Capítulo 30

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En el colegio León XIII presencio una escena que me encoge el corazón. Mari aka "La mosca", la sádica profesora de literatura que sustituye a Amelia, mi ángel, le dice a Margarita con un tono frío: 

-Lee "Crimen y castigo" en alto. 

Margarita se bloquea. Me he dado cuenta de que le cuesta leer. Me he dado cuenta de que cree que es tonta. Eso le atormenta porque sus padres dedican su atención a David, su hermano pequeño, aka "peque cabrón", el listo, el que va a triunfar en la vida, el niño dorado. Ella lo pasa mal. Sólo el amor que siento por ella, sólo esa dulce sensación de querer fluir en sus venas, de desear hervir en su cuerpo, ideas y fantasías sexuales hasta el paroxismo, me hacen darme cuenta de que la chica más guapa de mi clase sufre. 

Todos se quedan en silencio, flota una expectación cruel  en el ambiente de la clase. Yo soy un espejo de la tensión de Margarita. Le va a caer una buena bronca. La mosca es una mujer muy frustrada que se aprovecha de la debilidad de sus alumnos para aliviarse. Una mierda. 

-A la mañana siguiente se despertó tarde, tras un sueño agitado, que no lo había descansado. Se levantó bilioso, irritado, de mal humor, y miró su habitación con odio-lee Margarita con torpeza, equivocándose y parándose , balbuceando, con un tic nervioso, un temblor en el ojo, y a punto desmayarse. 

-Pare, ¿acaba de salir usted de parvulitos o qué señorita Rodriguez?

Margarita no dice nada. Yo me quedo bloqueda. Quiero defenderla, partirle la cara a "La mosca", pero no sé qué hacer. Estoy paralizada como una estatua de hiela. 

Mierda, mierda, mierda. 

La clase se ríe.

Margarita está muy humillada, se ha puesto roja, y tiembla como una gelatina. 

No, no, no. 

-Vamos que una alumna de bachillerato lea así es de vergüenza-dice La mosca con un tono desaprobador. 

Nadie quiere significarse, pero a mí me da un parraque. Cállate, cabrona.  

-Ya no le pregunto lo que siente Rashkolnikov en ese momento.  

-¿Me va a suspender? 

-Yo no la suspendo, señorita Rodríguez, se suspende usted a sí misma. 

Qué puta es "La mosca". Por cierto, la llamamos así porque tiene unas grandes gafas negras y vello y parece una mosca. Flípalo. 

Estoy al borde de perder la consciencia. El tiempo fluye muy lento y la escena tiene una luz cruda. La realidad parece irreal. 

Coño. 

-Eres muy mala alumna. Deberías esforzarte más. 

Silencio glacial. 

-A mi me daría vergúenza leer así, señorita Rodriguez. No conseguirá nada en la vida. 

Cuando suena el timbre, Margarita corre hacia la terraza de baldosas de terracota con vistas al Mediterráneo.  Yo me doy cuenta de que está haciendo un esfuerzo ímprovo para que los demás no la vean llorar. 

Yo voy tras ella. 

   

   

MÁLAGA 82Donde viven las historias. Descúbrelo ahora