Capítulo 11

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Astra

Mientras avanzábamos por el verde bosque, se me vino la imagen de alguien a la mente. No se por qué, pero el príncipe Cassian De la Roux se apoderó de mis pensamientos. Ahora estoy en sus tierras y me dirijo hacia su castillo. Por supuesto que lo veré.

Por alguna extraña razón me emocioné de solo pensarlo, un chico así de guapo como él, no se ve dos veces en la vida. Sonreí para mis adentros mientras nos acercábamos cada vez más al pueblo.

Al pasar entre las personas y sus humildes casas, me di cuenta de que ellos nos observaban con asombro y maravilla, pues nuestros trajes y monturas, valen más que sus vidas. Soy una Cavendish, no pueden esperar humildad por parte mía.

—Me genera estrés que los pueblerinos nos vean pasar—Salem se quejó.

—No les digas pueblerinos, suena muy feo—Scarlett lo reprendió.

—¿Y a mi que? Eso son—El se encogió de hombros mientras que mi hermana ponía los ojos en blanco.

Varios soldados de Aphulka nos observaron mientras pasábamos, por un momento juré que nos iban a detener y llevarnos a la fuerza al castillo, pero eso no sucedió. Solo nos ignoraron y siguieron por su camino.

Mi cuerpo se comenzaba a acostumbrar al clima de Aphulka, no me gustaba este lugar. Todo estaba casi que en llamas, al ser la tierra del fuego, todo debe de tener este elemento.

Al llegar a la entrada del castillo, habían dos carruajes si se le puede llamar así, pero en vez de cabina, era una jaula donde habían humanos. El olor era asqueroso, nunca me gustó el olor a humano.

—Dejaremos los caballos aquí y nos mezclaremos entre esos mortales—Lennox de verdad que perdió la cabeza.

—¿Estas loco? Yo no me pienso juntar con mortales—Salem se cruzó de brazos.

—En esto si apoyo a Salem, no me siento cómoda con esas máquinas destructivas—Scarlett habló.

—¿Astra? ¿Tú qué dices?

—Sobre mi cadáver con un mortal.

Lennox nos miró en busca de que nos retractáramos, pero eso iba a ser simplemente imposible. Puedo hacer muchas cosas, pero yo con los mortales, no me llevo.

—Bien, entraremos caminando al castillo y esperando en el rey que no nos maten.

—Tenemos a Astra, eso ya nos da puntos extra—Salem se quitó el cabello de la cara.

—El día que ustedes no me vean como una arma, se caerá el mundo—les hice mala cara.

—Eres un arma.

Lennox encabezó la marcha hacia el castillo De La Roux, no me agrada mucho la idea de hacer entrada triunfal y llamar toda la atención, pero es la única manera de entrar, según nosotros.

El palacio era hermoso, se veía majestuoso y era símbolo de poder. Los guardias nos miraron fijamente y las puntas de las lanzas se encendieron en llamas.

—¿Quienes son ustedes?—Habló uno de ellos.

—Somos los príncipes de Spryn, déjenos pasar—Lennox los miró.

—Demuéstrenlo.

—¿Como?

—Muéstrenme la marca.

Todos nos levantamos las mangas de la camisa, dejando ver la serpiente enrollada en una corona, era muy pequeño el tatuaje, pero valía más de lo que uno piensa.

Los hombres hicieron una reverencia y nos dejaron pasar. Eso es algo que se respeta mucho, pues las marcas no se pueden copiar ni con toda la magia del mundo. Y aquel que lo haga, será castigado por los dioses o los ancestros, algo así. Nunca puse mucha atención a mis profesores.

Las puertas del castillo se abrieron dándonos paso, por dentro todo era tan cálido, habían muchas antorchas con fuego y casi todo era dorado.

Una criada nos guió hasta donde se supone que deben de estar nuestros padres con los reyes de Aphulka. Dos puertas con detalles de oro y un efecto de "quemado" nos esperaban.

Cassian De la Roux

Tres horas en esta reunión y aún no llegan a nada, detesto todo esto, todos estos temas y cada cosa que tenga que ver con el castillo. Me gusta ser príncipe, pero aprender a reinar me aburre.

Laurel habla y habla sobre algún espía, mi padre solo hace muecas en signo de disgusto. Mis manos se encuentran hechas un puño sobre la mesa, mientras observo el mapa qué hay sobre esta.

Hay algo que no cuadra en todo esto, siento que algo nos estamos saltando, hay algo que no estamos viendo. Trato de analizar todo el mapa y algunos papeles qué hay sobre la mesa.

—¡Atención! —Todos nos volteamos a ver hacia la puerta—¡Los príncipes de Spryn!

Fruncí el ceño cuando los cuatro chicos de pelo blanco entraron al despacho. Lennox como siempre venía al frente, a su derecha estaba Scarlett, a su izquierda Salem y a sus espaldas, la pequeña Astra.

—¿Qué hacen aquí?—Laurel les habló a sus hijos.

—Si Cassian puede estar en la conversación ¿Por qué nosotros no? —Lennox habló—Somos príncipes al igual que él.

—Ser príncipe no es solo llevar el título, es comportarse como tal y saber en qué conllevan sus responsabilidades—me acerqué a él—Y de ser príncipe, tu solo tienes el título.

—¿Qué sabes tú de mi y de lo que hago? ¿Acaso vives conmigo como para saberlo?—Sus ojos se pusieron más azules.

Cuando a alguien de Spryn se le ponen los ojos más azules de lo normal, es que están con mucha rabia o cólera. Pero hay muchos que lo saben ocultar y Lennox no es uno de ellos.

—Relájate, no vinimos a pelear—sonreí—Ambos tenemos un enemigo en común, tenemos que trabajar juntos.

Miré a sus hermanitos y les hice una seña para que se acercaran a la mesa. Scarlett me sonrió, mientras que Salem solamente me pasó al lado con indiferencia, malditos Cavendish.

Pero un escalofrío me recorrió el cuerpo entero solo con la mirada de la pequeña Astra, sus ojos son tan fríos como su hogar. Un azul penetrante e intenso y para acompañarlos, unas pestañas tan largas que parecen falsas.

—Astra—incliné un poco la cabeza en forma de reverencia.

—Cassian—ella imitó el gesto.

El castillo de CristalWhere stories live. Discover now