Capítulo 19: Propósito

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—Te he dejado el dinero allí —Sujeta mi mano, la abre y deposita una servilleta con algo en su interior.

—Por si tu estancia aquí se vuelve aburrida —guiña un ojo con picardía y pongo los ojos en blanco.

—Créeme, no quieres estar conmigo —sigo mi camino tirando la servilleta en la primera papelera que encuentro.

Sé que he llegado al campus cuando los árboles se vuelven más frondosos y merodean jóvenes por la zona.

Me dirijo hacía el área de información y me recibe una señora con grandes gafas y ojos muy pequeños.

—¿En qué puedo ayudarte chico? —pregunta pasando páginas de lo que parece una agenda demasiado ajetreada .

—Busco a Lauren Masset. Es un amigo, quedé en visitarlo ya hace unos meses, pero mi abuela se puso enferma y ahora que se ha estabilizado, quiero darle una sorpresa y necesito saber en dónde se hospeda.

Procuro sonar simpático y sincero, la señora me observa y frunce el ceño.

—Chico, deberías llamarle —se da la vuelta dejándome sin opciones.

—Espere —no me queda otra que meterme más en el papel —es mi novio, aún no he salido del armario, pero seguro que usted, en honor al amor me ayudará —junto las manos suplicando.

—De acuerdo semental, ¿Masset? —asiento, ojea el ordenador y espero paciente.

—Hubo un Lauret Masset en la habitación 1283, pero canceló su matrícula hará un mes, lo siento chico.

—Vaya... gracias por la ayuda.

—¡Que tengas suerte! Y que triunfe el amor —sonrío y salgo de allí en dirección a la residencia, necesito saber qué es lo que pasa.

A unos diez minutos se encuentra la residencia de estudiantes, busco el número de habitación y cuando la encuentro, toco la puerta a la espera de que alguien tenga las respuestas que la señora anterior no pudo darme.

—¿Hola? —me abre un chico negro con cuerpo de atleta.

—Hola, soy amigo de Lauren y venía a entregarle unos libros —miento

—Lauren ya no estudia aquí — se acerca demasiado a mi cuerpo, en situación de defensa.

¿Está asustado?

—Tranquilo, no sabía nada. ¿Sabes dónde puedo encontrarle? —pregunto con la esperanza de averiguar qué pasa.

—Ha vuelto a Vancouver —cierra la puerta en mis narices.

Y en ese instante, me doy cuenta de la persona que tenía delante, es el hermano de Vaiolet, el mismo que la visitó en el centro.

VAIOLET

Desde que no tomo la medicación mi sueño es más constante, aunque mis estados emocionales no lo son tanto.

La mañana en la que todo cambia, me despierto por el sonido de la lluvia, aún era de noche. Salí al porche y el agua caía a raudales, sentía cada gota descender sobre mi cuerpo y deslizarse hasta encontrar el suelo. Se escuchaba el sonido de la lluvia, del viento ayudándole a llegar y del golpe final. Me tumbé en la madera mojada, solo llevaba una camisa larga de color blanca y lo sorprendente de toda esta situación, era precisamente la camisa. Esa mañana me sentí diferente, o con ganas de serlo. Así que empecé con el color, y aunque pueda parecer una tontería, verme en el espejo de esta forma tan distinta, hizo que sonriera y me sintiera tímida ante mi propia presencia.

Mientras la lluvia seguía su curso, yo la acompañaba. No conseguía abrir los ojos, así que los mantuve cerrados. Podía escuchar mi corazón, un tanto ilusionado y las comisuras de mis labios inclinados simulando una leve sonrisa.

YUANFEN, MI SALVACIÓNWhere stories live. Discover now