desahogo

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Estoy a mitad del camino a llegar a mi casa, y durante todo el trayecto del camino he pensado en ella. En sus palabras, incluso las memorice en lo cual me parece estúpido. Y es obvio que está no es mi semana, ni mi mes.
Pensé que estaría bien, que mañana estaría mejor ya que había aceptado la salida. En fin, no la quiero lastimar y no lo haré, si mi lejanía le hace bien, me iré de su vida. Será peor si se llega a enamorar.

Suena el móvil y en la pantalla resalta el apodo de mi bailarina.

-Hola- contesto.

-Hola, estuve ocupada ¿Que necesitas?- a ella, la necesito a ella.

-Lo sabes- contesto.

-Bien, iré a la casa. Estaré allí en cuarenta minutos.

-Oh, espera tomate un poco de tiempo, no quiero que llegues antes que yo.

-Sera mejor que llegue antes para darte una sorpresa- se me acelera el pulso.

Trago saliva.

-Tenga cuidado mi señor, concentrece en la carretera- frunzo el ceño.

-¿Cómo sabes que conduzco?- miro alrededor, esperando verla. Aunque lo más probable es que no la reconozca, aún no he visto su rostro y puede ser cualquiera de las que están por aquí.

-El viento.

-Bien, adelantate, llegaré atrasado unos 15 minutos.

-Lo espero con ansia, mi señor.

-Yo igual, bailarina. No sabes cuánto te necesito.

-Quiero que lo demuestres cuando llegues.

-Lo haré, lo prometo- cuelga.

Ahora estoy más tranquilo, ella entiende y por ahora, es lo mejor para mí. Tomo otra dirección para dirigirme a dónde ella. Antes marco a mi madre y le aviso que no llegaré a casa. No quiero que esté preocupada, tampoco que deje de dormir. Prácticamente, ora antes de colgar. Y no puedo evitar sonreír. Siempre está con sus bendiciones y lo peor que no va a la iglesia. Se alejo por el trabajo, pero siempre lo tiene presente a Dios en su corazón. Por el momento yo no, ya que soy un pecador. Y sería hipócrita de mi parte seguirle después de lo que hago. Lo respeto y lo quiero por la familia que me escogió, llegué aquí, gracias a él.

Al llegar a la que se a vuelto nuestra casa, veo las luces encendidas. Y busco en la guantera una camisa. Quiero cambiarme, el perfume de Anahí, está en todas partes y no pondré celosa a la bailarina. No quiero que me salga con tonterías y se vaya ella también. Me pongo el antifaz. Para la próxima lo haré antes de entrar, quizás ella ya vio mi rostro por la ventana. Maldicion, espero que no. No sería justo, que me conozca y a ella no.

Me bajo del auto y casi trotando me dirijo a la mansión. Saco las llaves del bolsillo y entro. Al cruzar el umbral, ella cierra la puerta por mi y me tapa los ojos antes de girar.

 Al cruzar el umbral, ella cierra la puerta por mi y me tapa los ojos antes de girar

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