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Ni bien llegamos a Auradon y pude ver el cartel de bienvenida a la secundaria caí en cuenta en que tendría que cruzar el campus medio desnuda hasta llegar a las habitaciones. Las chicas parecieron darse cuenta de eso por lo que Lonnie me prestó su buzo de entrenamiento para taparme mientras Evie y Mal me hacían carpa para cruzar el patio.
— Las llevaré al gimnasio. — anunció la hija de Mulán refiriéndose a las espadas. Pude oír como Jay le agradecía y acordaban verse más tarde.
— Ben, ahí estás. — llamó Jane. — El baile real es esta noche. — recordó y lo llamó para hablar en privado y mostrarle algo. Seguro era el vitral que había mandado a hacer para Mal.
— ¿Quieres cancelarlo? — le pregunto cuidadosamente a la ex villana.
— ¿Saben qué? Puedo regresar luego... — comentó la hija del Hada Madrina.
— No. No, ahora está bien. — dijo el Rey al no recibir respuesta de la chica de pelo morado. — Haz lo que tengas que hacer. — agregó mirándola para luego comenzar a caminar con Jane.
— Tenemos que hablar. Las tres. — mencionó Evie agarrándola del brazo mientras con el otro me sostenía para que no se viera nada. La hija de Maléfica asintió.
— No. — negó Carlos con el perro a upa causando que las tres volteáramos. — Ustedes siempre se juntan, susurrando sus charlas de chicas, o lo que sea. Jay y yo estamos cansados de eso. —
— Yo no. — habló el hijo de Jafar recibiendo una mala mirada del peliblanco.
— También somos su familia. Hemos pasado por muchas cosas. Juntos. No voy a detener eso ahora. — agregó. A ese punto ya me sentía un poco fuera de lugar, ya que claramente se refería solo a ellos cuatro. — Todos, siéntense. — ordenó cruzándose de piernas en el césped siendo seguido por el resto. — Tu también. — dijo viéndome.
— No sé si es una buena idea. — señalé el hecho de que estaba medio desnuda.
— Solo arrodíllate un poco. — dijo Jay ayudándome a sentarme a su lado.
— No sé cómo empezar una charla de chicas. — murmuró Carlos dedicándole una mirada a su amigo.
— ¿Qué hay? — interrogó el chico a mi lado mirando a Mal causando una leve risa en Evie.
— Bueno... soy un desastre. Un completo desastre. — comenzó a decir ella. — Digo... hace seis meses yo le robaba dulces a los bebés. Y ahora todos quieren que sea una Dama de la Corte, y no tengo ni idea de cómo mantener el acto. — aclaró en un sollozo.
— Entonces no lo hagas. — sugirió Carlos.
— ¿Ven? Esto fue tonto. — habló el hijo de Jafar intentando levantarse.
— Tal vez no lo es. — espeté tomándolo del brazo y volviéndolo a sentar.
— Siempre seremos los chicos de la Isla. — dijo Evie agarrando de la mano a su amiga. — Traté de olvidarlo, lo intenté de verdad, pero son nuestras raíces. Y todos hicimos lo que teníamos que hacer para sobrevivir, pero nos hizo lo que somos. Y nunca seremos como cualquier otra persona aquí. Y eso está bien. — terminó con una sonrisa.
