Capítulo 22

7 0 0
                                    

Las heridas me arden pero me hacen sentir viva. La valquiria negra ha vuelto y sólo los cortes aplacan su voracidad. Arenas negras, mar negro. Todo va en consonancia con mi estado de ánimo. 

Empapo la cazadora de sangre. Pero me siento un poco mejor. De repente, necesito dormir como si me fuera la vida en ello, necesito acudir al manantial del sueño para olvidarme de mí misma, para no oír la voz que me susurra: "Estarías mejor muerta". 

La voz de la valquiria negra es insistente y muy persuasiva. Si se apodera de mí, me aniquilará. Lloro. Es bueno si puedo llorar. Es mucho peor cuando no puedo llorar. Eso significa que no puedo dormir, no puedo comer, no puedo hacer nada. Tampoco escribir. Eso me mata. 

La angustia, pesada losa de cementerio, oprime mi pecho. La boca me sabe a ceniza. La cabeza es un infierno en vida. 

Entonces es cuando quiero morir. En realidad, no quiero morir. Sólo quiero escapar del sufrimiento. 

Sólo lo entiende quien lo ha pasado. Ni siquiera los médicos lo entienden. Han leído sobre ello pero no lo han sentido. 

Quienes lo sentimos, formamos una comunidad de hermanos. 

Sí, la vieja compañera ha vuelto. Es lo que hay. 

MÁLAGA 82Donde viven las historias. Descúbrelo ahora