34. Venganza

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Adrienne Lively:

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Adrienne Lively:

—Oh, Landon...¡Claro que me casaré contigo! 

Su sonrisa es suficiente para hacerme estallar de felicidad, pero sé perfectamente cuál es nuestra realidad, así que dejo que Landon me cargué como toda una princesa a su habitación, ya que al menos tenemos esta noche para amarnos como dos amantes desenfrenados. Cuando llego a su cama, él me besa delicadamente, besa cada centímetro de mi cuerpo mientras me quita la ropa de una forma lenta y pasional.

—Eres hermosa...no puedo superarte verte en mi cama, no sé cómo llegue a tener tanta suerte, de que una mujer tan increíble como tú se fijará en un hombre como yo —el me besa de nuevo pero esta vez en mis labios.

Su amor por mi brilla a través de cada acto que emana hacia mí y mi corazón estalla por esa calidez inmensa que sentimos los dos. Entre profundos y sensuales besos, arroja su ropa a un lado. Cuando finalmente veo su cuerpo desnudo, me recuerda lo mucho que se parece a un dios griego. Perfecto de pies a cabeza, nada más que músculos delgados, tonificados y completamente deseables.

—Creo que yo soy la que tiene suerte...

Mis ojos finalmente se posan en el delicioso nudo de sus muslos, donde su amigo está alerta y anhelando mis caricias. Vacilante al principio, lo tomo. Landon jadea suavemente al sentir mis manos, dejo que mis manos lo sostengan delicadamente y miro contra su piel suave y lisa. Recorro toda su longitud y luego regreso a la base, su deseo por mí es evidente y a medida que repito el movimiento, cada vez más audaz, sus caderas comienzan a temblar, los ojos de Landon se cierran cuando él se deja llevar por el simple placer de mis caricias, pero su boca cuenta una historia diferente.

—No más...no quiero venirme a menos que sea dentro de ti... —en un instante está en lo más profundo de mi interior, embistiéndome profundamente con movimientos ardientes y llenos de pasión y amor desenfrenados.

Estamos tan cerca como dos personas pueden estarlo, y nuestros corazones parecen latir como uno solo cuando la adrenalina del deseo se apodera de ambos, su ritmo normalmente constante y medido, se vuelve salvaje y errático mientras se esfuerza por mantener el control de sí mismo al hacerme el amor. Cuando llego al punto más alto de mi deseo y las olas de color blanco del éxtasis recorren mi cuerpo, Landon se inclina para decirme una frase que nunca me cansaré de escucharle.

—Te amo Adrienne Lively.

Mi mente se derrite, pero también la suya. Los dos estamos completamente felices cuando venimos juntos en una tormenta de emoción y amor.

—Yo  también te amo, Landon —diría sin ningún titubeo y le daría un abrazo para dejarme llevar por un ligero sueño en sus brazos.

En la madrugada antes del amanecer, me deslizo de los brazos de Landon y entro en su sala de estar. Encuentro un papel y una pluma, es hora de hacer las cosas bien, en silencio digo las palabras mientras las escribo, espero que no pueda escucharme.

Una señal del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora