Capítulo Veintidós: Confrontación..

1.4K 88 7
                                    

—Ahora, tú y yo vamos a hablar — aseguró viendo cómo mi hermana se marchaba.

Tragué en seco —Deberíamos.

Esperamos hasta que el auto de mi hermana se fuese para entrar, fue entonces que me tomó del brazo.

—Vamos.

Subimos por las escaleras hasta llegar a su habitación, el único sonido que inundaba la casa era el ruido de sus tacones sonando a cada paso.

Al llegar cerró la puerta y me soltó.

—Te dije hace nueve días — pausa y se gira para verme — que de vez en cuando te portarás mal — continúa y camina a paso lento hasta estar a unos centímetros de mí.

—¿Cómo sabes mi nombre?, ¿qué más sabes? — pregunto nerviosa.

Sonríe y camina a un lado de mí, para llegar a su mueble de madera, abre un cajón y busca algo entre sus cosas.

—He sido muy condescendiente contigo Paula —asegura.

—¿A qué te refieres? — pregunto.

Suspira —Sabes, te he dejado hacer lo que quieres — pausa — pero, hoy he llegado al límite. —Toma un folio amarillo y me lo entrega.

Lo abro y para mi sorpresa hay una foto mía con toda mi información, absolutamente todo.

—¿Qué significa esto? — pregunto asustada y confundida.

Sonríe con molestia —¿Crees que soy estúpida? — pregunta y yo niego — ¿en serio creíste que iba a dejar entrar a una desconocida a mi casa sin saber realmente quién era? — pregunta, su manera de mirarme cada vez cambia más y empieza a intimidarme.

—Ahora veo que no — respondí decepcionada.

Relame sus labios —Soy una mujer de negocios que no puede darse el lujo de cometer un error— asegura.

—Creí que confiabas en mí — digo herida, en realidad creí que confiaba en mi palabra.

—Entonces Paula — remarca mi nombre — ¿por qué me mentiste cuando te pregunté si realmente te llamabas Jade? — pregunta y yo me quedo callada — era tirar una moneda a la suerte, y yo no creo en la suerte, sino en los resultados.

—No hables así — digo acercándome a ella.

Bufa —¿Creíste que ibas a dominar este juego? — me tomó del brazo y me tira hacia su cama — yo pongo las reglas de este juego, el que tiene el poder decide cómo se hacen las cosas — asegura.

Toma mi blusa de botones y la rompe violentamente —Me perteneces hasta que yo lo decida — besa mi cuello y yo lucho por quitarla de arriba.

—¿¡Estás loca?! — grité mientras trato de quitarla de arriba.

Detiene sus besos toscos y yo sin pensarlo golpeé su mejilla con toda la fuerza que tenía, volteó su rostro y fue entonces cuando ella me devolvió el golpe.

—No vuelvas a ponerme una mano encima — me tomó de mi barbilla molesta — me cansé de tenerte paciencia.

—¿De qué hablas? — pregunto confundida mientras acaricio mi mejilla que me duele un infierno.

—La que miente eres tú, Paula y resulta que eres la ofendida.

Lo que más me molestaba es con la serenidad que ha estado hablando, pero con esa mirada tan profunda y molesta.

Asiento —Tienes razón, pero aun así no tenias derecho — digo sentándome en el borde de la cama.

—Alguien como tú, no me puede decir que hacer — suelta.

—¿Alguien como yo? — le pregunto ya evidentemente molesta y ofendida— ¿a que te refieres? — le pregunto incitando que me diga lo que estoy pensando.

—Una puta — responde y de nuevo mi cuerpo reaccionó antes que mi cabeza.

Volví a golpearla y sentí como mis lágrimas caían por mis mejillas.

—¡Eres una estupida! — le grito mientras intento golpearla de nuevo y ella me toma de las muñecas.

—Basta Paula — dice serena mientras forcejeamos.

—¡No puedo creer que me hayas llamado así!— le reclamo herida y ella suspira.

—Eres una puta y yo pago por tus servicios Paula — vuelve a decir.

Dejé de forcejear y ella me suelta, y de nuevo golpee su mejilla y me lance sobre ella, estaba molesta y solo quería sacarme esta rabia de adentro. Gira para quedar arriba y si más me da una bofetada que me deja inmóvil, siento como palpita mi mejilla derecha.

—Te dije que no volvieras a golpearme — susurra en mi oído y su mano baja por mi cintura.

Nos miramos por un momento y es entonces que lo entendí , todo este tiempo la indecisión que tuve fue por esto, por el miedo que sentía que ella me mirase como lo hace.

Para ella solo soy una puta y para mí, ella es alguien que nunca voy a poder tener.

Y lo descubrí

Y sentí como la tristeza invadía mis entrañas.

Me gustaba, y me gustaba mucho.

Y por eso me dolía esto.

—Es mejor que me vaya — digo siento como me dolía hablar en este preciso momento.

—¿Estas segura? — pregunta.

Asiento — Creo que es lo mejor.

Niega y evita que me levante de la cama —Todavía no — su voz se volvió aún más áspera.

Sus manos bajaron por mi espalda hasta llegar a mi trasero —Selena, por favor — pedí sintiendo como me pegaba más a su cuerpo.

No respondió y besó mis labios apasionadamente, mientras sus manos buscaban desabrochar mi pantalón, logró bajarlos y dejarme solo en ropa interior, dejándome boca abajo, sentí como sus manos bajaban por mi espalda hasta llegar a mi trasero.

Tomó mis manos y la amarró con la blusa rota, me sorprendí pero no dije nada, en realidad estaba más enfocada en su pierna rozando mi zona sensible.

—Te voy a enseñar a qué me respetes — dijo sobre mi espalda y fue entonces que sentí su mano fundiéndose en mi nalga derecha.

Gemí al sentir su mano en mi nalga derecha, y luego en mi izquierda, con cada golpe sentía como acariciaba mi zona sensible, ¿esto es lo que realmente le gusta?

—¡Ah! — gemí por quinta vez al sentir su mano en mi trasero.

—¿Aprendiste la lección? — pregunta con voz demandante y yo asiento — dilo — ordena.

—Aprendí la lección — digo a un hilo de voz y de nuevo golpea mi trasero, ¡mierda! — no volveré a faltarte el respeto — digo con un intento de que parara.

Siento como golpea por última vez y cuando menos lo pensé, sentí dos de sus dedos entrando en mí.

Gemí —¡Ah, mierda! —sus dedos entraban y salían de forma violenta y profunda.

Me dio la vuelta y sonreí, tenía sus mejillas rosas y sus ojos achinados, se mordía el labio inferior y me miraba con unos ojos llenos de pasión y completamente oscuros.

Aún estaba vestida y yo me mordí el labio inferior al ver cómo su pecho subía y bajaba violentamente.

—Solo follame — pedí sintiendo como mi vientre pedía a gritos que fuese llenada por ella.

Golpea despacio mi mejilla y luego baja violentamente mi brazier que aún llevaba puesto y metió mi pezón en su boca mientras con la otra masajeaba mi seno.

—¡Ah, así, así! —gemí cuando bajó su mano a mi vientre y acaricio mi clítoris.

No sabía cuántas veces me había corrido, pero lo que sí sabía es que al final me tenía en sus manos y me era imposible resistirme si se trataba de Selena, mierda quizás si estoy perdida.

Amor Prohibido •| Selena Gomez |•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora