Capítulo 13: No existe lugar seguro

Start from the beginning
                                    

—No sé cómo vamos a hacerlo, ya no podemos volver al centro, y yo no puedo volver a casa. —Joder a casa, hoy llegaba mi hermano y el abuelo, van a pensar que me ha pasado algo.

Una sensación en mi pecho me empuja a respirar más rápido y la ansiedad toma el control de mi cuerpo.

—Tienes razón, ni tú ni yo podemos volver, pero necesito resolver esto
—señala el cuerpo —antes de encargarnos de nosotros. Tendré que desaparecer un tiempo y Walls podría ayudarnos. Confío ciegamente en él y cuando resuelva este problema volveré a por ti.

—No quiero que te encargues de esto solo, no pretendo que te veas obligado a ayudarme o a quedarte conmigo —pone una mano en mi boca para que me calle, por fin se centra en nosotros.

—Te quiero de un modo que no entiendo, pero es muchísimo y no voy a dejarte sola —. De todas las palabras que han salido y esperaba que salieran de su boca, "Te quiero" era lo último que había imaginado. "de un modo que no entiendo, pero es muchísimo" se vuelven a repetir en mi cabeza para asimilar que Jhonas me quiere.

—Jhonas, no lo entiendo. Dijiste que no seríamos nada más que amigos, y que no esperara nada de ti y ahora me ofreces un indulto de vida, tu amor... Me va a estallar la cabeza.

—Quererte es algo involuntario, no lo he elegido ojazos. Debes continuar en el mismo pensamiento, pero siendo consciente de mis sentimientos, y para ser sinceros tengo muchas cosas que contarte o tal vez una —acaricia mi cara y vuelve a besarme, pero este beso sabe a despedida y no a  un"hasta luego" sino  "ha sido bonito mientras duró"

—Tenemos que irnos ya —me abraza con fuerza y agarra mi mano, sin darme tiempo a saborear su muestra de cariño y sus palabras hacía lo nuestro.

Nos dirigimos al piso inferior. Busca entre los cajones de la entrada y coge las llaves de un coche. Supongo que no será suyo, porque ya me contó que no tiene ninguna propiedad.

No me importa el por qué va a robar un coche o dónde va a llevarme, mientras esté junto a él, estoy segura.

El sonido del bolígrafo atravesando su piel, la inevitable salpicadura de sangre sobre mi rostro. He matado a alguien, sin meditarlo lo más mínimo.

—No lo pienses más. Si no lo hubieras matado tú, mis manos serían el arma que utilizaría para acabar con su vida. —suelta sin revelar lo que rondan mis pensamientos.

Mientras conduce hábilmente, su mano derecha aprieta fuerte mi muslo. Imagino que quiere hacerme sentir a salvo, pero realmente en lo único que puedo pensar es en la forma que tenía de penetrarme, su mirada asesina, como si quisiera comerme. Listo para empujar más fuerte si yo lo necesitaba.

Sentí que quería poseer mi cuerpo, con su imperiosa forma de empezar a hacerlo. Yo estaba temblando por lo que había pasado y como si no hubiera sucedido nada, me tiró contra la cama y me quitó la ropa, casi arrancó mis bragas y me penetró con una mirada completamente animal, fuera de sí. Aunque me pilló por sorpresa, nada quería más que eso mismo. Sentirlo.

—¿Lo has hecho antes? —pregunto para dejar de echar fuego por mis poros.

—¿Matar? —Asiento

—He tenido que hacer lo que se me encomendaba desde muy pequeño. No tenía ni 10 años cuando me contrató una banda de narcotráfico.

—No has contestado, aunque me gusta saber más de ti y me duela al mismo tiempo —suspira de nuevo, sintiendo una fría sensación cuando su mano abandonaba mi muslo.

—Vaiolet, era un niño y me enseñaban muchas cosas malas. No pretendo excusarme ni que te compadezcas de mi pasado, pero no quiero que me mires de otra manera diferente.

YUANFEN, MI SALVACIÓNWhere stories live. Discover now