XL

101 12 30
                                    

La maleta no pesa demasiado, pues solamente llevo la ropa necesaria para jugar unos cuantos partidos y ropa cómoda para moverme por el hotel. No es la primera vez que voy a un torneo, cada inicio de verano se organizaba uno igual para los clubs. Obviamente todo era exageradamente competitivo y no nos mezclábamos con los demás equipos. Todas íbamos a ganar. Así que esta concentración, o mejor dicho, pequeña competición, es mucho más relajada.

La mayoría de jugadores, ya sean de los equipos supuestamente oficiales, como entusiastas que solo quieren pasar un buen rato, cabemos en dos autocares. Darren llega tarde. Y aunque quería esperarle me ha dicho que fuese tirando, que ya llegaría lo antes posible. El musculitos no había hecho la maleta ayer por la noche.

Entro al autocar tras dejar la mía en la zona predeterminada y tanto Logan como Ramón me saludan y me dicen de ir con ellos. Están al final de todo, donde hay cinco asientos. Ocupo un espacio y me acomodo sin decir nada. Sin embargo, noto cómo los dos me están mirando.

—¿Preferís hacer una foto? —ataco.

—Tú tienes que contarnos cosas —dice Logan.

—Creo que ahora mismo me interesa más lo que tenga que decir Ramón —desvío el foco de la conversación.

—¿Algo que contar? —Logan se fija en nuestro compañero y se cruza de brazos con una sonrisita.

—Traidora —me susurra Ramón, yo solamente sonrío.

—No creeréis que sois los únicos con derecho a saber cositas, ¿no? Tú hablas, yo hablo. Así funciona —alzo las cejas.

—¿Qué quieres saber gafitas?

—¿Qué tal con un cierto pelinegro?

—Espera, ¿qué? —abre con fuerza los ojos Logan.

—Nos lo pasamos bien —Ramón me responde pasando de nuestro amigo que parece un poco perdido.

—Llegó tarde a casa —digo mientras me pongo el cinturón.

Me gustaría que si chocamos, no morir. Soy demasiado joven.

—Las cosas se alargaron más de lo previsto —explica.

—Como veo que no me estoy enterando de nada, me avisáis cuando hablemos de Darren y Brie —interviene Logan, poniéndose unos auriculares blancos gigantescos.

—¿Qué le veis a Ryker? —le pregunto frunciendo el ceño.

—No sé. Creo que quizás es ese semblante peligroso.

—Ryker no es peligroso —suelto una carcajada—. Pero sí que su cara de pocos amigos ayuda a que parezca misterioso. Supongo que el día del fútbol hablasteis, ¿no?

—A ver, hablar hablamos. No mucho, pero hablamos. Siempre hemos hablado, al menos desde el año pasado un poco, supongo que ya sabrás el tema de la camiseta. Dudo que seamos amigos, aunque haya cierto respeto. Pero al menos pude preguntarle eso.

—Y...

—Pues bueno, lo que ya sabes. Ryker liga mucho al parecer, tanto con chicos como con chicas, aunque por lo que me dijo últimamente son más tíos.

—Eso parece —concuerdo.

—Pero dejemos de hablar de mí y hablemos de ti, gafitas. Que parece que lo tuyo tiene más futuro que lo mío.

—¿Quieres volver a quedar con él?

—Los dos estamos en momentos parecidos, pero del estilo en que no queremos ningún tipo de vínculo. Hay gente que busca simplemente relaciones, yo, que estoy aquí y ya salí de una relación de muchos años en España, me apetece explorar. Creo que él también está en ese punto. Hacer lo que te apetezca.

Cállame con besos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora