Capítulo 80

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He quedado, con mis amigos y con Margarita, en mi chalet de Marbella. Cenamos y bebemos vino robado de la extraordinaria bodega de papá.

-Tinto o blanco

-Blanco. 

-Ibas al colegio con la maravillosa Sara. 

Sí. 

Y estudias Bellas Artes. 

Sí. 

-Qué perita. 

-Supongo. 

-Sara dice que pintas genial. 

-Es una exagerada. 

¿Y cómo era Sara en el cole?-pregunta, Esther. ¿Las tenía a todas loquitas por ella?

-No sé. 

-¿No sabes? Tú estabas allí. 

Me levanto y hago gestos con los brazos de cortar el rumbo de la inquietante conversación. 

-Chicos, ya vale con el interrogatorio dela Gestapo. Dejadla que se beba el vino a gusto.

Le serví más vino a margarita. 

-Gracias. Está muy rico. 

-Brindemos. 

-Guay. 

-Por elpadre de Sara-dijo Subi, eufórico-porque nos estamos bebiendo su bodega.    


-No. Yo quiero hacer otro brindis-digo levantándome y alzando mi copa rebosante de alegría y de vitalidad.

Todos me miran, expectantes.

-Por la amistad.

Mague, Subi, Encarni, Margarita, y Antón se levantan. Chocan sus copas con la mía.

-Por la amistad.

-Y por la eterna adolescencia-añade Subi.

-Y por la eterna adolescencia-repetimos.

-A ver, Margarita, la pregunta del millón. ¿Qué tal te llevas con tu madre? Así sabremos si eres un artista de verdad.

-Mi madre ha muerto.

Se cuaja un silencio sepulcral.

-Lo siento-dice Antón, con voz queda como si le hubieran herido con una espada.

-Tranqui. No pasa nada.

La tensión se corta con un cuchillo.

De repente, Margarita se levanta, cruza el salón y se la tragan las sombras. Yo me levanto y la sigo. Tras la puerta cerrada del baño, sé que la ansiedad la está devorando. Me da una pena espantosa. De pronto, odio a Antón con una virulencia febril.

MÁLAGA 82Where stories live. Discover now