26. Cassidy Jackson

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Al inicio iba todo de maravilla. Cassidy se había arrojado al gigante cuando éste les lanzó una llamarada de fuego tan caliente como lava de volcán, lo cual había tomado a Encélado un poco por sorpresa. Le había propinado un buen golpe en el estómago tras enterrarle su tridente en la rodilla.

Pero, cómo no, Cassidy era una semidiosa con tanta mala suerte que no logró esquivar el porrazo que le dio Encélado. Había sido un sólo instante de distracción, ella había logrado lanzar una buena cantidad de agua a su enemigo lo que le había apagado todo el fuego que expulsaba por al menos un momento, pero cuando iba a caer de pie en el piso la tierra intentó engullirla.

Contaba con su velocidad, claro, pues era mucho más fácil moverse en batalla cuando medías un metro ochenta a medir diez. Además Cassidy ya había peleado antes con enemigos poderosos y enormes, había combatido a Océano junto a los ejércitos de su padre y había acabado con Cronos.

Pero Encélado era mucho más fuerte.

—¡Sólo vas a estorbar, Grace! —Gritó entrechocando su tridente con la gigantezca lanza de Encélado, apenas mirando sobre su hombro para notar al chico de cabello rubio al rape que se lanzaba al ataque con su lanza en ristre—. ¡No necesito tu ayuda!

—¡Pues qué bien! —Jason atacó a Encélado por la derecha pero su lanza fue bloqueada y a duras penas logró esquivar el golpe—. Porque no pienso ayudarte a ti, no voy a salvarte.

Cassidy rodó los ojos y siguió atacando.

Esquivó la lanza del gigante rodando en el piso enlodado y logró pincharlo en el tobillo. Akouamarínis consiguió atravesar la gruesa piel de dragón, y por los pies con garras del gigante goteó icor dorado, la sangre de los inmortales.

Encélado rugió de dolor y le lanzó fuego, cosa que Cassidy no necesitó esquivar. Al mismo tiempo, Jason le atravesó al gigante con su lanza a la altura del muslo, más icor cayó al suelo y Cassidy debió esquivar las garras del gigante cuando intentó pisarla.

Por desgracia no logró evitar que el enmigo la sujetara por el cuello de su camiseta y la levantara en el aire. Pataleó y se quejó pero el enemigo la sacudió varias veces, tras lanzarle una llamarada a Jason para alejarlo, hasta dejarla atontada y muy mareada.

—No sé porqué Gea te quiere —Encélado habló con el ceño fruncido—. Dijo que quería despertar con la sangre de los semidioses más fuertes... tú y tu hermano —la sacudió otra vez y sonrió de forma grotezca—. Como sea, me encargaré de ti luego.

Y Encélado la arrojó a unos cuantos metros de distancia como si no fuera nada más que un trapo sucio.

Naturalmente desde aquella altura, y con aquella velocidad y fuerza, cualquier mortal ordinario habría sucumbido al golpear contra el suelo. Pero Cassidy Jackson no era cualquier mortal; se concentró lo más que pudo en esos excasos segundos, mientras Jason soltaba un grito de guerra en latín y se lanzaba a atacar al gigante, hasta formar un pequeño charco de agua en el punto justo donde golpearía.

No la salvó de la caída, claro, pero al menos el agua no le permitió morir.

Tenía la cabeza pegajosa por su propia sangre, Encélado le había dado una buena paliza, y debió voltear e inclinarse para vomitar. Pero no se dejó vencer, no caería tan fácil; se puso de pie escuchando aún el ruido del combate al otro lado del claro: máquinas de construccióm chirriando, fuego rugiendo, monstruos gritando y rocas estrellándose contra metal. Oía a Leo y a Piper gritando con tono desafiante, lo que significaba que todavía estaban vivos. Procuraba no pensar en nada de ello. No podía permitirse distraerse de la pelea que le pertenecía a ella y en la que, ahora, Jason se había entrometido.

Cassidy Jackson y los Héroes del OlimpoWhere stories live. Discover now