Perfecto Caos ✔ (Amores Caóticos #1)

Capítulo treinta y cuatro

34 │EN PICADA

♪I hope you feel what i felt when you shattered my soul ♪
(Espero que sientas lo que yo sentí cuando destrozaste mi alma.)- I love you so. The Walters.

Sin mi teléfono y, por ende, sin alarmas que me despertaran. Me quedé inevitablemente dormida. Tenía la obvia intención de huir, pero el olor a café y el sonido de la voz de Aiden me dejaron en claro, que eso no sería posible.

En cuanto pongo un pie en el salón, quiero salir corriendo. La tensión en el aire es totalmente palpable. Y ni siquiera es por el hecho de que Alaska está sentada junto a Paxton, es por Aiden quien está de pie frente a Tyler.

—¿Quién trajo estas galletas? —pregunta lentamente apuntando hacia la caja blanca sobre la mesa.

—Supongo que un emplea...

—Búscalo y dile que está despedido —ordena tomando la caja entre sus manos.

—Está jugando —interrumpe Paxton cruzado de brazos—, nadie va a despedir a...

—Dile que tiene suerte de no ser demandado. No... mejor no le digas nada, si vamos a demandarlo. A él y a cualquier puta idiota que meta algo con almendras aquí.

—¿Puedo comer una? —pregunta Alaska apuntando hacia la caja.

—Sí —responde Paxton al mismo tiempo que Aiden arroja las galletas al bote de basura.

—Aquí no.

—Exagerado... —farfulla Paxton y rueda los ojos—, la única persona que ha intentado matarme con almendras, eres tú.

—No intentaba matarte —Aclara Aiden ofendido—, bueno sí, pero ya me disculpé.

—Debería estar sorprendida —murmura Alaska, pero finalmente se encoge de hombros.

—Tyler, ¿Mi habitación ya está bien? Ya quiero irme de este piso.

—Están trabajando en eso.

—¿Qué tan difícil es cambiar una puta cama? —Se queja Paxton dejándose caer contra el sofá.

Alaska sonríe y comienza a subir y bajar sus cejas de manera sugerente. —¿Qué?, ¿Cómo rompiste tu cama?

—Mi merlina —habla Paxton poniéndose de pie de un salto—. Ya despertaste.

—Hola —Saludo intentando ignorar la vergüenza que me corroe por dentro.

La mirada de Aiden no suele ser la más agradable de todas. Pero jamás es tan intensa.

Me observa como si quisiera matarme. Incluso se cruza de brazos. Su mirada me recorre de pies a cabeza y el disgusto se impregna en sus facciones sin discreción alguna.

—Qué tierna luces con mi ropa —dice Paxton tomándome por la mano. Me jala hacia él y me envuelve entre sus brazos.

—Gracias por prestármela —murmuro como puedo. Mi boca está pegada a su pecho y apenas se me puede entender.

—Hola Jude —saluda Alaska. Sorbe de su café y me sonríe con la misma amabilidad de siempre—. No sabía que estabas aquí. ¿Quieres desayunar?

—Tengo que salir, pero gracias por la invitación.

Creo que esta es la vez que más tiempo hemos estado juntas en una habitación Alaska y yo. Es irónico, tomando en cuenta que, para la gente, somos mejores amigas. Siempre, desde mi cuenta y desde la suya, publican cosas como si estuviésemos juntas.