35- "Esa chica"

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Dos mil dieciocho
Éster

Al día siguiente despierto a las cinco de la mañana y me acuesto a dormir casi a las cuatro de la mañana.

Fue un día difícil por tres cosas: la primera fue Sandra, estoy harta.

No me habló en todo el bendito día y si lo hacía solo era para joder y decir que hacía algo mal.

Lo segundo fue por Matt, hablábamos normal hasta que de repente se enojo porque debía colgar, solo por eso.

La gota que derramó el vaso fue Villa.

Básicamente fue nuestra primera discusión de pareja y de todo que llevamos de conocernos, aunque cabe aclarar que no fue tan grave.

Flashback

Estoy tomando un descanso mientras cómo algo cuando recibo una llamada de Villa.

Ups, ya casi es su concierto.

—Hola —digo al descolgar

—Solo puedo decir que es obvio que sigue trabajando.

—Yo estoy bien, con uno que otro mareo porque apenas comí, gracias por preguntar.

—Déjeme adivinar, Sandra no la dejo descansar.

Ruedo los ojos.

Villa es muy lindo y bueno en todos los sentidos, pero cuando se propone ser un idiota lo logra a la perfección.

—Si tanto te molesta, ¿por qué no le dices tú qué me deje descansar? a ver si así lo hace.

—No sería mala idea —responde.

—Villa, lo que menos quiero hacer es pelear. De verdad no me siento bien.

—¿Ya le dijo a alguien?

—¿Esa fue una referencia para que le diga algo a Sandra?

Inhala y exhala, Éster.

—¿Qué…? no —suspira frustrado—. Estoy hablando enserio.

—No, no le he dicho a alguien. Porque no importa que haga, mi cuerpo ya reacciona así aunque no quiera.

—Bien.

Silencio.

—Me voy —le digo.

—Sí, gracias por sus buenos deseos, no estoy nervioso ni nada de eso —dice obviamente con sarcasmo.

—Joder, ya se que tienes un concierto, no necesitas que te desee suerte porque los dos sabes que todo va a salir bien.

—Tiene razón, tengo un buen manager que me respalda.

—No tienes porque ser tan idiota —después cuelgo.



Villa

En el concierto me equivoco en una que otra nota, que la parecer la gente no se da cuenta.

Me dolió que Alexa se enojara porque la hice sentir mal y ya tiene bastante para que llegue un idiota a decirle más cosas.

Al día siguiente volvemos a Madrid, lo primero que hago es hablar con Pedro para que me diga en dónde está Éster. Al parecer hoy si tiene el día libre, pero creo que salió porque ahora estoy afuera de su casa y no me abre.

Voy con todas las intenciones de regresar al departamento en dónde nos quedamos cuando la veo pasar a un lado.

Bajo la ventanilla del carro y le pregunto si quiere que la lleve, primero me ve con el ceño fruncido y luego se sube del lado del copiloto.

Ninguno dice nada, solo a veces la miro de reojo. Llegando a su casa se baja lo más rápido posible —supongo que para que no le abra— llego a su lado mientras entra a su casa, hago una seña como si estuviera preguntando si puedo pasar, solo se hace a un lado y entro.

Deja sus cosas en el sillón y hablo antes de que ella lo haga.

—Perdón —me voltea a ver— soy un idiota, no debería meterme en su trabajo, pero si me importa y mucho.

Se acerca unos pasos para quedar enfrente de mi.

—Tenía pensado escribirte, pero ya que estás aquí… le dije a Sandra, por eso hoy me dió descanso. Creo que no deberíamos de meter tantos temas de trabajo en nuestra relación y menos si es respecto a Sandra.

Asiento con la cabeza porque eso nos ha traído unos problemitas.

Me agachó un poco para darle un beso en la mejilla, pero ella se voltea para que le dé un beso en los labios.

Sin duda alguna ya la extrañaba. La tomo de la cabeza para profundizar el beso y cuando los dos queremos lo mismo la levanto de la cintura para que enrolle sus piernas por mi cadera y luego subimos a su habitación.



—¿Y no recuerdas una chica que siempre estaba con Lali? Tenía el cabello castaño claro —dice mientras se acomoda a lado de mi.

Cierro los ojos pensando en lo que me dijo.

—Sí, creo.

—¿Y te pareció aunque sea un poco linda?

—A mí yo de dieciséis, sí, ¿por qué?

Hay que admitir que la chica era linda, pero nunca intente nada porque supuse que era amiga de Lali.

—Porque yo era esa chica —sonríe.

—¡¿Qué?! Entonces usted era la hermana a la que siempre llevaban a la dirección.

—¿Así me llamaba mi hermana?

—Sí, decía que no se podía quedar más tarde porque tú no ibas directo a tu casa y tenía que buscarte —se levanta y me ve frunciendo el ceño.

—Que mentirosa, yo llegaba antes que ella a mi casa.

—¿Por qué?

—Por nada.

Causa Perdida┊Juan Pablo Villamil┊Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum