Capítulo 3

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Astra Cavendish

Durante el desayuno, todos estábamos en silencio. El único sonido que se podía escuchar, eran los cubiertos chocando con el plato.

—Astra—mi padre habló.

—Padre—dejé de comer y lo miré.

Estaba tenso y tenía algún sentimiento de arrepentimiento.

—Se que ayer te dije que no podías salir de Spryn—lo miré con atención—Y no lo harás, pero tengo una idea que quizás te pueda agradar.

No se a donde quiere llegar, pero me interesa saber que es lo que dirá. Aunque no creo que vaya a ser de mi agrado.

—Pensaba en que podrías hacer una fiesta e invitar a las familias reales de los reinos hermanos o de algunos pueblos cercanos.

—Es una gran idea, Astra, podrías conocer mejor a las personas de esos reinos y podrías preguntarles lo que quieran, tendrán que responder todas tus preguntas—Salem me miró.

—Me parece una excelente idea, padre—lo miré—Solo falta que los invitemos.

—De eso se encargará Margaret, tu solo debes de preocuparte por lucir hermosa esta noche, quiero presumirle mis hijos a los reyes.

—Como usted diga, padre—me levanté de la silla—Con permiso.

Caminé hacia mis aposentos y en el camino, solo pensaba en una cosa, salir de Spryn. Pero no creo que pueda hacerlo, hay demasiados guardias en todas las puertas y no me imagino cuantos habrán en la frontera.

Cerré la puerta y me acerqué al balcón, miré un rato los árboles y el pueblo, que desde donde yo estaba, todo se veía tan diminuto.

Tomé asiento en un sofá y me perdí en la hermosa vista que tenía. La nieve cubría todo el pueblo, pequeños copitos blancos caían del cielo, el cielo era de un azul grisáceo y hacía que todo se viera espectacular.

Me pregunto ¿Cómo es la vida en Aphulka? ¿Kaphultry? ¿Phrysol? ¿Cómo es todo allá? ¿Es igual que Spryn? ¿O en vez de nieve hay sólo tierra?

—Majestad, lamento interrumpirla, pero le traje algo—miré a la chica que había entrado a mis aposentos—Este pastel es de parte de todos los que trabajamos aquí, feliz cumpleaños, majestad.

Quinet me entregó un pastel de chocolate con fresas y en la parte de arriba decía "Feliz Cumpleaños, Astra"

—Muchas gracias, Quinet—me levanté y la abracé.

—No tiene que agradecer, en una hora vendré a ayudarla a alistarse para el gran baile, solicito permiso para retirarme.

—Concedido.

Quinet salió de mi habitación y simplemente me quede mirando el pastel. No se si realmente quiero esta fiesta, pero si mis padres lo quieren, yo también. Anduve caminando por toda la habitación mientras miraba la corona que reposaba sobre mi tocador.

Fui a la mesita donde tengo algunos pinceles y pinturas, comencé a pintar lo mismo de siempre, una corona de plata con rosas enredadas en ella. Amo las rosas y cada que puedo, las dibujo y las hago a mi imaginación.

Una hora mas tarde, Quinet volvió para ayudarme a alistarme. Dentro del baño, había una gran bañera en forma ovalada con algunas flores hechas de hielo puro, me quité el vestido y entré en ella. Intenté relajarme lo más posible antes de que se acabara la hora del baño, pero se me hacía imposible, estaba nerviosa y emocionada, por fin, después de dieciséis años, iba a ver a personas de otros reinos.

No es lo mismo que visitarlos, pero algo es algo. Salí de la bañera y las criadas me secaron con las largas toallas. Me pusieron una bata mientras que alistaban el vestido que usaría esa noche. Un vestido blanco y largo con algunos diamantes incrustados en la parte del corset, sus mangas son largas y ajustadas.

De zapatos optaron por unos tacones muy bajos y plateados. Al terminar de ponérmelos, comenzaron a peinar mi cabello, algo que yo detestaba, me jalaban mucho los mechones. Pero por suerte, esta vez no hicieron nada extravagante.

Dejaron mi cabello suelto y unas curvas se formaban en las puntas, haciéndolo ver cómo ondas. Eso era algo que amaba de mi cabello, era así naturalmente. Pusieron unas prensas plateadas para sostener los mechones que se salían de los costados de mi cabeza.

No usaron tanto maquillaje como creí que usarían. Pusieron unos cuantos polvos y un labial de algún tono carmesí muy, pero muy bajo. En mis cejas usaron un poco de polvo negro y en mis pestañas no usaron nada, eran largas naturalmente.

Pusieron la corona plateada en mi cabeza, amaba esta corona, cada uno de mis hermanos y hermana, tienen una corona que va acorde con su personalidad. La mía tiene unas pequeñas rosas plateadas y en las puntas, tienen incrustados unos cuarzos grises casi azulados con algunos diamantes.

—Luce muy hermosa, majestad—Quinet sonrió.

—Gracias por ayudarme a alistarme—sonreí—¿Debo de bajar ya?

—Si, señorita—ella me miró—El rey la espera.

Salí de mi habitación y caminé hacia las inmensas escaleras de caracol. A lo lejos se escuchaba la música alegre y las risas. Quinet y las demás criadas bajaron primero que yo. Las risas dejaron de escucharse y la música cambió a un tono más tranquilo.

—¡Atención!—habló Hugo—¡La princesa Astra Cavendish!

Tragué grueso y poco a poco comencé a bajar las escaleras. Con la frente en alto y los nervios de punta, miré hacia el frente y vi a varias criaturas totalmente diferentes a mi.

Habían criaturas de piel oliva con el cabello castaño y ojos verdes «Kaphultry» .Habían de piel blanca, cabello rubio y ojos morados «Physol» Habían criaturas de cabellos verdes, una gran pupila negra que abarcaba todo sus ojos y una frágiles alas «Hadas» Criaturas vestidas de rojo vino y negro con una piel tan pálida y labios tan rojos como la sangre «Vampiros» Mujeres vestidas de morados muy oscuros, ojos de diferente color y cabellos negros «Brujas»

Faltaba un pueblo, el cual no había visto. Hasta que levanté más la mirada. Pero solo me fijé en alguien de ese bando

Cabello azabache despeinado y en él había una corona negra con dorado, ojos rojos que daban la impresión de estar en llamas, piel pálida, labios de un carmesí muy bajo, cejas espesas, mandíbula muy marcada y desde lejos se notaba que era muy alto.

Le di mi mano a mi padre para bajar la última grada y les sonreí a los invitados. Los cuales, me devolvieron la sonrisa muy hipócritamente.

El castillo de CristalМесто, где живут истории. Откройте их для себя