Capítulo 38

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Margarita y yo nos vimos en la playa. Era las fiestas de San Juan, cuando las aguas del Jordán manaban por todos los ríos, por todos los mares, y había hogueras y moragas por todas partes. La orilla estaba llena de gente. La algarabía intoxicaba, con su alegría juvenil, el ambiente. La animación se cuajaba en las llamas crepitantes de los fuegos, en las charlas y risas, en el olor a humo, a cerveza, y a salitre tocados por la gloriosa explosión del verano.  

Ambas habíamos quedado lejos de la Malagueta porque esa playa estaba llena de chusmones ya que paraba el autobús quince justo enfrente. 

Yo estaba en las nubes ,en trance, envuelta en un maravilloso y alterado estado de conciencia. En la acera, en el paseo Maríítimo había mucha gente, con bolsas, con litronas, con vino, con gaseosa para hacer sangría, con salchichas y panceta para la moraga, que es una barbacoa en la playa. 

Yo llevaba una botella del mejor vino que había encontrado en mi casa, un Pesquera, que de extranjis había robado a mis padres. Me sentía muy excitada, caminando a cuarenta metros del suelo.Con mi libro de 'Crimen y Castigo' bajo el brazo y un puñado de folios dentrode lamochila para escribir eltrabajo de Literatura a Margarita.

Debía esforzarme en que colara con Alma, no podía escribirlo demasiado bien, pero ya soñaba triunfal en desarrollar todas mis habilidades literarias delante de Margarita, sintiéndome la reina de la mambo, súper guay, a tope, flotando y volando en mi fantasía más loca como un caballo desbocado. 

Era demasiado bueno para ser verdad. 

Calla, aguafiestas.  

Oh, iba a ser tan perita. Qué bonita era la vida. Qué bello era vivir. 

Gracias Fiódor Dostoyesky por dar alas a mi amor. Yo te bendigo allí dónde estés Fiódor, allí, en el Olimpo de los literatos grandes y eternos.   

"Crimen y Castigo", qué novelón. Me escaldó de tal manera, me centrifuga mis tripas y mi cerebro de forma tan brutal que decido que nada me importa en la vida como tarea salvo escribir. 

No me parece tan interesante y absorbente y llena de sentido ninguna otra profesión salvo la de escritora. Ni cámara, ni periodista, ni médico, ni abogado, ni profesora, ni traductora. 

Escribir es mi obsesión. Es lo único que me importa en la vida. 

Escribir es mi vocación, una sensación de llamada muy poderosa que viene de dentro. 

Escribir, escribir, escribir, sino me obsesiono no llegaré a nada. Al menos, con todas mis dudas, con todas mis zozobras, eso lo sé.

Atisto a Margarita en la playa y eldorazón me da un vuelco. Aunque, de repente, se me cae el alma a lospies. 

María Ángeles está con ella.  

MÁLAGA 82Where stories live. Discover now