Mi hermana quería darme un sermón por lo que le hice a mi madre pero la deje hablando sola, ya estoy muy grandecito para saber lo que hago y no necesito que nadie me controle, suficiente con mi madre, esa es otra razón por la cual estoy solo y no quiero nada con nadie, no soporto dar información de lo que hago, explicaciones y avisar.
Me detengo en el tercer semáforo y un señor algo viejo se coloca en medio de la calle, es muy delgado y en sus ojos hay dolor y cansancio pero algo familiar me resulta en él. Lo he visto pero no recuerdo en donde, quizás en este semáforo, no importa. Enciendo la radio y busco una buena emisora.
Toc, Toc, toca mi ventana volteo y es él viejo, saco mi billetera bajo el cristal y le doy un billete de 10 dólares.
-Usalo en algo útil y no en tus vicios- el señor me observa con la boca abierta.
-¿¡Alfonso!?- frunzo el ceño. Oh por dios, no puede ser, es él.
-¿Qué demonios ha pasado contigo?- escupo y Eduardo baja la mirada avergonzado.
-Prefiero no hablar de eso- susurra. Alza la mirada para observar el coche- por lo visto a ti te ha ido mejor que a todos nosotros- las bocinas de los otros autos empiezan a sonar.
-Sube- le digo. Abre los ojos como platos.
-¿Yo?
-Por supuesto con quien mas estoy hablando.
-Estoy sucio y puedo...- Acaso no me conoce.
-Sí tienes razón, dejarás mal olor en el auto y lo ensuciaras- Eduardo asiente. Rodeo los ojos- no seas imbécil estoy bromeando sube antes que me golpeen todos los conductores que están detrás.
-Es que...
-Sube- le ordenó. Tuerce el gesto y obedece- ponte el cinturón.
-Vaya, tu auto es increíble- toca el asiento, la puerta como si fueran la porcelana más fina.
-Gracias pero volviendo hablar de ti ¿que te ocurrió? ¿por que estas en las calles?- tose.
-Después de que te fuiste hubo unos cuantos robos, tuve la mala suerte que la policía me agarraran y hace una semana que salí de prisión.
-Eduardo no comprendo porque decidiste seguir robando, el último robo que hicimos juntos fue suficiente para que pongas tu propio negocio.
-Eso hiciste ¿tienes un negocio?- me pregunta.
-Sí, gracias a Dios todo nos está yendo bien y la empresa va creciendo.
-¿Tu no eres sólo el dueño?
-No, tengo una socia- es lo único que digo- los demás chicos ¿que les sucedió?- cambio de tema.
-Siguen robando, a ellos no los atraparon sus pies son más rápidos que los míos - se encoge de hombros.
-¿Te han buscado?- conozco a Richard.
-Sí, ayer hablaron conmigo y me ofrecieron de seguir en la banda pero les dije que no. No quiero volver a la cárcel eso es un infierno, no sabes todo lo que aguante al principio y tuve que aprender a la mala para poder cambiar mi vida.
-Es una pena que lo hayas descubierto de esa forma- me estaciono en un restaurante.
-¿Qué hacemos aquí?
-Oh te traje para que veas el restaurante que me gusta comer- hablo irónicamente- obvio que vamos a comer, debes de tener mucha hambre.
-No te molestes.
-Hace buen tiempo que no veo a un amigo así que vamos a comer - entramos al restaurante y vuelve a mirar con la boca abierta igual que los demás que están aquí, lo observan con la mandíbula en el suelo y hacen gestos de asco. La mesera se aproxima con una sonrisa.
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Devuélveme El Corazón.
RomanceAnahi y Alfonso con personalidades iguales, descubrirán que no son sólo un deseo. No podrán salvarse de su propio remolino de pasión, ni siquiera pueden detenerlo.