42. Reencuentro con el pasado

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Thaly tomó la chaqueta de su deportivo y se la puso atisbando hacia Nicolás

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Thaly tomó la chaqueta de su deportivo y se la puso atisbando hacia Nicolás. Él la miró severamente y le hizo una seña de que la esperaba en la calle. Diego se sorprendió por la reacción de Thaly, parecía como si le asustara algo, miró hacia las graderías y vio a su primo saliendo de ahí. Luego se acercó a ella.

—¿Estás bien? ¿Qué sucede?

—Nada, debo irme —le respondió evitando mirarlo de frente ya que no sabía si Nicolás la vigilaba todavía.

Sin decirle nada más, se fue corriendo, despidiéndose de Alison con la mano. A Diego toda esa situación le pareció extraña. Por algún motivo sentía que Thaly había reaccionado así por su primo.

La muchacha salió al encuentro de Nicolás, nerviosa.

—Te dije que no te acercaras a él. —Su novio mantenía las manos fijas en el volante y la mirada al frente mientras le hablaba.

—Me dijiste que no bailara con él, no estábamos bailando —ironizó.

—Pues ahora te pido que no te le acerques.

—¡No puedes prohibirme tener amigos! —gritó bastante molesta. En un principio había creído que la pequeña escena de celos de Nicolás había acabado con la mirada de recelo en la pista, le parecía una broma de mal gusto que ahora le estuviese reclamando de esa forma el socializar con otro chico.

—No te lo estoy prohibiendo, es que conozco bien a Diego y créeme es todavía peor que Alex.

Ella empezó a reír, sin duda su novio estaba mal de la cabeza.

—No estoy bromeando, lo digo en serio .

Thaly enseguida cambió su semblante. Sabía que él podía ser un poco celoso, sin embargo, se estaba pasando de los límites.

—Para el auto —le ordenó llegando al colmo de su paciencia—. ¡Para! —gritó, y él frenó asustado—. No pienso seguir escuchando tus estupideces. —Se quitó el cinturón y bajó dando un portazo.

—Haz lo que quieras —espetó a punto de partir. Luego se dio cuenta de que se estaba comportando como un chiquillo. Bajó también del auto y la detuvo—. Espera —dijo abrazándola.

—¡Suéltame! Creí que confiabas en mí.

—Sí confío en ti, es que los chicos de tu edad son como perros.

—Y tú debes saberlo muy bien —volcó los ojos.

—Está bien, lo siento. No volveré a ponerme así. Es que... a veces puedes ser un poco inocente, no te das cuenta de que llamas mucho la atención de los chicos y no quiero que se pasen de listos contigo, o te lastimen.

—No soy ingenua, no necesito que me andes cuidando, ni que trates de encubrir tus celos. —Dio por finalizado el tema. Cuando Nicolás se ponía en ese plan era peor que un niño.

Después de clases (DDC1)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant