23. Castigada sin comer

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Thaly permanecía encerrada en su habitación, ya era de noche y su estómago le reclamaba comida

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Thaly permanecía encerrada en su habitación, ya era de noche y su estómago le reclamaba comida. Pasó todo el día bajo llave, castigo impuesto por su padre, además de un golpe en la mejilla. A ella no le importaba demasiado estar encerrada, pero parecía que a su padre se le olvidaba que era un ser humano y necesitaba alimento; afortunadamente tenía una botella de gaseosa en el cuarto, así que no pasó sed. Su estómago hacía ruido y era todo en lo que podía pensar. Intentaba distraerse con la televisión, pasaba los canales tan rápido que casi no veía lo que daba, quería liberar la ansiedad con esa acción. Finalmente, en un acto desesperado, lanzó el control contra la pared. Se tumbó en la cama y tomó el dije de su cuello, lo observó largo rato, memorizando cada detalle, contando los círculos: uno, dos, tres, cuatro, cinco, cuatro, tres, dos, uno. Luego se exasperó.

—Todo es culpa de Alex, idiota, por qué tiene que abrir la boca. Por qué tuvo que besarme. También es culpa de Vanessa, ¡por qué me obliga a hacer dieta con ella!, maldito desayuno, medio pomelo no es desayuno. —Buscaba culpables y volcaba su frustración contra el peluche que Estefanía le había regalo en el hospital—. ¡Maldito peluche! Ojalá estuvieras vivo para matarte.

Daba vueltas por la habitación, protestando, hasta que escuchó un maullido en la ventana. Se apresuró a abrirla para que Misky entrara. Lo levantó a la altura de su cabeza y le dijo:

—Tráeme comida, ¿entiendes? Co-mi-da.

El animal echó sus orejas para atrás y gruñó.

—¡Ve a la cocina! —le ordenó Thaly dejándolo caer al piso. El gato ágilmente trepó a la cama y se recostó estirando el cuerpo y girando sobre su espalda—. Creo que Nicolás tiene razón, voy a conseguirme un Collie amaestrado. —Cruzó los brazos, viendo que su mascota no entendía nada de lo que le decía.

Levantó al animalito de la cama, zarandeándolo para que sus garras soltaran el edredón. Prendió la computadora y puso a Misky en sus piernas.

Decidió navegar por internet y al momento de conectarse su ICQ se encendió automáticamente. No prestó atención hasta que Nicolás apareció conectado. Antes que pudiese cerrar la sesión recibió un mensaje:

Nicolás: ¿Thaly estás?

Estuvo a punto de cerrarlo, pero al final decidió conversar con él. Tarde o temprano tenía que contarle lo mal que había resultado todo.

Thaly: sí.

Nicolás: ¿cómo te fue?

Thaly: Mal.

Nicolás: por qué, que pasó, ese niño maldito seguro lo arruinó todo.

Thaly: algo así, te explicaré cuando te vea.

Nicolás: está bien, ¿crees que podamos vernos ahora? Saldré con Alan a comer.

Aquella palabra logró estragos en el estómago de Thaly, por un momento se los imaginó en una hamburguesería comiendo papas y una jugosa hamburguesa.

Después de clases (DDC1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora