Capítulo 10: Regreso

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¡Estoy soñando!

Me observa desde su punto, dirigiendo la atención en las líneas de sangre que afloran de mis muñecas.

¿Qué debo sentir? ¿Qué tengo que hacer?

El silencio se vuelve incómodo hasta que, cierra la puerta con el pie y se sienta a mi lado. ¿Está enfadado o curioso?, me sujeta la muñeca con fuerza y me observa haciéndose preguntas.

De pronto, posa los labios sobre la muñeca ensangrentada, pero no llega a lamer las gotas que empiezan a caer por el brazo, ese era el único pensamiento que invadía mi mente mientras sus ojos se dirigían a los míos. Lo sé, parezco una pervertida pensando en sexo cuando estoy herida.

Se quitó la camisa y con cuidado la enrolló en mi brazo, dejando expuesto su torso tatuado y perfecto.

—¿Te duele? —niego con la cabeza.

Sonríe y aprieta con fuerza, formándose contracciones alrededor de mis muslos. Una electricidad me recorre el brazo queriendo que siga y no pare jamás.

Se cerciora que no queda sangre y pasa los dedos sobre las cicatrices nuevas, las antiguas están debajo de mi piel.

—¿Me echabas de menos mariposilla?
—se incorpora como si nada.

No sé si asustarme o sentirme aliviada. Parece que no le sorprenden mis actos y aún peor, la cara de loca que debo tener en este momento es para preocuparse.

—¿Dónde estabas? —sueno cansada, pero realmente me debato entre la tristeza y el enfado.

Pensé que lo había perdido. Y está perdida no sería solo por su persona, sino por la que soy cuando él está cerca.

—En otra realidad paralela —un ligero temblor en sus manos llama mi atención, y eso me da más miedo que cualquier otra cosa.

Además, tiene la mejilla hinchada y el labio ligeramente cortado.

—No quiero quedarme aquí sola, Jhonas
—una lágrima se derrama por mi mejilla, él la limpia con la manga de mi sudadera.

—Ni yo que te hagas daño —suspira nervioso.

—Ni yo que te beses con una tía y a saber qué más —Vale, ya lo he dicho.

—¿Tengo la culpa que estuvieras allí? No te debo nada Valet.

La rabia crece por dentro. Quiero gritarle y enfadarme. Pedirle explicaciones por sus actos, pero de qué serviría. No tengo control sobre sus actos. Ahora mismo me arrepiento de no haber profundizado más en mi herida.

—¿Qué hacías de nuevo con Bruce? ¿Hablamos de eso mejor? —suena celoso y esto se está convirtiendo en la típica novela tóxica.

—Yo no te digo lo que tienes que hacer, lo haces y punto, sin importarte las consecuencias que conllevan
—asevero furiosa.

Sí no le hubiera pegado a ese tipo, la pelea grupal no hubiese empezado y el final de lo sucedido no sería el que fue. Sí esa chica no le hubiera besado, ahora mismo estarían mis labios en sus labios, porque es lo que realmente quiero hacer.

—Todo el mundo va a morir antes o después, parece que tú lo estás deseando. No quiero ser la excusa fácil de tu muerte, si quieres hacerlo, hazlo por ti
—besa la comisura de mis labios, dejando atrás a la chica de poca ropa y a Bruce.

—No quiero que seas la consecuencia de mis actos, yo soy así Nhas —sigo mareada, pero las caricias que recibo en el brazo me hace creer que también me ha echado de menos.

Al menos, ahora está aquí conmigo.

—¿Tienes algo para taparte? —se gira buscando poder curarme, sonrío sin ser consciente de lo traumada que puedo parecer.

YUANFEN, MI SALVACIÓNWhere stories live. Discover now