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Steven

Camino con pasos torpes hacia la puerta más cercana que encuentro y miro por décima vez consecutiva los mensajes más estúpidos que he enviado en mi vida. Quisiera arrancarme los dedos uno por uno. Metí la pata tan profundo que no tiene retorno.

!Maldita sea!

Guardo el móvil en el bolsillo trasero de mi jean y me agarro de la pared por un segundo para darle estabilidad a mi cuerpo.

Llevo la botella de whisky que tomé de la barra a mis labios y doy un trago largo. Me quema la garganta pero me obligo a tragarlo todo de una.

No sé para qué vine a esta maldita fiesta con Katerina, se desapareció a la media hora con un chico y yo terminé tomando de más por estar solo.

Arrastro mis pies a paso lento hasta lo que consigo distinguir como el lujoso auto de Kat.

Me quedo parado como un idiota en el sitio, capto movimiento en la parte trasera del auto y río para mis adentros. Me dejó tirado para manosearse con alguien.

Ni siquiera recuerdo la última vez que tuve sexo con alguien estando sobrio. Me he vuelto un desastre en los últimos meses que no sabe mirar una mujer sin que se transforme en otra. No puedo concentrarme a tocar una mujer que no deseo, porque la deseo solo a ella.

Esta noche ha vuelto a aparecer en mi maldita imaginación cuando intentaba besar a una latina castaña. Todo estaba mal. No había inocencia en sus ojos, ni mirada perdida y enamorada. No había nada de lo que buscaba  y eso cortó el rollo.

Encontrarla ha vuelto mi mundo un caos de la peor manera. Mi vida profesional y personal ha ido en picada en el último año.

Todo se ha vuelto insoportable desde ese día en mi departamento, no paro de recordar su cara de dolor y decepción hacia mí, no puedo dejar de pensar en la forma tan cruel en que rompí su corazón. Nunca debió conocerme, solo he jodido su vida una y otra vez y por más que trate de explicar mis razones, nunca tendré el valor suficiente. No merezco su perdón. No merezco nada de ella. Merezco vivir cada día rememorando sus besos, su forma de tocarme, sus manos, sus labios y luego sus ojos llenos de lágrimas. Lágrimas que yo mismo puse en sus ojos para alejarla de mí.

El aire en mi cara me hace ver las cosas con algo de claridad. ¿por qué mierda envié esos mensajes? No puedo ir una y otra vez rompiendo su corazón, tengo que alejarme para siempre aunque me cueste. Ya no sé si me duele más querela tanto o mirarla a los ojos y recordar.

—Stevv— grita bajándose del asiento trasero Kat— ya iba a llamarte— miro hacia el auto y veo algo que me cabrea aún más de lo que estaba hace un segundo. Conozco a ese idiota.

— Sí claro, se nota que estabas ocupada— ruedo los ojos— dile que salga, no le diré nada a su esposa— Mi falta de tacto al hablar ya no es algo que sorprenda a mi amiga.

—¿Qué has dicho? ¿ Lo conoces Stev? — frunce el ceño. Lamento tanto estar pasado de tragos y ser así de cabrón pero Katerina se ha topado con el peor de los imbéciles.

— Me has oído bien— doy otro sorbo a la botella y río acercándome a la puerta trasera— Ey— toco con fuerzas el cristal y le indico que baje, abre los ojos como platos como el cobarde que sé que es— Vamos, muévete que hoy no es el mejor de mis días— digo perdiendo la paciencia y baja del auto como un ratoncillo acorralado ante mí. Cobarde.

Only in your dreamsWhere stories live. Discover now