35. Astoria Greengrass

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Vagaba en soledad por los pasillos de Hogwarts e iba a sus clases sin ánimo alguno. Sus compañeros, Henry y James, habían intentado inutilmente incluirla en su grupo de estudio y sus salidas a Hogsmeade.

Pero Astoria Greengrass estaba muy centrada en su soledad y monotonía.

Siempre le había gustado comer dulces, pero ahora ya no tenía con quién compartirlos, y aunque en su habitación de las mazmorras seguía estando la cama vacía de Cassidy, sólo dormía ella allí. Cada vez que entraba a la habitación podía verse a sí misma y sus amigas, Cassidy, Erin White y las gemelas Carrow. Había sido más cercana a Cassidy, claro, pero las otras tres también fueron sus amigas.

Pero Erin había muerto por culpa de los Mortifagos, las gemelas habían desaparecido completamente del mundo mágico (Astoria comenzaba a preguntarse si en realidad estaban vivas pues su lechuza nunca las encontraba cuando les mandaba cartas) y Cassidy simplemente la ignoraha.

—Tori —Daphne dio unos golpes en la puerta con los nudillos—. Abre la puerta, cariño.

—¡Vete! —Le gritó ella desde su cama. Estaba envuelta en mantas, tenía los ojos hinchados y el cabello muy revuelto. En verdad no le apetecía que la vieran en aquel estado.

—Sabes que no lo haré —su hermana mayor habló—. No puedes seguir así para siempre.

Astoria gruño molesta y se levantó, se dirigió al baño y abrió la ducha para así no seguir escucuhando a su hermana mayor. Cuando se quitó la ropa y se metió debajo del agua fría, a pesar de que el frío de enero le calaba los huesos, no pudo evitar sollozar mientras se abrazaba a sí misma.

Extrañaba a sus amigos. Nada era igual desde que el curso anterior acabó, y sólo entonces se dio cuenta de lo importante que Pansy Parkinson había sido para el grupo, porque cuando ella murió todos se separaron y alejaron.

Daphne tenía a Blaise, ambos ya no discutían tanto como antes y se conosolaban mutuamente con la compañía del otro. Theo se volvió más callado y nunca sacaba la cabeza de entre sus libros, y Draco andaba extraño.

A Astoria no le sorprendía aquello de Draco, en realidad de cierto modo lo esperó pues el señor Malfoy había sido atrapado en el Ministerio de Magia como uno de los Mortifagos que habían intentado robar la profecía de Potter.

Salió de debajo de la regadera y se envolvió el cuerpo con una mullida toalla, al voltear y verse al espejo no pudo evitar notar lo mal que se veía desde que su mejor amiga no asisitía al colegio: grandes ojeras se habían formado bajo sus ojos, que ella se empeñaba en ocultar cada día debajo del maquillaje, y su piel estaba reseca.

«Te gusta —recordó que le dijo su hermano mayor, Liam, cuando fue a buscarlos a Nueva York hacía dos veranos—. Ella te gusta —aclaró al ver su desconcierto».

Astoria estaba agradecida de que su hermano hubiera esperado a decirle aquello cuando su hermana y sus amigos se apartaron, pues no creía haber podido ocultar su sonrojo.

«¡Claro que no!», había exclamado ella con nerviosismo.

Oh, pero su hermano mayor estaba empeñado en demostrar cuánto la conocía. Astoria lo odiaba, en un buen sentido, porque no podía mentirle.

«Sí, te gusta y mucho, pero tú aún no te das cuemta o no lo aceptas. Tori, tienes la misma mirada que tenía yo antes de aceptar mis sentimientos por Diggory».

Recordaba a Liam revolviendole el cabello de forma cariñosa y murmurando cuánto había crecido su pequeña hermanita.

«Pero ella y Pansy... —había dicho Tori cabizbaja— ellas están juntas».

Cassidy Jackson y los Héroes del OlimpoМесто, где живут истории. Откройте их для себя