61. Tragarse el orgullo

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La residencia del doctor Cohen era inmensa

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La residencia del doctor Cohen era inmensa. Al bajar del auto, Thaly la miró sorprendida; contó siete pequeños jardines que se acomodaban uno sobre el otro a manera de balcones. Varias gradas de piedra se dirigían hacia la casa, la cual se encontraba en medio del jardín superior. Ingresaron por la puerta principal y una mucama corrió a recibirlos. Adentro todo era tan elegante como en el exterior. Los últimos vestigios del sol de la tarde entraban por las ventanas de vitral, e iluminaban el piso de madera.

La muchacha observaba todo con cierta timidez; se sentía algo incómoda en una casa extraña con una persona a la que apenas conocía. En verdad habría deseado que Nicolás o Santiago la hubiesen acompañado.

—Puedes permanecer en este cuarto —le avisó el hombre abriendo la puerta de una de las habitaciones del segundo piso.

Thaly se dio cuenta enseguida de a quien había pertenecido esa habitación en el pasado.

—¿Es el cuarto de Nicolás? —preguntó sin ocultar su alegría.

—Sí, supongo que a él no va a molestarle que te quedes aquí. Siéntete libre de hurgar todo lo que quieras —explicó al notar como las manos ansiosas de la muchacha parecían urgidas de agarrar y explorar cuanto hubiese ahí.

Estuvo a punto de cerrar la puerta para que ella descansara cuando fue detenido.

—Espere. —Bajó la mirada, nerviosa—. Todavía no sé por cuánto tiempo me quedaré con usted, ¿cuándo podré irme con Nicolás? —preguntó con cierta súplica, intentando ocultar su agotamiento; lo que quería en ese momento eran respuestas.

—Es algo complicado, tu hermano y yo habíamos quedado en un acuerdo hace un par de días, pero ninguno de los dos sabía acerca de tu relación con mi hijo. Eso cambió un poco las cosas. En principio ibas a quedarte conmigo hasta que resolviéramos los asuntos con tu padre y luego te irías con tu hermano a Inglaterra. Ahora no estoy seguro, todo dependerá de qué suceda en el juicio contra tu padre y la decisión que tome tu hermano respecto a ti.

—¡Nadie debería tomar decisiones respecto a mí! —Se exaltó al escuchar por milésima vez cómo la mantenían al margen de su propia vida.

—Tienes razón, tu hermano vendrá más tarde, deberás hablar de esto con él. Ahora descansa, no dormiste en toda la noche —le dijo y salió cerrando la puerta.

Thaly se sentía fatal, aunque lo ocultó, quería mostrarse fuerte frente a la policía y lo último que necesitaba era que Nicolás o su hermano estuviesen sobre ella. Ya no podía controlar las náuseas y corrió al baño. Permaneció ahí un par de minutos hasta que sintió su estómago mejor. Volvió a entrar a la habitación y no pudo evitar observarla detenidamente. No era muy grande, tampoco pequeña. Las paredes estaban pintadas de un color azul eléctrico y tapizadas con cientos de afiches de música, películas y fotografías de básquetbol. Todo se encontraba pulcro y ordenado, se notaba que Nicolás no había estado ahí en años, sino, aquel lugar habría sido un revoltijo seguramente. Abrió el armario y encontró bastante ropa, la que él usaba cuando era adolescente. Junto a la cama había un velador. Abrió el cajón y fue como si descubriera un tesoro. Innumerables objetos se encontraban amontonados, desde papeles hasta diferentes clases de encendedores; una cajetilla de cigarrillos y otra de condones que no dudó en tirar a la basura. Al fondo encontró un álbum fotográfico y sus ojos se iluminaron como los de un niño en la mañana de Navidad. Se tumbó de estómago sobre la cama y lo revisó. Había una variedad de imágenes. Fotografías de Nicolás cuando era niño, acompañado de sus hermanas y otra con su madre. Thaly pasó un dedo sobre la imagen; era una mujer muy joven y extremadamente parecida a Sara. Tenía los mismos ojos azules que sus hijos y el cabello lacio y negro. Pasó hoja tras hoja con detenimiento, observando a Nicolás desde niño hasta adolescente. En las últimas fotografías él debía tener la misma edad que Thaly, y aunque lo intentó, no pudo imaginarse saliendo con él a esa edad, se le hacía muy extraño. Sin darse cuenta cayó dormida, estaba más agotada de lo que creía. Durmió varias horas hasta que le golpearon la puerta de la habitación. Abrió los ojos pesadamente y se sintió desorientada por un instante. Se levantó todavía adormilada y abrió la puerta.

Después de clases (DDC1)Where stories live. Discover now