44. Visitas inesperadas

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Nicolás extrañó a Thaly esos días

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Nicolás extrañó a Thaly esos días. Aprovechó para visitar a su hermana y sus sobrinos. Tuvo que permanecer una noche con ellos ya que Diana se había abrazado de su pierna y no había habido forma de hacer que lo soltara. A pesar de ser muy pequeña, tenía mucha fuerza y resistencia para permanecer colgada del pantalón de su tío. También estuvo con Sara, quien no parecía molesta o triste por su separación, incluso se la veía algo feliz, como si se hubiera quitado un peso de encima.

El último día antes del regreso de Thaly, llamó a Alan con el pretexto de salir. El asistió ingenuamente sin esperarse su emboscada. Ni bien entró al departamento de su amigo él cerró la puerta y lo acorraló contra la pared.

—Me vas a decir qué pasó con Sara —lo amenazó.

—¡Qué! Yo no sé nada. Que la loca de tu hermana se divorcie no tiene nada que ver conmigo —respondió algo amedrentado e intentando hacerse el desentendido.

—Claro que sí, tú le dijiste algo estoy seguro.

—Está bien, te diré lo que sé si me sueltas.

Nicolás lo soltó mirándolo desafiante y dándole a entender que no intentara escapar. Alan se arregló su camisa y se sentó.

—Ella apareció en mi casa el día antes de su boda —la acusó mientras Nicolás lo veía incrédulo—. Me pidió que le diese un buen motivo para no casarse y yo le di como cien, incluso le pedí que volviera conmigo.

—¿Y qué pasó? —se sentó a su lado, más tranquilo.

—Por la noche que pasamos supongo que aceptó. —Sonrió con satisfacción.

—¿Te acostaste con mi hermana? —Nicolás se puso furioso y lo tomó del cuello.

—Me he acostado con tu hermana miles de veces y lo sabes. No en los últimos dos años, pero tú entiendes —añadió orgulloso.

Nicolás lo soltó exasperado, eso era algo en lo que no quería pensar. Desde que su hermanita se había convertido en mujer intentaba ignorar el hecho de que podía estar en los brazos de algún hombre.

—¿Y por qué se casó de todas maneras? —quiso saber, si Sara había decidido regresar con Alan no le cuadraba que se hubiese casado.

—¡Ella vino de improvisto, no fue mi culpa! —saltó a la defensiva—. Yo estaba saliendo con otra, pero pensaba terminarle —continuó al ver la expresión asesina de Nicolás—. A Claudia no le gustó nada ver a otra en mi casa y a Sara tampoco. No me dejó arreglar el mal entendido y se fue furiosa directo a casarse. ¿Qué culpa tengo yo? —Levantó los hombros intentado sonar inocente.

Nicolás contaba hasta cien para no asesinarlo en ese momento. De todas formas prefería que su hermana estuviese con Alan a que siguiera casada con el alemán cabeza hueca.

—¿Van a volver? —preguntó inhalando para calmarse.

—No sé, ayer me enteré que había regresado, la llamé, pero no me contesta. Sabes que su cerebro funciona diferente del resto de seres humanos, no tengo idea de qué es lo que quiere.

Después de clases (DDC1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora