10. ¿Qué me está pasando?

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—¡Te dije que no te acercaras a ninguna de mis alumnas y menos a ella! —fue lo primero que dijo al cruzar la puerta del departamento

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—¡Te dije que no te acercaras a ninguna de mis alumnas y menos a ella! —fue lo primero que dijo al cruzar la puerta del departamento.

—Lo siento, no sabía que la tenías separada, si es tuya me lo hubieras dicho, ni me le habría acercado —le respondió con serenidad.

—Primero, no hables de ella como un objeto, y segundo, no la tengo apartada ni nada, simplemente conozco como eres. No puedo creer que ahora acoses adolescentes. Te lo dije, es más te lo pedí como amigo: que no usaras a ninguna de mis alumnas como modelo —se desahogó y poco a poco la ira fue desapareciendo.

—Mira, yo no le pedí nada, ella me llamó y me pidió participar porque necesitaba dinero, yo acepté, es todo. Si tanto te molesta lo siento, pero hasta donde sé no es ni tu hermana ni tu novia para que vengas a armarme una escena de celos en un lugar público. —Lo miró acusadoramente.

—No era una escena de celos, solo me preocupé —trató de excusarse.

—A mí me parece que es algo más. Esa chica te gusta y no soportaste la idea de que en cualquier momento podía caer rendida a mis encantos.

—No digas tonterías, no sabes nada sobre ella. Es la protegida de mi tío y le prometí que cuidaría de ella, eso incluye alejarla de cerdos pervertidos como tú.

—No te creo, esos celos no son de un pseudohermano protector. Dime la verdad, si no fuera tu alumna ¿saldrías con ella?

Nicolás no supo qué responder, las excusas se le habían acabado y la pregunta rondó su mente un par de segundos, trató de aclarar sus pensamientos, pero se sentía realmente desorientado.

—¡No lo sé!, ¿está bien?! No sé qué siento. Solo sé que la quiero, pero no comprendo qué tipo de cariño, el de un amigo, un hermano o algo más... —Finalmente se tranquilizó, se sentía frustrado al no poder aclarar sus sentimientos.

—Qué tonto eres; saber qué tipo de sentimiento tienes hacia una mujer es muy fácil. Solo imagínate haciendo el amor con ella.

—Eres un maldito pervertido, ¿de qué me sirve eso?

—¿Tengo que explicarte todo? Imagina como sería tener sexo con ella, si puedes imaginarlo y desearlo es porque la quieres como amante; si por el contrario la sola idea te repugna es porque no la quieres en ese sentido. Solo compara la idea de besarla y poseer a Thaly con besar y poseer a una de tus hermanas —explicó como si fuese la cosa más obvia del mundo.

—Sostengo que eres un maldito pervertido.

—Sí, pero un pervertido sabio. Hazme caso, antes de dormir piénsalo. Ahora vete que tengo una cita —continuó mientras lo llevaba hacia la salida.

La idea de su amigo le parecía descabellada. No era ético ni moral intentar fantasear con una de sus alumnas, sin embargo, se fue a dormir con la idea en la cabeza.

***

Era de día, entró al aula de clases y Thaly estaba ahí como cada mañana.

—Lamento lo de ayer, no sé qué me pasó, no soporté verte con él —confesó. Thaly se acercó a él, lo miró a los ojos y le preguntó:

—¿Por qué? ¿Qué es lo que te molesta? —aquellas preguntas sonaban dulces y melodiosas, él se quedó hipnotizado un momento hasta que las palabras surgieron de su boca.

—Me molesta que estés con alguien que no sea yo —ante la respuesta, Thaly se acercó a sus labios y los besó suave y lentamente. Nicolás se sorprendió con tal reacción, pero prosiguió. El beso se hizo más apasionado, él acariciaba su rostro, su espalda, sus piernas. Era muy tentadora y la quería solo para él; deseaba tenerla, poseerla, sentirla suya. Sus besos bajaron por el cuello hasta su pecho, la blusa le impedía llegar más abajo así que comenzó a desabotonarla mientras subía su otra mano por la pierna. Lanzó la blusa, acarició y besó sus pechos. Desabrochó el brasier descubriendo unos bien formados senos. Besó y mordisqueo con cuidado sus pezones rosados logrando sacarle sonoros gemidos. Le quitó el resto de ropa que le quedaba, la tenía desnuda sobre el escritorio, solo para él. La acarició con desesperación deteniéndose en sus pechos y su entrepierna. Su piel blanca y suave emanaba un exquisito aroma, absorbente, embriagador. Comenzó a desabrocharse los pantalones cuando un timbre molesto lo interrumpió. Levantó la cabeza y se encontró en su departamento.

Todo había sido demasiado real, no podía creerlo: había tenido un sueño húmedo con Thaly, y lo peor de todo, le había gustado.

—Maldito Alan —masculló. Desde ahora no podría verla de la misma manera.

Ese día no impartía clases, así que se metió a la ducha fría pensando todavía en el sueño. Se sentía mal consigo mismo, Thaly no solo era su alumna, también era casi una niña; no podía creer que tuviese esos obscenos pensamientos con ella, además no sabía si era correspondido y si así fuera esa relación estaría prohibida por muchos aspectos. Debía olvidarla, por lo menos hasta que saliera del colegio, entonces una relación con ella no sería imposible.

***

La siguiente clase era viernes, entró igual de cada mañana y como era de suponerse la joven estaba ahí, pero a diferencia de su sueño ella lo ignoró totalmente. No respondió a su saludo, actuaba como si estuviese sola en la habitación. Nicolás comprendió que estaba enfadada por lo sucedido la otra tarde, pero de ninguna manera pensaba disculparse, no se arrepentía de lo que había hecho.

Se sentó de brazos cruzados sobre el escritorio y la observó con disimulo. Ella leía como siempre y en sus manos se lucían nuevos números, un 456 tachado y un 67 que parecía recién pintado. Debió observarla con tanta concentración que Thaly se dio cuenta. Agarró el marcador que tenía a su lado, tachó el número 67 y escribió 124 en su mano izquierda, cerró el libro y le devolvió una mirada asesina. Nicolás se hizo al distraído y disimuló una sonrisa, por fin develaba el pequeño misterios de los números.

Sin hablar, se acercó a su alumna y le extendió un sobre con dinero que tenía preparado en el bolsillo de sus jeans.

—Te lo envía Alan, dice que es lo que te debe —Thaly recibió el sobre sin pronunciar ni una palabra, volvió a abrir su libro y desde ese momento y durante el resto de la clase hubo una gran tensión entre ambos, ninguno quería dar su brazo a torcer.

***

Thaly cavilaba lo enfadada que se encontraba con su maestro, mas no le dio muchas vueltas al asunto, tenía otras cosas de las cuales encargarse. Ni bien acabaron las clases se dirigió al parque donde debía encontrarse con alguien. Busco por todos lados hasta localizar a un muchacho de cabello negro sentado en un columpio.

—¡Alejandro! —llamó su atención mientras se dirigía hacia él—. Mira, lo conseguí, son mil doscientos, espero que sea suficiente —dijo extendiéndole el dinero.

—Gracias, pero no tenías que hacer esto por mí.

—Claro que sí, esto te aguantará un buen tiempo, hasta que podamos estar juntos —replicó tomándolo de las manos.

—Thaly podemos usar este dinero para irnos, podemos escapar juntos, tu tampoco eres feliz donde vives— le pidió con seriedad mirándola a los ojos.

—No puedo, ¿qué haríamos si escapáramos?, no tardarían en encontrarnos y todo sería peor. Debemos aguantar un año, entonces saldré del colegio, seré mayor de edad y te prometo que estaremos juntos para siempre —argumentó con una dulzura y calma poco usual en ella.

El muchacho solo asintió, confiaba en que fuese verdad.

—¿Cuándo te vas?

—Mañana— respondió el muchacho con ojos tristes.

Thaly lo abrazó fuerte y no lo soltó por un largo rato, pasaría mucho tiempo antes de que lo volviese a ver.

Después de clases (DDC1)Where stories live. Discover now