Capítulo 9

56 2 0
                                    

Astra

Dolor, eso sentí cuando caí de boca contra el suelo. Lennox se ha encargado de entrenarme personalmente, ya que nadie quería hacerlo por la estupidez de ser mujer.

Me dolía el abdomen, la mandíbula y las piernas. Había sido su saco de box, tenía una cortadura en el brazo derecho, lo bueno es que no sangraba tanto.

—¡Vas a matarme! —intenté levantarme.

—No importa el enemigo, destrúyelo—dio unos saltitos a mi lado—¡Ahora levántate y pelea!

Con toda la fuerza de voluntad, me levanté y me puse en posición de defensa. Él estaba al otro lado del cuadrante. Tenía una sonrisa satisfactoria en su rostro. A él le valía tres hectáreas de hadas, si me lastimaba, a él solo le importaba ganar.

Lo miré fijamente, mi cabello y mi ropa estaban empapados, pues él había utilizado su magia y eso no es justo. Yo aún no la sé controlar muy bien.

—Te voy a patear el trasero—sonreí cuando él envió la primera bola de agua.

La esquivé inmediatamente, esta bien que sean líquidas, el problema es cuando las congela. Me van a quedar varios moretones en todo el cuerpo. Envió varias bolas y milagrosamente logré esquivar todas.

Necesitaba paz mental para poder conectar los cuatro elementos y paz mental es lo que más me falta. Tenía que concentrarme, si quería ir a las guerras, necesitaba aprender a luchar y a controlar mis dones.

Mientras encontraba la paz mental en lo más profundo de mi cerebro. Trataba de moverme lo más ágil que pudiera, mi hermano no estaba bromeando cuando dijo, que no importaba el enemigo.

Mantuve mi respiración en una frágil línea entre la paz y la desesperación. Necesitaba tener todo controlado y eso incluía la respiración.

Respiré profundamente y traté de pensar en todo lo que había pasado en estos últimos días. Todo era tan confuso y tan estresante. Me enfoqué en mi objetivo, en este caso mi hermano, concentré mi energía en él y no sé si fue venganza por todas las cosas que me ha hecho o esa era mi fuerza.

En vez de una bola de agua, fue un gran chorro, el cual lo había mandado al otro lado del cuadrante, con una mano lograba controlar el agua y con la otra controlaba una bola de fuego que se dirigía hacia el.

—No importa el enemigo, destrúyelo—cité sus propias palabras mientras que le lanzaba la bola de fuego.

Fue en un rápido movimiento en el que se liberó y logró esquivar la bola. Me miró con los ojos muy abiertos.

—No jodas, yo no tengo fuego—hizo una cara de niño berrinchudo—Eso es trampa.

—Me dices que destruya al enemigo y cuando estaba apunto de hacerlo, te pones a llorar.

—No importa lo que hagas para destruir al enemigo, el problema es cuando lo soy yo, casi me matas ¡Loca!—negó con la cabeza mientras sonreía.

—¿De que te ríes?

—Estoy orgulloso de ti, kye— se acercó a darme un abrazo—Has avanzado mucho en tus prácticas y en tu condición física.

Kye significa "hermanita" "hermana pequeña" en una de las lenguas qué hay en mi mundo. Desde que soy niña, mi hermano siempre me ha llamado así.

—Gracias, después de todos los entrenamientos que he tenido, al menos espero haber avanzado en algo.

Recogí las espadas de madera. La nieve caía y cubría todo a su paso, esto era un paisaje digno de admirar. Sacudí mi cabeza para quitar el exceso de nieve que había en ella.

—¿Cómo va el tema de la coronación? —miré a mi hermano.

—A papá le valió lo que le dije, dijo que yo tenía que cumplir con mis responsabilidades porque yo pronto iba a ser el rey.

—Lennox...–le di la mano.

—Da igual, ese es mi destino, tarde o temprano hay que afrontarlo ¿No?—sonrió.

—Si tú lo dices.

Entramos al castillo y fuimos directo a la cocina para ver qué iban a hacer de almuerzo. Al llegar, vi que habían muy pocas cosas, siempre cocinan bastante y hoy hicieron poco.

—¿Alguien no comerá?—pregunté.

—Majestades, el rey y la reina se están alistando para ir a Aphulka.

—¿Aphulka? ¿Qué irán a hacer?—mi hermano frunció el ceño.

—Al parecer encontraron un espía o algo así.

—¿Y que tiene que ver Spryn con eso?

—Que dejaron un rastro de nosotros—entreabrí la boca.

—Gracias.

—Para servirles, majestades.

Al salir de la cocina, mi hermano me llevó casi a rastras hacia donde estaban mamá y papá. Parecía como si se hubiera dado cuenta de algo.

—Esto está muy raro, lo del pergamino, lo de mi fiesta, lo de Mortana y ahora lo del espía—lo miré.

—Se está cumpliendo, Astra—aceleró el paso—Todo comenzó desde tu fiesta número dieciséis, tal y como lo predijeron.

—¿De qué hablas? ¿Otra predicción?

—Hay tantas cosas que no sabes, pero que a mi no me toca decirte—lo miré.

Me quedé callada mientras nos dirigíamos hacia donde estaban mamá y papá. Los carruajes ya estaban listos, mi madre estaba subiendo mientras que mi padre hablaba con uno de los guardias.

—¿Qué fue lo qué pasó exactamente?—Lennox preguntó.

—Nada que deba importarles y si no mal recuerdo, ustedes estaban castigados—mi padre respondió un poco cortante.

—Lo sé y lo entiendo, pero ¿Acaso no puedes explicarnos lo qué pasa?

—Soy el rey y no debo de darle explicaciones a nadie de lo que hago, lo entenderás más adelante—él comenzó a subirse al carruaje.

—Pero no quita que seamos su familia, debería de informarnos—di un paso al frente.

—Antes de ser tú padre, soy tu rey—terminó de subirse—Que no se les olvide.

Cerraron la puerta y los carruajes arrancaron. No puedo creer que una corona tenga más valor que tu familia.

El castillo de CristalKde žijí příběhy. Začni objevovat