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Allyson

Toco el timbre de casa una y otra vez con desespero. Me miro nuevamente en la cámara del móvil y repaso que el corrector de ojeras que me puse siga cumpliendo sus funciones y cubra la horrible cara con la que amanecí luego de llorar como bebé abrazada a Kioto gran parte de la noche.

Me siento tan tonta haciendo de esto un problemón gigante que me impide avanzar. Sé cuantas personas hay librando enfermedades y situaciones realmente crueles pero este es el mío, el que me quita el sueño, el que me ha hecho reprobar una materia y el que me está matando poco a poco.

No pude evitar correr a los brazos de mamá, la necesito. Presiono nuevamente el timbre con insistencia.

Ni siquiera he avisado que venía, fui impulsiva y tomé un taxi asquerosamente caro por la urgencia y mi desesperación de verla y escucharla decir que todo estará bien. Lo necesito. Se supone vendría el fin de semana. Mamá estará viviendo de nuevo en nuestra antigua casa aquí en Bromma un tiempo por trabajo y no pude dejar pasar la oportunidad de tenerla a pocos kilómetros.

Veo la puerta abrirse en cámara lenta y suspiro de alivio. Pero. No es mamá. NO. Es un hombre. Un Hombre. Soy tan inoportuna.

— Hola — digo torpemente y sonrío, tiene alrededor de cuarenta años y es jodidamente guapo, está totalmente ejercitado, ¿por qué lo sé?, pues solamente viste un pantalón arrugado, sonrío para mis adentros, traviesos.

—¿Hola? — dice confundido. Supongo que no registra mi cara.

—Supongo que mamá y tú están jugando a los bomberos porque—me abanico con una mano— hace calor ahí dentro—señalo el interior de la casa y me río ante su cara de horror. Estos últimos meses con Kyoto han soltado mi lengua un poquito demasiado.

—No me digas que eres Allyson— se cubre la cara con el antebrazo.

— Bienvenido a la familia— le estrecho la mano, si hace feliz a Alice Stewart también lo soy, por simple transitividad.

— Olvídate de esta primera impresión horrenda por favor— me implora y casi quiero reírme en su cara por su jodida mala suerte de conocer a su hijastra en esas condiciones.

—Te daré una segunda oportunidad—le guiño un ojo y cierro la puerta nuevamente.

Me resulta divertida toda esta situación, me siento tranquila, relajada, puedo reír, puedo hacer bromas, puedo ser yo, puedo sentirme en casa.

Saco el móvil y escribo rápidamente en el chat grupal que tengo anclado.

Yo: No saben lo que me acaba de suceder.

Yo: Me he encontrado al novio de mamá.

Yo: Y es sexyyyyyy

KY: FOTOOOOOOOOO

Ann: Decíle que me de las instrucciones.

Ann: Y que la extraño.

Ann: Pero más a sus brownis de chocolate.

KY: WTF Allyson, quiero conocer a tu mamá. Quiero a un sugar daddy y practicar la repostería.

Elli: ¿Qué es todo eso de brownis, repostería, sugar daddys?

Elli: Denme dos minutos para actualizarme.

Le sonrío al móvil

Elli: ¿Cómo es eso de que estás en Bromma, que tienes un padrastro bombonazo, que Ann probó los brownis de tu mamá y yo dónde estaba?, ¿dónde estaba yo?

Only in your dreamsWhere stories live. Discover now