XI

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MARATÓN (2/3)

Tecleo, borro, escribo, vuelvo a borrar. Cambio la pagina y busco en el navegador, leo, entiendo, memorizo. Vuelvo a escribir y definitivamente borro dándole con todas mis fuerzas al teclado del ordenador.

A la profesora aguja se le ha ocurrido ponernos un trabajo de veinte páginas. Todo se trata de la teoría que hemos dado en clase, y ahora mismo estoy pensando en dejar la carrera. Y solamente llevo dos meses en este lugar.

A ver.

Centrémonos.

¿Me gusta mi carrera? No está mal. No se me da horrible. Aunque hay algunas asignaturas que definitivamente me gustan mucho más que otras y saco buenas notas. O sea que me mantengo en mi línea. Mamá cada vez está más relajada y no me acribilla a preguntas por teléfono. Seguimos con las llamadas de los domingos, y lo cierto es que últimamente me apetece. Me agrada poder contarle mis cosas y saber que por unos minutos tengo toda su atención.

Quizás sí que sea cierto que la relación entre padres e hijos mejora cuando el hijo establece distancia física con sus parientes. Eso he escuchado en alguna Ted Talk, creo. O quizás era un podcast. Lo cierto es que me encuentro cómoda escuchando a gente hablar de temas que les apasionan. Willow lo hace mucho, me cuenta sobre las tablas de mezclas, lo que usan, los instrumentos que toca y cómo componen. Incluso le brillan esos ojos azules que tiene.

Ayer pasó algo inimaginable.

Me reí con Darren. Y no, no le había caído algo en la cabeza o se había resbalado. No estábamos borrachos, por Dios, estamos a miércoles. Simplemente hizo una broma, y yo me reí. Aunque hay que decir que gran parte de mi risa fue creada porque la broma iba dirigida a Ryker. Eso tiene mucho más sentido definitivamente.

Vuelvo a borrar el último párrafo que he escrito.

—¿Por qué no me sale? —apoyo la cabeza en el escritorio.

Escucho unos golpecitos en la puerta.

—Pasa —digo cansada y derrotada por este maldito trabajo, algo que me tranquiliza es saber que aún tengo hasta el viernes para entregarlo.

Mas soy de las que hacen las cosas con mucha antelación para ir con tiempo y poder corregir varias veces lo que he escrito y argumentado. Sin embargo, estos últimos días Stella, Paul y Michael me han llevado por el camino del mal y después de clase nos hemos tomado unas cuantas cervezas. Las mías rebajadas con limón, sigo sin acostumbrarme a la cerveza pura. Así que llegando un poco tarde a casa, duchándome, ordenando y cocinando, se me ha hecho de noche en nada. Y ahora estoy pagando las consecuencias. Voy con retraso. Odio eso.

Darren entra a mi cuarto y se sienta en mi cama. Últimamente lo hace mucho. Aunque ha decir verdad últimamente pasamos mucho tiempo juntos. Y no digo hablando, sino que, entre que Ryker se pasa muchas tardes fuera de casa haciendo yo que sé, y Willow tiene las clases de baile con las niñas y también aprovecha muchas horas para estar en su escuela... Era inevitable que compartiéramos espacio más frecuentemente.

Muchas veces me he sentido sola. No es algo nuevo. Estar en casa muchas horas en soledad haciendo lo que fuera era algo común en mi día a día. Mamá salva vidas, y me encanta que lo haga. Sin embargo, era obvio que su ausencia a veces me afectara más de vez en cuando. Lo vuelvo a decir, nunca he necesitado a nadie, pero la soledad no había sido mi amiga, se había vuelto algo que me acechaba. Y cuanto más tiempo pasaba sin conectar con alguien, más complicado se me hacía sacar las agallas para acercarme a hablar a algún compañero.

He aprendido a estar sola, un poco en contra de mi propia voluntad.

Mas cuando uno está solo y no logra encontrar a alguien para no estarlo y sentirse mejor... Una se hace al final amiga de sí misma, y de la soledad. Aunque a mí no me gustara del todo, me había adaptado. Por eso ocupo mi día haciendo cosas sin parar, para no ser consciente de que realmente estoy sola.

Cállame con besos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora