supera fácilmente, kero.

Milenio Vacío II: Viejo MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora