6

150 74 64
                                    


No pretendía gritar tan alto pero qué hacer, lo hecho, hecho está, soy algo dramática por defectos de fábrica.

Me miro al espejo nuevamente  y es que no lo creo, no es posible tanto arte en un espacio tan pequeño y limitado.

—Kyoto— digo en shock.

—Estoy asustada ahora mismo, ¿te ha gustado o has enloquecido totalmente?— ¿realmente me está haciendo esa pregunta? Es por mucho el maquillaje más bello que alguna vez tendrá mi cara.

—Es que, no tengo palabras...es perfecto— y no miento. Lo es.

Mi compañera suspira de alivio y me miro al espejo apreciando cada detalle y aún no comprendo de dónde sacó semejante talento, para mi sorpresa es bastante sencillo y no es negro ni un delineado de gato que me cubre media cara. Alcanzo a ver algo de brillo y un pequeño corazón y aún quiero gritar, porque sí, porque estoy emocionada. Yo apenas uso el rimel sin hacer un desastre.

Me siento como si mirase una nueva yo al espejo, como si pudiese al menos por hoy dejar atrás toda la mierda que alguna vez sentí y hacerme ver como una chica segura de sí misma.

—¿En qué momento pasé de plebeya a princesa?— pregunto codeándola y me sorprende que no se aparte de mí.

—No seas tonta, eres preciosa— le resta importancia a su comentario con una mano en el aire.

—Nunca lograré ni la mitad de esto— acaricio mi rostro queriendo que esto sea permanente. Nunca había estado así de maquillada, nunca me había sentido así de reinota y poderosa.

—Créeme, lo sé.

No sé por qué motivo pero no me molesta su expresión burlona hacia mi estilo de maquillaje, realmente apesto en eso.

—Sabes algo Kyoto— le digo aún detallando todo de mí. Me veo tan diferente que fácilmente si estuviese a solas le lanzaría besos y guiños a mi propio reflejo y le silbaría sin parar. Estoy guapísima y quiero abrazar a Kyoto por darme esta imagen perfecta de mí.

—Dime Ally— Miento si no digo que me encanta que haya abreviado mi nombre, porque siento como si comenzara una nueva amistad a partir de aquí, como si algo hubiese cambiado entre las dos y por fin dejásemos de ser solo conocidas y podemos a partir de hoy al menos conversar como personas normales e intercambiar al menos saludos.

—Tienes talento, deberías pensarte bien tu futuro— realmente me resulta irónico que no explote semejante potencial y que estudie psicología, debería,  debería hacer algo relacionado a esto.

—Tonterías y mueve el cuerpo, se te hace tarde— lo sé, lo sé, voy tarde como casi siempre.

***

Tengo que aclararles algo, en realidad no hay ninguna fiesta lo que se dice fieesta, ya sé, ya sé que mentí pero no me odien, es algo así como una ceremonia, no sé explicar, solo sé que hay música (no tan movida como quisiera), comida y personas, tampoco me crean tan loca como para andar con este vestido si fuese a bailar hasta el piso en una fiesta de universitarios.

El papá de Elli tiene mucho dinero y es un empresario y filántropo nuy reconocido en el país y está encargado de este evento en beneficio a casas de adopción, una bonita y delicada causa.

El salón de recibimiento está bien hermoso y destaca el tiempo y el dinero invertido para que quedase impecable como luce.

Mi teléfono me sorprende y pego un salto enorme en el lugar.

—Sube al segundo piso por las escaleras de la derecha que de aquí te veo bomboncito.

Río por lo bajo por las locuras de Annie y me encamino a las escaleras.

—I understand Darling.

Ella ríe tan fuerte que creo va a hacerse pis encima, es nuestra frase, de nuestra comedia favorita y nos hacemos reír con ella de vez en cuando, tal vez no lo entiendas pero es algo así como nuestro chiste personal.

Me detengo bruscamente en mi sitio cuando me acerco a las escaleras y hay tantas fotografías alineadas a lo largo del pasillo de este primer piso que me detengo a verlas mejor, recuerdo que es un acto benéfico de recaudación para casas de adopción, y ya saben, no soy curiosa, pero el tema es sensible y me mueve el piso más de lo que deseo.

Cada foto, cada sonrisa forzada, cada cara triste e incluso las felices, me hacen sentir tan mal, tan triste de que haya tantos padres como el mío en este mundo, tantos niños abandonados sin la suerte de tener una madre tan fuerte como la mía, una que asuma todo lo que venga a pesar de ser tan joven, de haber estado tan sola y perdida, tantos niños sin la gran suerte que yo tuve.

La pared está dividida en dos secciones de fotos lo cual para mí no tiene sentido alguno hasta que me detengo a leer y las lágrimas comienzan a bañarme la cara y tal vez a correr el hermoso maquillaje que traigo.

Las fotografías se dividen en dos por el simple y a al mismo tiempo no tan simple motivo de que a la derecha están los niños que pudieron encontrar una nueva familia, a la izquierda, donde los ojos de cada persona fotografiada gritan dolor están aquellos, en su mayoría ya adolescentes que nunca fueron adoptados, aquellos a los que primero sus padres y luego la vida les quitaron la oportunidad de ser felices.

Es mucho que procesar hasta que me encuentro con unos ojos que conozco, unos que no olvidaré jamás ni reencarnado veinte veces,
los ojos más tristes que he visto jamás, mi Steven.

Decir que la fiesta se me ha arruinado está de más, un vacío inexplicable en el pecho me ataca, ¿Por qué esta foto está justo aquí? ¿cómo es que Steven estaba en un orfanato?

No lo entiendo. Doy un paso hacia atrás, no lo comprendo. ¿Cómo es que nunca supe de esto?

Reparo en que debajo de cada foto hay una fecha y lo que es al parecer el nombre de la casa de adopción de cada niño, en este momento mi cerebro no procesa ni registra información. Saco el móvil y capturo una secuencia de fotos porque el temblor en mis manos arruinará la mitad de ellas.

Steven, Steven me mintió.

Only in your dreamsTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon