XV

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Veo el campo con total claridad, lo cierto es que no hay mucha gente. Normal, es solamente un entrenamiento, no se trata de un partido. Me levanto del asiento de plástico de color rojo cuando el teléfono empieza a vibrar. Ryker pone las piernas a un lado para dejarme pasar y subo las escaleras hasta llegar al pasillo desde el cual aún puedo ver a Darren calentar.

—¿El calendario se me ha averiado? Juraría que no es domingo —digo al descolgar la llamada.

—Hola a ti también, pesadilla —dice divertida mamá.

—Hola mamá —respondo.

—Los del hospital me han hecho un cambio de horario, así que este domingo trabajaré, y no quiero perderme nuestra conversación semanal.

Mamá y yo nos hemos vuelto mucho más fluidas a la hora de hablar por teléfono. Ella me sigue enviando fotografías de Molly cuando va a desayunar, yo se las envío mostrando el campus universitario.

—¿Te pillo en buen momento? —me pregunta.

—Sí, aún no han empezado a entrenar —digo con naturalidad, hasta que recuerdo que eso no es suficiente información—. Hemos venido a ver a Darren a uno de sus entrenamientos de vóleibol, siempre me dice que quizás me gustaría desconectar de una forma que no sea viendo películas.

—Tanta pantalla no debe ser buena para tus ojos —recalca ella.

—Ryker se ha venido conmigo, se aburría en casa. Además, seguro terminará pinchándome con alguna de sus bromas.

—¿Y Willow?

No es de sorprender que, desde que le conté sobre la existencia de mi amiga, le haya cogido cariño. Sabe que le tengo muchísimo aprecio y que me ha ayudado en momentos de estrés, como en el primer día de universidad.

—Hoy es miércoles, no llegará a casa hasta tarde.

—Bueno, entonces no te molesto mucho.

—No molestas mamá —sonrío sutilmente.

—¿Has dicho de vóleibol?

—Sí...

—¿Has pensado en...?

—No —respondo antes de que termine de formular la pregunta. No es algo que tenga en mente ahora mismo, no después de los últimos años.

—Vale. Te dejo estar con tus amigos. Envíame alguna foto de ellos, quiero ponerles caras.

—A ver si los convenzo, aunque a Willow seguramente le hará ilusión.

—Cuidate mucho.

—Tú también, pesada.

—Te quiero.

—Te quiero, mamá —digo y poco después la llamada se corta.

Camino hasta los asientos otra vez y me siento. Es extraño, incluso en los entrenamientos practican con las camisetas que llevan sus nombres o apellidos. A lo lejos veo a Logan, que está en el otro lado del campo dividido por la red. Me vuelvo a reír al ver lo que pone en su camiseta. Me cruzo de brazos y contemplo cómo las pelotas van de un lado a otro, cómo los jugadores se tiran al suelo y hacen ejercicios entre ellos. No veo ningún entrenador, al menos no hasta quince minutos más tarde. Todos aplauden con su llegada y se ríen, el señor les sonríe avergonzado.

El hombre deja una mochila de deporte en una silla de plástico y empieza a hablarles, se colocan cada uno en el sitio que les indica y se dan las manos con sus compañeros.

—¿Has visto alguna vez un partido de voley? —pregunta Ryker.

—Sí. Bastantes, a decir verdad.

Cállame con besos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora