Capítulo Treinta: Nunca es suficiente...

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Al salir de la ducha con mi pijama, observé la cama, ¿con cuantas mujeres lo tuvo que haber hecho?, me pregunté más que curiosa molesta, porque no dejaba de sonar en mi cabeza las palabras de Mandy, que soy solamente la de turno, así que tuvieron que haber muchas más, negué y salí de la habitación, ¿Quien era yo para cuestionar?, ¿Porqué me afecta tanto?, ¿Porqué de todo lo que pasó fue en lo único que puedo pensar? Aunque sabía que lo era, no entendía porque me molestaba un poco.

Caminé hasta llegar a la habitación de Selena, quería tocar pero al mismo tiempo no, ¿toco o no toco?, negué, quizás estaba cansada o molesta por lo que había pasado hoy.

—Que impaciente eres cariño — habló a mis espaldas y giré, traía en sus manos una taza de té, sonreí al verla, justamente ahora parecía otra persona, tan dulce, tan angelical, tan tranquila.

—Creí que lo odiabas — digo viendo y señalando la taza media llena de té, sobre todo para fastidiarla un poco.

Sonríe de lado —Abre la puerta — me ordena y yo asiento.

La dejé entrar primero, verla con la bata suelta y su vestido de pijama de satin, me hacía sentir unas ganas enormes de tocarla, su cabello suelto y completamente desmaquillada, no es que se me hacía fea con maquillaje, al contrario, pero verla así sin una gota, para mi era otro nivel, su rostro es aún más dulce, tiene una mirada menos intimidante y unos labios rosas naturales que te mueres por besarlos, la seguí lentamente y al entrar cerré la puerta.

—Hoy tienes la casa llena — digo sonriendo.

—A mi madre le pareció correcto autoinvitarse por estos meses — toma un sorbo de su té y se sienta en el borde su cama.

Asiento — Mírale el lado positivo, tiempo de madre e hija — digo tratando de subirle los ánimos.

Se levanta de la cama para dirigirse a su mesita de noche y dejar el té — Acércate — me ordenó.

Tomó asiento de nuevo y me acerqué, me senté a su costado, y una de sus manos se posiciona arriba de mi muslo, acariciando con delicadeza, sus ojos café intenso buscan mi mirada.

—No te limites — me dice — si mi madre te ataca, respóndele — la observo en silencio y mi mano acaricia su rostro.

—Creo que te ves aún más bonita sin maquillaje — digo observándola aún más y acariciando sus dos mejillas.

¿Por qué cada vez que estoy con ella, olvido lo demás?, solo quiero estar con ella, estar en sus brazos.

Sonríe — Eres tan dulce Paula — quita su mano de mi muslo para llevarlo a mi rostro y acariciarlo.

Cerré mis ojos al sentir su tacto en mi rostro, y con solo esta caricia me bastaba haber soportado todo lo que había pasado esta noche, se acercó un poco más a mí.

Abrí mis ojos para encontrarme con los suyos, nos mirábamos detenidamente, hoy en particular lo sentía más íntimo, diferente, no tenía esa misma mirada oscura ni lasciva.

Me acerqué ahora aún más, para besar sus labios, tenía que demostrarle que también yo podría tomar el control y que también podría ser mejor que cualquier otra, nunca lo había pensado pero ahora me preguntaba: ¿será que piensa que soy una buena amante?, ¿soy lo suficientemente buena?

Pensé que nuestro beso se volvería intenso, pero no, dejó que yo la besara a mi manera, y ahora mismo mi incertidumbre había desaparecido, la besé suavemente y apasionadamente, mis manos bajaron a sus hombros y brazos, acariciandolos delicadamente.

Rompimos el beso, y bajé a su cuello lamiéndolo, mientras mis manos acariciaban su cintura, volvimos a unir nuestros labios en un beso, y en un momento a otro, sin preguntar y sin esperarlo, Selena se sentó en mi regazo dejando sus piernas en cada costado, mis manos bajaron a su trasero masajeándolo y el deseo que sentía estaba creciendo, empecé a acariciarla con más fuerza y bajar mis besos hasta sus senos.

Amor Prohibido •| Selena Gomez |•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora