XLIV

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MARATÓN (3/3)

Sé que le dije a Darren que solamente dormiría esa noche en su cama, con él. No obstante, he terminado estos dos últimos días colándome en sus sábanas. Aunque hay que recalcar, que no he oído queja alguna por su parte.

Tristemente, hoy llega Ryker, y sé que dependerá mucho de su humor y sus ganas de hablar el si se lo diremos esta noche u otro día. No es que me entristezca que el pelinegro vuelva, lo cierto es que espero que lo que sea que tuviera que hacer haya ido bien. Sin embargo, no me apetece ocultar mi relación con Darren, pues ahora estamos genial.

—Aún nos quedan unas horas —dice en un susurro el pelirrojo, que lleva ya una hora acurrucado a mi lado.

Hoy al terminar las clases he vuelto casi corriendo a casa, solamente porque soy consciente de que Ryker seguramente nos la va a liar parda. Al menos tengo un plan sobre cómo decírselo y sé que con mis palabras y mi semblante seguro de mí misma voy a lograr un buen resultado. Lo tengo todo bajo control. Y ahora estoy con los deberes de la universidad mientras Darren apoya su cabeza en mi pecho y se me pega como un koala. Quién lo diría, yo aceptando contacto físico casi constante por parte de otro ser humano.

—¿Y qué quieres hacer? —digo con una sonrisita que intento controlar.

Sé perfectamente lo que quiere hacer.

Se sienta correctamente en el sofá, haciendo que mi cuerpo ya no sea su cojín personal y me mira sin ningún tipo de filtro. Yo sigo escribiendo en el ordenador y lentamente su mano baja la pantalla de este hasta que lo cierra. Lo miro ladeando la cabeza y alzando las cejas, esperando a ver qué hace. Coge el ordenador y lo deja al otro lado del sofá, lejos de mí. Quiere toda mi atención, y hace rato que la tiene.

—Se me ocurren unas cuantas cosas —dice a centímetros de mis labios y ya siento que mi corazón va a estallar.

—¿Ah sí? —entrecierro los ojos y se ríe.

—Podría empezar con unos besos en el cuello —susurra y deja sus labios por un segundo encima de los míos—, y después bajar poco a poco —propone y me quedo sin oxígeno por un momento.

Como no tengo ni idea de qué responder, como me he quedado sin el don de la palabra y mi garganta se ha cerrado completamente ante lo que acaba de decir, decido que lo mejor es besarlo. Uno nuestros labios rápidamente y mis manos van por inercia a su nuca y seguidamente a su pelo. Darren me besa con fuerza e ímpetu y parece que los besos dulces se hayan quedado en el olvido. Últimamente solo existe el fuego entre nosotros, y no sé si es porque llevamos ardiendo por mucho tiempo y controlándonos, o si es porque así son todas las relaciones al inicio. Mi desconocimiento me hace enrabiar, pues me gustaría saber más, saber qué ocurre, cómo funcionan en estas cosas. Pero soy capaz de dejarme llevar cuando estoy con él y es algo que me sorprende.

No necesito estar en control ahora, aunque me guste tenerlo.

Así que dejo que mi cuerpo hable y mi mente se apague.

Darren se coloca entre mis piernas y me aplasta contra el sofá, y yo rodeo su cintura con mis piernas queriéndolo más y más cerca. Sus manos se mueven sin ton ni son, desesperadas de la misma forma en la que mi cuerpo se siente. Estoy desesperada por su piel, loca por su tacto y nublada por el deseo.

Yo, que nunca he sentido deseo por nada, mejor dicho, por nadie, me encuentro que no quiero parar, que no puedo despegarme de él. Una parte de eso me aterra, consumirme tanto por él que me deje a mí misma por el camino. Quizás sea mejor que durmamos un tiempo separados, la locura no debería ocupar mi mente. Sin embargo, me dejo este momento para disfrutarlo. Las manos de Darren agarran mis caderas y me acerca lo máximo posible a él, y el contacto me hace estremecer.

Cállame con besos [COMPLETA]Where stories live. Discover now