Sun deja los dibujos encima de la mesita de noche que tenía al lado de su cama y se acerca a Damián que tenía un ligero sonrojo en sus mejillas, no quería ver directamente a los ojos de su pareja.

Sunny hace unos días había tenido la grandiosa idea de sorprender a los niños vistiéndose de Santa, nunca había hecho algo como eso pero estaba seguro de que le haría ilusión a la mayoría de los niños o quizás a todos, la cuestión es de que no había encontrado algún traje que le quedara a él. Así que tuvo la increíble idea de pedirle a su pareja que se vistiera de Santa Claus, se lo había pedido varias veces y trató de convencerle de muchas maneras pero no había logrado convencerle. Hasta esa misma mañana que había sido sorprendido con su pareja diciéndole que quizás lo haría para hacer felices a los niños. Sunny había estado súper contento al escucha eso.

Y ahora ambos estaban ahí, Damián con el traje de Santa Claus y Sunny mirándole un un ligero brillo en sus ojos. A los niños les iba a gustar esa pequeña sorpresa.

— Agh, yo sabía que solo me lo pediste para burlarte, ¿por qué te hice caso?

— ¡No no! ¡Te ves bien! Es solo que... Uno jamás imaginaria verte así sabiendo que eres un gruñon. Mi linda lunita gruñona.

— Que humillación. — Murmura el mayor.

Ambos se vieron directo a los ojos, Lyan sonríe y se acerca para dejar un pequeño beso en los labios del mayor, Damián corresponde aquel beso.

— Gracias.

— ¿Por cuánto tiempo quieres que use esto? — Gruñe mientras miraba al menor.

— Hasta que acabe nuestro turno. — Dijo Lyan de la manera más amable e inocente para que el mayor no se enfadara. Estaba seguro de que lo haría a pesar de que no quisiera.

El mayor frunce el ceño, se cruza de brazos y su mirada se desvía hasta la puerta de la habitación. Un suspiro y se acerca a la cama para poder tomar el gorro que era lo único que le falta ponerse, una vez puesto se acerca al espejo que tenían en la habitación para verse y gruñe algo molesto.

— Sí, me veo patético.

— Te ves bien, aunque creo que te hace falta la barba. — Susurra el menor aquello último, aunque por la cercanía el mayor había escuchado aquello.

— Definitivamente no.

Lyan ríe al escuchar la respuesta inmediata de su pareja y lo toma del brazo jalando suavemente.

— ¡Vamos! No puedo esperar por ver a los niños emocionados por ver a Santa.

— Estoy seguro de que tú estás más emocionado de lo que ellos van a estarlo. Solo diré que tú fuiste el de la idea, si no les gusta será tu culpa por hacer que me humillara de esta manera.

— Mmm, te voy a recompensar, después.

Eso había llamado la atención del mayor. Lyan sonríe victorioso y sale de la habitación sin decir nada más, puede escuchar un suave tintineo detrás de él, su pareja ahora le estaba siguiendo.

— ¿De qué recompensa estamos hablando? — El tono de voz del mayor había cambiado, ya no sonaba tan molesto.

— Eso lo sabrás después.

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