Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Nos encaminamos hacia las escaleras y antes de comenzar a subirlas los padres de Ben nos pararon.
— Cariño, lo sentimos mucho. No teníamos idea. — se disculpó Bella. Ambos miraron a Mal con lástima.
— Hablaré con él. — dijo Adam, más conocido como Bestia.
— Y ahora la inauguración de la obra maestra del Rey Ben, diseñado especialmente para su dama. — anunció Lumiere con Jane a su lado. Todos pusieron su atención en la cortina que escondía el vitral.
Una vez que destaparon la sorpresa que Ben había preparado para Mal, se pudo apreciar la obra de arte. Era todavía más hermosa que en foto. El lugar se llenó de aplausos mientras la mencionada abría su boca con sorpresa.
— ¿Ben hizo eso? — cuestionó la ex villana.
— Sí, lo hizo. — le confirmé.
— Chicas. — dijo en un suspiro tomándonos de las manos y comenzando a bajar nuevamente las escaleras. —Ben sabía quién era yo desde el inicio. —
— Él ama a la verdadera tú, M. — comentó Evie.
— El verdadero amor. — agregué con una leve sonrisa. Mal no quitaba sus ojos del vitral.
— Te lo dije. — espetó Carlos desde atrás causando una leve risa en la de pelo morado.
— ¡Cubre eso de nuevo! — exclamó Uma. Su tono dulce había desaparecido.
— No lo haré. — se negó Lumiere indignado.
— ¿Por qué no le dices a todos el regalo que tienes para mí, Ben? — interrogó la villana volviendo a poner un tono de voz agradable.
— Tengo un anuncio. — comenzó a decir Ben. Aquí es donde vuelven mis ganas de golpearlo. — Uma se unirá a la Corte esta noche como mi dama. — anunció.
— ¿Qué? — exclamé en voz alta con incredulidad ganándome varias miradas, incluida la de mi mejor amigo. Juro que pude ver un destello de batalla en sus ojos, como si luchara contra algo.
— Hijo... — habló su padre.
— ¡No! ¡Ahora no, papá! — gritó sorprendiéndonos a todos. — Y como regalo para ella, derribaré la barrera de una vez por todas. — finalizó. Varios murmullos se escucharon por toda la embarcación. — Hada Madrina, derriba la barrera. — pidió.
— Por supuesto que no lo haré. — negó ella.
— ¡Yo soy tu Rey! — espetó enojado.
— Obedécelo. — exclamó Uma.
— ¿Quién te crees que eres? No tienes derecho a pedir algo aquí. — lancé con veneno hacia la hija de Úrsula. Ella me miró con odio.
