Baja la mirada y mira sus manos, empezaba a temblar un poco. Sus manos estaban manchadas de sangre de su lindo solecito, era culpable de lo que había pasado. Esa sangre no debía estar ahí pero sabía que es todo por su culpa. Empezaba a sentirse tan mal que las náuseas no tardaron en surgir, su garganta le picaba.

Si Sun muere la culpa recaería en Moon. Él es el culpable de que Sun haya hecho eso. Se lastimó por culpa de las cosas que le dijo, lo hizo sentir mal y posiblemente Sun podría morir con la idea de que nadie lo amaba.

Las lágrimas nuevamente picaban en sus ojos y rápidamente trata de limpiarlas en cuanto caían por sus mejillas.

— Maldita sea...

Murmura mientras bajaba la mirada. Ojalá poder tener a alguien a su lado que le dijera que todo saldría bien, quizás de esa manera dejaría de creer que Sun ya no tenía salvación, dejaría de imagínese escenarios donde todos lo odiaran por lo que había causado, sus palabras hicieron todo eso. Pone sus manos en su cabeza mientras cerraba los ojos con fuerza, quería que las voces en su cabeza se callaran de una vez y dejaran de crear esos escenarios tan negativos, no había ni uno solo en el que Sun estuviera vivo. Muerte, culpa, odio. Eso era todo lo que veía en esos escenarios que podrían llegar a pasar.

Un pequeño tirón en su camiseta hace que vuelva a la realidad, tenía la respiración agitada y estaba sudando, ¿cuánto tiempo llevaba tratando de calmarse a si mismo? Solamente podía notar que las personas en la sala de espera eran todas diferentes, al parecer había pasado un buen rato. Baja la mirada para ver la persona que había hecho que saliera de sus pensamientos.

— ¿Estás bien?

Era tan solo una niña.

Moon le mira fijamente mientras aún temblaba un poco, se sentía terrible de esa manera, sus ropas eran un desastre, no... Él era un desastre. Estaba lleno de sangre, las lágrimas secas en su rostro y posiblemente la forma en que estaba temblando lo hacían ver cómo un loco.

— ¿Estás bien...? — Preguntó nuevamente la niña al ver que tenía la atención de Moon.

¿Por qué demonios la niña se había acercado a él? ¿Qué no veía que era posiblemente un adulto que había lastimado a alguien más simplemente por ver su vestimenta llena de ese líquido color carmesí? Moon aprieta los puños mientras bajaba la mirada. Seguramente se veía tan patético como para que una inocente niña le preguntara como es que se sentía en ese momento.

"Soy tan patético. No llores idiota, no eres un maldito bebé llorón."

Las voces en su mente empezaban a molestarlo con eso mismo, ni siquiera sabia porque esas voces en vez de apoyarlo lo dañaban. Eran simples pensamientos pero aún así le afectaban. Tampoco le molestaba estar llorando pero sus pensamientos lo hacían sentir débil por hacer aquello así que trataba de limpiar sus lágrimas que a pesar de que limpiaba no dejaban de caer nuevas, "patético patético patético patético..."

La niña saca de su bolsillo un pañuelo y lo extiende en dirección a la Luna para que pudiera limpiarse el rostro. Damián solo desvía la mirada mientras cerraba sus ojos.

— Toma el pañuelo, es para que te limpies, ¿estás triste? ¿por qué? — La niña empezaba a molestarle.

— Largo... — Murmura Moon con cierta molestia, no quería gritarle o la asustaria y no quería hacerlo. No quería asustarla simplemente porque no podía controlar sus emociones.

— ¿Quieres un abrazo? — Se acercaba cada vez más mientras extendía sus brazos para tratar de abrazarlo.

— Dije que te largues...

ꞋꞌꞋ  El Sol y la Luna  ꞋꞌꞋ   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora