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Recostado en la cama espiaba desde su ventana a ese cielo envidioso que hoy no mostraba su desnudez. Egoísta ocultaba su pecho formado por todas esas estrellas que ayer eran sus únicas compañeras ante la soledad áspera.

El únicamente dejaba ver su incolora capa impregnada de amargura, misma que no permitía que la diosa luna se reflejara una vez más dentro de su mirada.

Espiando a los cielos con infinito dolor confirmaba que tan lejos estaban.

Estaban sentados en las sillas frente a su madre, la cual bebía sin parar sin importarle que sus hijos estaban ahí presentes. Había estado ahí todo el día hasta ver la noche caer, y sus hijos ya estaban anhelando por un poco de comida.

— Mamá —Llamó el pequeño. Elevando la mirada con intenciones de mirar a su hermano mayor quien había cortado el contacto visual.

— Felix tiene hambre, no hay nada en el refrigerador mamá —Hyunjin avisó, recibiendo un gruñido de su madre, la cual se había quedado dormida.

Hyunjin volteó los ojos, tomando el pequeño brazo de su hermano menor llevándolo arriba a la habitación de su madre.

Lo había dejado en la puerta por si ella subía, revisando su cartera encontrando varias tarjetas de créditos. Hyunjin miró a Felix mostrándole las tarjetas que había encontrado y sonrío.

— ¿Quieres pizza? —El menor sonrió achinando sus ojitos, con sus pecas relucientes en su lindo rostro asintiendo finalmente.

El existía más allá de las nubes y el... el aparecía sobre esa tierra que insistentemente devoraba su carne, esperando a que la distancia no fuera un problema para el.

El reclamo por un pasado, pasado por el que mantenía abiertas las puertas del mismo presente; presente con el que justificaba ante el tiempo, el por qué de sus eternas reencarnaciones aspirando a un probable futuro a su lado.

La realidad a esas horas reía irónica, le echaba en cara que solo migajas de un tal vez le podría dar a degustar. Difícilmente sus suspiros sobrevivían ante el fuerte aliento de la soledad. Soledad al estar sin el.

La puerta sonó, dejando entrar a la mujer pálida con una bandeja de comida. Felix la miró inspeccionado su cuerpo, al igual que su alma.

— Es hora de comer —Avisó Hyuna, sonriendo, sentándose en la orilla de su cama, percibiendo el olor a nicotina que su habitación abarcaba.

— Mamá... no tengo hambre —Respondió sin siquiera mirarla a la cara. La mujer se había levantado de la cama yendo a las cortinas que estaban ahí, abriendo la ventana.

— Huele a muerto aquí dentro —Regañó — Levántate de ahí y dúchate, ordena esta habitación, parece un nido de perros.

— ¿Por qué no la ordenas tú? Para eso sirves —Contestó, encendiendo otro cigarrillo.

Hyuna con soberbia se lo había quitado, tirándolo en el vaso de agua que estaba ahí por días. Felix se enojó, levantándose de ahí, desafiándola.

— Lárgate de aquí y métete en tus propios asuntos mamá —Amenazó.

— ¡Deberías estar feliz! —Reprendió.

— ¿Feliz? Por favor.

—Estamos aquí viviendo en paz, con una casa estable, economía estable y una empresa enorme que ahora te pertenece... finalmente somos felices Felix... sin que tu hermano nos estorbe.

— Sin que mi hermano nos estorbe —Chistó, repitiendo lo mismo que ella había dicho con un tono burlesco — ¿Sin que mi hermano nos estorbe? La única que estorba aquí eres tú... con tu actitud de mamá buena viniendo a darme órdenes como si tuvieras derecho.

— Tengo derecho —Reclamó —Soy tu madre Felix.

— Mi madre —Repitió otra vez con ese tono.

— Si, Felix... tu madre.

— ¿La misma que dejó que nuestro padre muriera? ¿La misma que en vez de reconstruir una familia feliz pasaba el resto de sus días bebiendo sin tener en cuenta que sus hijos se estaban muriendo de hambre?

— Basta —Ordenó.

— El estorbo aquí eres tú Hyuna, no se por qué te empeñas a hacerte creer a ti misma que hiciste un buen trabajo cuando en realidad no fue así, no sirves para nada.

Chistó. Caminando poco a poco enfrentándola cara a cara, estaba tan cerca, que podía escuchar incluso todo lo que estaba pensando.

— No eres más que una perra callejera que le encanta vivir de los beneficios de los demás.

Sintió un enorme golpe en su rostro, el cual lo había hecho reaccionar de una manera violenta, la tomó de su camiseta estampándola en la pared.

— ¡Jamás me vueltas a tocar! —Gritaba a medida que seguía golpeándola contra la zona.

— ¡Felix respétame maldita sea! —También le gritaba —¡Soy tu madre!

— ¿La misma que acusó a mi hermano de acostarse con su hijastra? Eres una perra.

— ¡Eres idéntico a el! —Gritó horrorizada.

Felix soltó una risa, riendo poco a poco soltándola, riendo cada vez más fuertes a carcajadas, dirigiendo otra vez su mirada a su madre.

— ¿Sabes que? Tienes razón...

— Lo siento, no es así, claro que no cariño —Intentó acercarse a él, pero el lo hizo primero.

— Tienes razón mamá... soy idéntico a el, ¿sabes por qué? porque yo también me acosté con su hijastra, mi sobrina, de hecho lo hizo antes que el, y no me arrepiento de nada... ¿sabes que más hice mamá? También me acosté con mi hermano.

SHEETS┃HYUNJIN. Where stories live. Discover now