En la mira [Soap x Tu] (#2)

Capítulo 9

•🧿•

Golpeo el brillante saco de boxeo mientras mi cuerpo suda y se estremece por cada movimiento. Jadeo, gruño y suelto múltiples insultos mientras descargo toda mi energía en cada golpe.

Necesito despejar mi mente, necesito intentar no pensar en ella.

Natasha.

Lanzo una patada firme, lo que ocasiona que el saco se suelte de su base y termine en el suelo. Me quedo largos segundos observando lo que hice mientras me obligo a calmar mi respiración y a estabilizar mi cuerpo. El dolor en mis nudillos es agudo, recordándome para mi mala suerte que todo esto fue ocasionado por un sueño.

Llevo mucho tiempo teniendo pesadillas. A veces es Maikol quien aparece en ellas; lo veo amarrado a una silla, demasiado herido y ensangrentado como para no ocasionar un colapso en mi.

En otras veo a Natasha, me mira desde lo lejos, me llama para que me acerque pero no puedo moverme. No importa cuanto lo intente, no importa cuanto grite... Nada puede detener como Hannah aparece detrás de ella y le corta la garganta.

Nunca entendí porque mi subconsciente parece haberse aferrado a ella. La quería, si. Cuando estaba a su lado sentía que podía ser yo mismo, que no necesitaba aparentar algo que no era. Pero ahora, un año después de todo lo que pasó, me parece doloroso y extraño que su recuerdo viva tan constante en mi.

Me pregunto si es una clase de castigo por no haber podido salvarla.

—Yo venía a golpear eso. —la voz de König me hace verlo sobre mi hombro mientras se acerca y se pone a mi lado.

—Lo siento, me dejé llevar.

—Te entiendo, yo también lo hago a menudo.

—¿Derribar el saco?

—Bueno, eso también. —contesta divertido—, pero me refiero a dejarme llevar por las emociones.

Asiento levemente mientras lo miro de reojo. Es toda una sorpresa que él este diciéndome esto, la mayor parte del tiempo es excesivamente difícil sacarle información a König. Me atrevo a decir que puedo hacerlo mejor con Ghost que con él.

—Por cierto, Price te está buscando. —lo veo avanzar para levantar el saco y casi suelto una exclamación al ver como lo levanta como si fuera una almohada—. Iba a interrogar al prisionero.

—Gracias por el aviso, iré enseguida.

[...]

—¿Todavía no piensas hablar?

El hombre se mantiene inerte y perdido en el inmenso dolor de la tortura. He llegado hace un rato a la celda, ya aseado y uniformado para empezar con el interrogatorio pero no pude evitar escuchar al Capitán hablar con Simon sobre que la hija de Vargas estaba trabajando en algo que él le pidió.