XVIII

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Noto que algo me aplasta, y esa sensación se mete en mi sueño, en el que estoy perfectamente en un ascensor. No tengo ni idea de en qué planta debo bajarme. No obstante, hay algo que sí que baja. El techo. Lentamente el techo de la caja de metal baja, y siento que me aplasta. Ni de coña pienso morir de esa forma.

La misma presión que siento en el costado se mueve y abro los ojos parpadeando varias veces. Malditos sueños.

«Espera. ¿Qué noto?»

Levanto la cabeza del cojín y giro el cuello. Hay un brazo. Miro un poco más, nerviosa, sin tener ni idea de por qué. El brazo de Darren me está rodeando la cintura, y verlo hace que todos mis sentidos se despierten de golpe, notando cómo todo su cuerpo está pegado al mío. Cómo mi espalda está contra su pecho, cómo mis piernas se tocan con las suyas.

Su respiración tranquila azota mi nuca, y es aire caliente.

Vuelvo a poner la cabeza en el cojín. ¿Nos quedamos dormidos de verdad? No recuerdo nada tras el cuento que me explicó, quizás se quedó dormido en la cama y pues se ha movido mientras estaba inconsciente.

«¿Qué hago? ¿Me levanto?»

Quizás le incomoda vernos así cuando se levante, aunque, bueno, es él quien me está acercando a él. Es su brazo el que me rodea. Y, contra todo pronóstico, no me disgusta. A ver. Es mi amigo, nos hemos abrazado y todo eso. Pero hay algo dentro de mí que se despierta, y no tengo ni idea de lo que es. Decido que lo mejor es no despertarlo, quizás ha pasado una mala noche, o se ha dormido hace poco. La luz no entra por la ventana del todo, así que debe ser temprano. No pasa nada por vaguear un tanto, tenemos fiesta en la universidad hoy.

Darren se mueve a mi lado. Su brazo me coge con más fuerza, y noto la punta de su nariz tocando mi piel. Cierro los ojos instintivamente. Aún tengo un poco de sueño, pero tenerlo tan cerca parece que me ha despertado casi por completo. Me repito una y otra vez que no me mueva. Cuando mi respiración está mucho más tranquila, intento dormirme. El tiempo se vuelve relativo y, no sé cuándo, el brazo de Darren desaparece y creo que se me hace extraño no notar su calor rodeándome. No abro los ojos, parece que casi vuelvo a dormirme. Sin embargo, el movimiento a mi lado me despierta. ¿Qué hará?

Sigo con los ojos cerrados, y de repente noto cómo la manta me destapa un poco, yo tiemblo un tanto, pero seguidamente Darren me vuelve a tapar y me la coloca de forma en la que no hay ningún sitio por el que entre el frío. Todo su peso desparece.

—Joder, ¿qué cojones me pasa? —murmura por lo bajo.

Dudo que sepa que estoy despierta.

Alguien llama a la puerta, y unos pasos se oyen. Ni de coña voy a dar señales de que estoy despierta. Quiero saber qué cojones está pasando, y mi lado chismoso me gana en estos casos. Así que cuando empiezo a oír susurros, intento oír lo mejor que puedo.

—¿Cómo está? Ayer os fuisteis muy temprano —susurra Willow.

—Está dormida, yo me acabo de despertar —explica Darren—. No hagas ruido.

—Espera... —se detiene mi amiga—. ¿Has dormido aquí?

El silencio cuenta más de lo que debería.

—Ay, por mis... Darren —dice por lo bajo—. ¿Cuándo? ¿Cómo?

—¿Eh?

—Tú tienes que contarme cosas, a mí no me engañas.

—No ha pasado nada.

Otro silencio.

—Te lo digo en serio. Solo nos quedamos dormidos porque hablamos por mucho rato. Ya está.

Cállame con besos [COMPLETA]Where stories live. Discover now