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Steven vive solo en un apartamento en el tercer piso, esto lo acabo de descubrir, lo que si sabía de antes es que se especializa en psiquiatría, que fue el atípico alumno que avanza antes que los demás y que termina la carrera en menos tiempo del esperado, sí un cerebrito por naturaleza.

Husmeé un poco con Annie y Ellie sobre su vida pero las historias eran contradictorias y me terminé mareando. Es poco lo que saben sobre él, nadie conoce su historia ni su pasado, es una maldita sombra negra para casi todos.

—Tengo una mala noticia para ti— me comenta arrugado sus labios formando una mueca confusa con ellos.

—No... no entiendo qué— tartamudeo apenas registrando lo que ha dicho.

— Había olvidado lo del elevador— no termina sus palabras porque lo interrumpo rápidamente saltando de la moto y dando un traspié en el suelo pero me estabilizo rápidamente.

— Espera, no me digas que está roto.

— Está en reparación— y sonríe, que condenado es, al parecer ama verme sufrir. Sabe perfectamente que odio las escaleras sin fin.

Allá voy escaleras.

Odio los esfuerzos físicos, los gimnasios y en consecuencia, las escaleras.

Comienzo a caminar por segunda vez en mi día detrás de Steven que al parecer no tiene prisa en llegar. Recibe una llamada que lo hace maldecir y se detiene a responderla y se aleja.

Retoco mi labial y comienzo a agarrar todo el oxígeno que puedo una y otra vez y al notar que se tarda comienzo con mi misión del día, subir escaleras organizando pensamientos.

Alrededor del escalón quince y ya quiero gritar de impotencia, vivo encerrada en un cuerpo demasiado adulto y perezoso que se cansa demasiado rápido.

Stev reaparece y sube justo detrás de mí en ese instante y yo me las arreglo para respirar regularmente sin abochornarme. Me causa una gracia extrema ver que antes de adelantarme el paso le echa un vistazo a mi cuerpo de un extremo a otro. ¿Me hace gracia? Pues no, no debería, me recuerdo.

Es solo un tío y los tíos no pueden ver nada que se mueva dentro de un vestido porque se le salen los ojos, apunta eso.

No conversamos. Solo nos limitamos a subir.

Voy lento, demasiado y eso al parecer molesta a Steven que veo se da la vuelta resoplando.

Baja unos tres escalones quedando uno por encima del mío con extrema rapidez y me mareo solo del movimiento inesperado.

—Stewart— su voz suena más ronca de lo que jamás lo he escuchado, no puedo deducir sus intenciones conmigo, me tiene totalmente confundida, aún más que antes. El tira y afloja de emociones me tiene a punto de explotar el cerebro y en consecuencia el corazón.

—¿Si?—levanto mi vista para poder tener acceso a la suya. Nerviosa nuevamente por la poca distancia que nos separa.

—¿Tengo que compartirte o soy exclusivo?

—¿De qué hablas?— Me atraganto con mis propias palabras.

—Que si tienes novio Allyson.

—No tengo novio— afirmo— no estaría aquí si así fuera— consigo decirle sin titubear.

El corazón me golpea fuerte en el pecho por este cambio repentino de actitud hacia mí trago muy fuerte la saliva en mi boca y aunque muero de nervios no pienso hacerlo visible para él, no después de darme el plantón más largo de la historia.

—Y tampoco estoy buscando uno— termino por decir.

Veo como todo sucede en cámara lenta y Steven hace desaparecer el escalón que nos separa y pone ambos pies en el mío haciendo que por inercia de un paso hacia atrás y todo mi falso teatro se desmorone en segundos. No sé fingir la atracción que siento, menos si estamos a tan pocos centímetros de distancia.

Es más que obvio que frente a frente dos no cabemos y que me está prácticamente robando mi propio oxígeno.

Es demasiado rápido con sus reflejos y todo le sale tan fácil y tan natural que hasta creo estar imaginando todo esto. Su mano se sostiene de mi cintura y como la posición está más allá del nivel cien de incomodidad me hace girar pegando mi espalda a la pared y aunque desparece la incomodidad llega su amiga, la incertidumbre , y ¿aquí qué pasó!!?

Steven sigue siendo el chico más bipolar que he conocido, su dualidad me tiene un momento en las nubes y otro por el mismísimo suelo.

Me sostiene fuerte a ambos lados de la cintura y cuando miro sus ojos

ya no veo ojos fríos.

Su mano derecha sube lentamente por mi costado rosando suavemente mis caderas, se desvía un poco a mí plano abdomen y yo suspiro lentamente por el calor que emanan sus dedos sobre mi piel, sobre la tela de mi vestido.

Como soy una loca impulsiva a cuando estoy a su lado me le lanzo encima y lo beso y su sorpresa por haber tomado la iniciativa es evidente porque se queda rígido por unos segundos. Puedo sentirlo tensarse de pies a cabeza.

Casi comienzo a arrepentirme de haberme lanzado cuando presiona su agarre sobre mí de forma posesiva y me besa de forma hambrienta y primitiva, me da pase libre a un beso que es obvio que ambos queríamos porque cambia rápidamente de categoría, me muerde, me lame y yo hago lo mismo sin pensarlo porque es que este beso, nadie me preparó antes para un beso así en unas escaleras, ni mis manos ni las suyas encuentran lugar fijo y eso es porque quieren tocar todo lo que se pueda, mi respiración es una mierda y la suya igual pero eso no impide que salte a su boca como una fiera de nuevo después de tres segundos de oxígeno.

Estoy flotando en una maldita nube de algodón y no quiero bajar de aquí ni en miles de años.

Quiero más, es lo que dicen sus besos.

Quiero más, dicen también los míos.

¿Qué te digo a ti que estás aquí presenciando en primera fila esta película con pésima actuación y guión de porquería?. En la vida real no te engañan y te marchas con la cabeza en alto sosteniendo tu orgullo intacto, en la vida real existen personas de mente cuadrada que chocan de lleno contra una pared y se levantan directo a estrellarse nuevamente, por necias, y no es hasta perder el maldito conocimiento que logran entender, la pared nunca cambiará de sitio. De sitio debes cambiar tú.

No quiero pensar en nada, no quiero ser racional, no quiero ser una chica madura solo quiero disfrutar de este instante como la chica de mente cuadrada que soy y estrellarme contra esta pared por voluntad propia. Solo quiero eso.

Apoyo mi frente a su pecho que sube y baja, necesito que esta tensión sexual baje pronto, sé que cuando la temperatura del ambiente se enfríe me arrepentiré de muchas cosas de las que comencé. Solo necesito saber que estamos en la misma página y queremos lo mismo, si Steven me quiere, nada me detendría.

Detallo su mano sobre la mía y sus venas marcadas haciendo presión sobre mí me fascina de una forma indescriptible.

Me mira como si me estuviese soñando, como si en un segundo fuese a escapar, como si fuese a acabarse la magia y todo volviese a ser como antes y no puedo evitar pensar que quiero decirme algo pero yo simplemente quiero quedarme aquí.

No quiero irme. No quiero estar lejos de él ni de sus manos, de sus besos.

Hay tanta duda reflejada en sus ojos, tanto deseo.

DESEO. DESEO DESENFRENADO

A la mierda ser racional y cuidar mi virginidad para una primera vez de pétalos y rosas. Quiero esto ahora, justo con él, aunque me arrepienta mañana.

Muerdo mi labio inferior y agarro su mano nuevamente y la llevo a mi cintura, debemos detenernos. Pero no quiero. No esta vez.

Me pongo de puntitas y con mi mano libre me agarro a su cuello y le susurro al oído.

—Que no quiera un novio—digo pausadamente— no significa— suspiro—que te limites.

—Subamos—alcanzo a escuchar mientras suspiro con fuerzas arrepentida del gran paso que intento dar.

Acabo de sacar a una fiera de su jaula y no sé si estoy lista para lo que viene.

Only in your dreamsWhere stories live. Discover now