Capítulo 7

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¿...está ocupada?


2019
Villa

Lo primero que veo en instagram es un post que hizo Alexandra hace unas horas.

Esta ella sentada en el sillón de su departamento con el mismo vestido de ayer con unas flores blancas en sus piernas y en la descripción hay un corazón rojo y etiqueta a Jay.

Me quedo con la boca entre abierta hasta que alguien estampa un cojín contra mi cara.

—¿Qué se traen con los cojines y conmigo? —pregunto al aire.

—¿Qué estabas mirando? —pregunta mi hermana.

La miro con los ojos entrecerrados, porque de verdad me están cayendo mal los cojines.

—Nada.

—Claro, Alexa es nadie.

Volteo rápidamente mi celular aunque ya no importa porque ya lo vio.

—Es lo primero que me salió.

—Sí, últimamente me salen fotos de ella y de Jay. Es lindo.

—¿Para que vino? —le pregunto.

—Para saber cómo estas, me enteré de que ayer la viste.

—Solo hablamos un poco y la llevé a su apartamento.

—¿Hablaron?

—De como estaba, y… la hice enojar —admito.

—Debes de darle su tiempo.

—Lo estoy intentando, pero no puedo porque de verdad quiero hablar de lo que pasó y decirle algunas cosas.

—Ya lo sé, pero debes de entenderla y tienes que saber que tal vez la está pasando mal.



Hoy decidí salir al patio de mi casa para trabajar un poco arreglando una canción y tratando de componer.

Tomé mi celular para silenciar a Isaza porque solo me estresa para que haga los arreglos que estoy apunto de hacer.

Sin pensarlo mucho entro al chat de Alexandra, el último mensaje fue en febrero con un te amo de su parte. Empiezo a escribir algo, pero luego lo borro todo y decido llamarla.

Si me manda a buzón no lo intentaré de nuevo.

Mala suerte.

Contesta al último tono.

—¿Hola? —dice un poco agitada.

—Hola.

—Mierda —dice supongo que alejando el teléfono—. Hola Villa.

—¿Cómo está?

—Cansada, no sé en qué momento pensé que sería buena idea salir a correr.

Río, pero luego tomo una postura un poco seria.

—¿Entonces ahora está ocupada?

—Joder, no. No volveré a correr en un año.

—Bien, ¿cree que la pueda ver? estoy en mi casa.

—Sip, está bien —suspira como por doceava vez— ¿No importa si llego en unos cuarenta minutos?

—No, la veo acá.

—Okey, adiós.

Después de exactamente cuarentena minutos tocan el timbre.

No hay nadie en mi casa así que no salgo corriendo para que alguien más no abra.

Cuando la veo le sonrió y luego la dejo pasar.

Causa Perdida┊Juan Pablo Villamil┊Where stories live. Discover now