XXXVI

149 17 60
                                    

Lo cierto es que no tardo mucho en entender de qué va el juego y, sinceramente, estoy nerviosa, tensa y queriéndome esconder bajo una piedra, un sofá o el mismo suelo. No obstante, todos están pendientes de los que estamos en el círculo. Willow, Ryker y Darren están al otro lado y creo que me voy a quedar sin aire.

Dos chicas se empiezan a besar y la gente estalla en aplausos, incluso alguna otra grita que se vayan a una habitación. Cuando las dos se separan la una de la otra, una sonrisa está puesta en sus labios, parecen contentas, como si hubiera pasado tiempo desde que lo esperaban. ¿Y yo? Yo quiero irme a cualquier otro lugar que no sea este. Me tiemblan las manos y las escondo entre mis piernas, para evitar que nadie se dé cuenta. Quizás si no digo nada nunca me pasarán la botella a mí.

Sin embargo, parece que mis plegarias no sirven de nada, pues la persona sentada a mi lado me pasa la botella, diciendo que es mi turno. Con ansiedad creándose dentro de mi cuerpo, giro la botella por el suelo. No me hace ni una pizca de gracia deber besar a un completo desconocido, además que sé que no sentiré nada y todo será parte de un teatrillo del que no me interesa formar parte. La botella marca la dirección en la que se encuentra a quien debo besar. Y, al levantar los ojos del suelo, veo a Darren.

Vuelvo a mirar la botella para asegurarme, y sí. Es él.

Tengo que besarlo a él.

Nuestros ojos se encuentran en medio de este comedor lleno de gente que nos mira. ¿Me va a besar? Es una pregunta que se construye rápidamente en mi mente, pero hay algo más, no hay miedo, no hay rechazo. ¿Quiero que me bese? Ni idea, pero no lo veo como algo tan horripilante. Darren traga hondo, y debe ver la incertidumbre en mis ojos de que esta situación no me gusta. Y no porque deba besarlo a él, sino porque estamos rodeados casi de desconocidos.

De golpe, se levanta.

¿En serio va a besarme?

—Qué tenemos, ¿quince años? ¡Sacad el beerpong y los chupitos! —suelta y todo el mundo se dispersa de repente.

Me levanto, aún asimilando lo que ha pasado. Y por una parte me siento aliviada, pero por otra estúpida. ¿Cómo he podido pensar que iba a hacerlo? Está claro que estoy lejos de sus gustos personales, y somos amigos. Solo amigos. Me repito esas palabras, intentando que se queden en mi cerebro para siempre. No obstante, Willow me coge de la mano y me hace mirarla.

—Creo que deberías hablar con él —propone con suavidad.

—¿Crees? —arqueo una ceja.

—No lo creo. Sé que debes hablar con él.

—Pero... —empiezo a negarme.

—Tú más que nadie sabes que todos actuamos a veces de una forma que oculta nuestro pensamiento real. Nuestros sentimientos. Habla con él, Brielle.

Y sé que lo dice en serio al llamarme por mi nombre. Me dice que ya se encargará ella de que no venga nadie a interrumpirnos, y que ha visto al pelirrojo salir a la terraza. Su presencia desaparece de mi lado, y solamente hay una forma de hacer esto, así que me meto entre la gente, pasando entre los cuerpos que van bailando y jugando hasta que finalmente llego a la puerta de la terraza, que está entornada.

Me armo de valor y la empujo para salir sigilosamente. Lo único que mis ojos pueden percibir es la espalda de Darren, quien se apoya en la barandilla de metal. No cierro la puerta del todo, pero la entorno lo suficiente para que el ruido de la gente no ocupe el silencio de aquí fuera.

—¿Estás bien? —digo con preocupación mientras me acerco.

No hace falta ni que se gire, pues parece reconocer mi voz al instante. Noto cómo asiente, sin embargo, no me mira. Así que me coloco a su lado, apoyando mis antebrazos en el metal, como él está haciendo. Al ver que no responde, sé que su cabeza debe estar solapando cientos de cosas. Para sacarlo de ese lugar oscuro que todos tenemos, le doy un golpe con la cadera. Ahora sí que me mira.

Cállame con besos [COMPLETA]Where stories live. Discover now